Saúl y Denise
Mi esposo me relata que cogía con su hermana. Sus juegos iniciaron con ella de 5 años y él de 13.
A raíz de un relato ficticio de “Vaquita” (en otro foro, pero allá hay censura, por eso lo publico aquí sin cortes), donde habla de un trío con su esposo y la hermana de éste, recordé que, en una reunión familiar, me tocó llevar a mi cuñada Denise, hermana menor de mi marido, a que durmiera en la recámara de las visitas. Ella estaba muy tomada y, ya acostada, antes de retirarme le pregunté «¿Qué más te hace falta, para traértelo?». Ella contestó «Tu marido, tráeme a mi hermanito que quiero coger». Me quedé asombrada y le pregunté «¿Ya han hecho el amor?», y ella contestó «No, pero desde niña lo he deseado». Lo que siguió fue tratar de averiguar por qué, pero ella ya estaba durmiendo y se lo conté a mi esposo, Saúl sólo dijo «Está borracha, déjala en paz». ¿Qué habrá pasado en su infancia?
El comentario tuvo varias respuestas que leí después, pero mi duda había renacido y me regresó la curiosidad sobre lo que me había preguntado hace varios años ¿Qué habrá pasado entre Saúl y su hermana menor? Hubiera estado bien insistirle a mi cuñada Denise que me contara, pero ya no puedo pues ella murió hace más de 15 años, así que presioné a Saúl. El resultado de mi impertinencia es este texto, donde expongo la infancia, aunque en ella no hubo penetración, sin embargo, pasaron más cosas, ya de adultos, después de aquella noche sí hubo acción con cierta regularidad.
Como llave de acceso para que Saúl me contara todo, les diré que mi cuñada no tuvo hijos, pero al morir heredó todo a mis dos hijos, a pesar de haber tenido varios hermanos y sobrinos, lo cual sorprendió a la familia, incluso uno de los hermanos solteros comentó “Me había dicho que legaría todo a sus sobrinas, pero al parecer lo pensó de otra forma”. Nadie objetó el testamento. A esto se añadió que ella ya sabía que mi hija no era su sobrina (nadie más de la familia lo sabe, sólo Saúl), lo que me permitió presionar más a mi marido.
Denise es de la edad de mi hermana Paca, ocho años menor que Saúl, y los acosos que sufrió mi marido por parte de Paca, eran similares a los que él tenía de Denise. Y las coincidencias de acoso siguieron, pues en la época en que mi hermana se tiró a Saúl, Denis quiso hacerlo también, pero fue rechazada. Va en orden el chisme.
Cuando Paca se sentaba en el regazo de Saúl para sentir su pene en las nalgas, Denise ya lo había hecho muchas veces y le había dado apretones sobre la ropa en el pene hasta sentirlo duro. Cuando Paca se metía la mano de Saúl bajo la camiseta y la movía para sentirse acariciada en sus nacientes bubis, a Saúl le agradó y repitió la acción con Denise, pero acariciándolas con lascivia para disfrutarlo, acción que evitó hacer con Paca, pero que detonó lo de acariciar de esa forma a Denise un día que sus padres no estaban en casa ni tampoco sus hermanos.
Incluso, Denise le dijo “Chúpamelas”, levantándose la camiseta. Saúl la complació y ella metió la mano en el pantalón de Saúl para acariciarle el pene. “Ya te hiciste pipí” dijo ella y le jaló más el pene. “Se llama presemen y sale cuando uno se hace cariños con una mujer hermosa”, dijo Saúl volviéndole a chupar las tetas. Allí quedó todo pues escucharon el auto de sus padres al llegar a casa, “de lo contrario, no sé qué hubiera pasado”, me contó mi marido.
También, cuando Paca, al salir de bañarse se quitó la toalla frente a Saúl pidiéndole que la poseyera. Denise hizo algo igual en un búngalo donde pasábamos las vacaciones. En ese momento todos estábamos en la alberca y ellos estaban solos: desnuda, le pidió que la desvirgara “¡Se veía hermosa!, las chiches estaban más grandes, los pezones con el color exacto, el vello púbico aún era ralo y su rajita mostraba un clítoris hinchado”, me comentó mi esposo con verdadera fascinación, y yo sentí celos. “¿Así estaba mi hermana Paca?”, le pregunté. “No, tu hermana estaba más desarrollada”, contestó cerrando los ojos recordando aquello, y volví a sentir celos. Saúl, al igual que hizo con Paca, se negó, pero Denise argumentó que “Otros hermanos sí lo hacen” y le contó quiénes de los vecinos cogían entre ellos, incluso ella sorprendió a algunos en pleno acto sexual. “Pero yo no te voy a coger, que te coja tu novio cuando sea el momento”, le dijo tajante, sin embargo, ella le pidió que le chupara las tetas, “eso sí lo haces” dijo ofreciéndole un pezón.
Saúl la mamó, la acostó en la cama y le sacó un tremendo orgasmo chupándole la panocha; ella gritó de felicidad y, después de la sorpresa de sentir esos momentos de éxtasis, terminó llorando. “También te puedo hacer esto”, le dijo acariciándole el rostro y Denise le besaba las manos como se besa a un enamorado. “Ponte el traje de baño y vámonos con los demás”, le ordenó Saúl al acomodarse la erección en el bañador.
Otra ocasión, una noche que mi marido se había quedado a dormir en casa de mis suegros, ella fue a la recámara donde estaba Saúl durmiendo desnudo y le pidió que la penetrara. “Ya no soy virgen, puedes hacerme lo que quieras” dijo colocándose el pene en la entrada de su vagina. Él le respondió separándose, “No, porque te puedo embarazar”, le dijo. Ella, de lo caliente que estaba contestó “Y eso qué”, por lo que mi marido, al ver la calentura de su hermana, creyó que debía darle un paliativo y se puso a chuparla hasta que la hizo venir. Esta vez, Denise tuvo que acallar los gritos para que no los escucharan sus padres. Ya repuesta, tomando la gran vara que mostraba mi marido, lo masturbó, “Déjame ver cómo te sale el semen manito” le dijo moviéndoselo cada vez más rápido hasta que Saúl eyaculó. Denise limpió el vientre, los huevos, el pene y sus propias manos con la lengua. “¡Sabe muy rico!, diferente al de mi novio. ¿Todos sabrán distinto? Habrá que preguntarle a la puta de Tita…”
Los encuentros, aunque muy esporádicos, continuaron, pero Saúl siempre se negó, incluso cuando Denise le dijo que ella tomaba anticonceptivos.
No obstante, después del suceso donde mi cuñada me dijo “tráeme a mi hermanito que quiero coger” y yo le pregunté a Saúl. A los pocos días ella invitó a mi esposo a su casa y le dijo “No recuerdo bien qué tonterías le dije el otro día a Tita sobre nosotros y espero que no te cause problemas con ella”. Saúl le dijo, “Nada importante, al parecer sólo que me has deseado desde hace mucho tiempo”. Ella respondió “¡Qué terrible enfermedad la de ella!, pero la entiendo en su obsesión, yo tengo algo parecido…”
Ella, quien había recibido en su casa a mi marido sólo en bata, sin ropa interior, se acercó a él y sentándose en sus piernas le dijo “Sigo deseándote, manito. ¡Por favor, cúmpleme el anhelo de estar contigo!” y lo besó, a ello habrá que sumarle lo caliente de mi marido y que el vino que ambos llevaban bajó los umbrales de resistencia que Saúl tenía con su hermana. Él metió la mano bajo la bata, y sin dejar de besarla, luchando lengua contra lengua, le acarició las piernas y las tetas a su antojo poniendo su fierro al rojo vivo.
Continuó besándola y la cargó para llevarla a la recámara, donde le quitó la bata y él se desnudó. “¡Qué ricura!” expresó ella asiéndose al pene y restregándoselo sobre su cara para distribuir el presemen en el rostro. “Siempre, desde niña, me ha gustado llenarme, la cara, las manos y los vellos de tu presemen” y se puso a mamarle la verga, luego solicitó “¡Cógeme, manito, cógeme!”, le dijo acostándose bocarriba y abriendo las piernas en un limpio spagat que dejaba visible la oferente raja mojada. Saúl la tomó de las tetas, le dio un beso y empujó la tranca que con la mano había dirigido Denise a la entrada. Ella, al sentir la verga hasta el fondo, lo atenazó con las cuatro extremidades y, tal era su calentura, que se movió sin que el peso de mi marido le ofreciera dificultades. Ambos se vinieron pronto, pero Denise seguía en un orgasmo tras otro sin soltar a Saúl, por lo que, sin haberle sacado el falo a su hermana, se le puso otra vez duro y Denise continuó poseída hasta que sintió el calor de otros dos chorros más. Tardaron en reponerse, pero, en tanto, se acariciaron y besaron como dos grandes amantes. Más tarde hubo más orgasmos para ella con la boca de mi marido y un coito, también intenso que lo dejó agotado. Yo estaba verde de celos cuando Saúl me lo contaba, pues su cara delataba que estaba volviendo a gozar aquellos momentos. Era obvio que, con toda seguridad, a mí no me tocó algo de mi marido en esa noche y si no reclamé fue porque alguno de mis machos me habría dejado satisfecho y llena de atole, que, también con toda certeza, Saúl se lo tomó ya fermentado en la mañana… Sin embargo, además de los celos, tuve un rebote de mis pensamientos contradictorios: yo sentía horrible que mi cuñada gozara a mi marido con tanto amor y lujuria como yo lo he hecho, pero disfruté mis recuerdos cuando en la misma situación yo exigí muy caliente la penetración y abracé a varios más de los hombres a quienes he amado con esa vehemencia.
A partir de ese día, mi cuñada tenía un encuentro sexual con su hermano cada dos o tres meses, y yo ni en cuenta. (Grrr… ¡y más gruñidos con bilis! porque, aunque yo no le informaba a Saúl de mis deslices, él sí se daba cuenta desde antes que ocurrieran.) No nos frecuentábamos más allá de las reuniones familiares y Denise era muy cordial con todos, quizá un poco menos con mi marido, para no levantar dudas ni acercarse a una conducta que los hiciera caer en calentura conjunta, no lo sé. Yo nunca sospeché de esta relación incestuosa, y creo que sus parientes tampoco. Seguramente sí había un amor verdadero entre ellos, pues mi hermana Paca, quien tenía mejor cuerpo que Denise, era rechazada casi siempre y Denise tuvo mejor aceptación en los requerimientos.
Un par de días antes de que ella muriera. Una noche que Saúl se quedó en el hospital para cuidarla (se turnaban entre los hermanos y el marido de ella), Denise le suplicó “¡Cógeme, manito!” Saúl le contestó “De ninguna manera me voy a subir en ti, pero le amasó y le chupó las tetas y la dejó tranquila con un pequeño orgasmo al chuparle la pepa. (¡Eso lo hace muy bien! y mejor cuando una está cogida.)
Cuando le pregunté a Saúl por qué creía él que toda su herencia se las hubiese dejado a nuestros hijos, el me contestó “No lo sé. Supongo que, a mi hijo como una manera de subrayar su amor hacia mí, y a tu hija, como una manera de resarcir las molestias y celos que su amor hacia mí te pudieran causar”. Suena plausible, sobre todo por no dejar algo a los sobrinos restantes y saber que mi hija sólo es hija de Saúl en el papel. (¡Cómo me incomoda Saúl cada vez que dice “mi hijo” y “tu hija”!)
Sufrí mucho al escuchar estas pocas, pero esclarecedoras, cosas de la boca de mi marido, No obstante, aguanté porque yo me lo busqué.
Ya pasó todo hace muchos años, serénate. Sí, esos amores incestuosos e infantiles, suelen permanecer por los años. Yo con mi primo Diego y el amor por mi papá (aunque nunca lo haya sabido él) los tengo en lo más querido de mi vida. Lo mismo veo en algunos de mis primos que cogieron con su hermana y siguen haciéndolo con mucho amor, y no lo sé, pero quizá algunos de los hijos de mis primas no son de sus esposos…
Pues dirás lo que quieras, pero me incomoda no haberme dado cuenta de ello. Además, ¡no se vale!
¡Guau! ¡Sí que es cogelón tu marido! Se cogió a tu hermana y a la suya, también a tus primas y a tus tías (¿él tiene tías y primas?), más bien, veo que todas ellas buscaron tirárselo. ¡Qué experiencia debe tener, te envidio más!
Mira, Mar, supongo que sí tiene primas y tías, pero no le des ideas a Tita para que moleste a Saúl, quien es una persona normal, ¿verdad Ishtar?
No sé si se cogió a más familiares suyos, pero sí he visto que varias de sus primas (tanto de primero y segundo grados) lo tratan con un cariño excesivo, lo cual siempre me ha dado celos. Además, dichas primas no tratan así a los hermanos de Saúl. Tías… no nunca me fijé, sólo quedan dos vivas, una de ellas es un año menor que Saúl y ni la conozco porque vive lejos.
Sí escuché que una vez le dijo a una prima que hacía tiempo que no veía «¡Cuánta carne!» mientras que le sobaba las nalgas; ella contestó «Tú dices si quieres saber qué se puede hacer con ella». Ellos no se dieron cuenta que yo estaba llegando por la esquina de la casa, pero el comentario me dejo claro que ya había pasado algo entre ellos (no sé si se la cogió ya gorda).
Tu marido hizo bien en atender a su hermanita, además, él la conoció antes que a ti. No se vale que una persona como tú tenga celos o guarde rencores.
¡Ma…! No me vas a decir a quién odie o no. A mí se me hace extraño y fuera de lugar, porque nunca seduje a un primo, ni viceversa.
Tranquilizate, eso es normal, ya lo sabes. Además, si tu cogiste y coges con quien se te antoja, ¿por qué no iba a hacerlo él?