Tres para mí solita
Cómo me fue cuando junté a dos amigos con mi amante para gozarlos como ellos quisieran..
–¿Por qué ya no escribes nada en el foro Cuento Relatos? Esperaba que escribieras sobre lo nuestro; es decir realidades y no las fantasías –Me preguntó Mario hace poco.
–Sí envié varias, incluido el encuentro que tuvimos al iniciar el año, pero todos mis relatos se han negado a publicarlos. No sé por qué estoy baneada – contesté, callando que sigo publicando en SST, donde no quiero que se entere él ni mi marido.
–¿Me los dejas ver? –preguntó y se los envié por Whatsapp.
–Ya no he escrito más realidades, aunque ya tuve unas con mis amigos Chicles y Ber –le confesé.
–¡¿Hiciste el trío que les habías prometido?! –preguntó en alusión a los comentarios que le puse a Ber: “Vamos por pasos. Paso 1, tirarme a Mario; paso 2, tirarme a Chicles; paso 3, coger contigo (con Ber); paso 4, Hacer un trío (o cuarteto) con algunos de los anteriores.
–No, me falta el paso 4 y quiero que sea un cuarteto, ¿aceptas…? –le dije con descaro, asombrándome yo misma de tanta lujuria que he desarrollado en pocos meses.
–¡Claro que me gustaría ver cómo los atiendes a ellos y participar en tus planes! –contestó.
Nos llevó casi tres semanas para ponernos de acuerdo. Además, yo no quería enterar a Miguel, mi esposo: los quería sin atadura alguna. El sábado anterior se dio el encuentro. Llegamos a la cita muy temprano al sitio señalado en PeriSur, donde dejamos los automóviles y partimos en uno solo hacia la salida a Cuernavaca, por la vía libre. Con Chicles al volante, me fui en el asiento trasero con Mario y Ber, quienes me manosearon la panocha y me chuparon las chiches en el trayecto.
Llegué sin pantaletas ni sostén al motel Hol-ha, donde pedimos una habitación de las más caras, con alberca grande. Para evitar cualquier obstáculo, dimos un billete con dos ceros de propina al de la recepción y a la recamarera que nos recibió en la villa, para quien seguramente yo era una prostituta. Apenas cerraron la puerta, me quitaron la ropa que faltaba y bajé desnuda del auto, solo puestas las zapatillas de tacón y con el resto de mis pertenencias en las manos. ¡Me sentía toda una puta para uso de los garañones!
Al entrar a la habitación, colgué mis ropas en un perchero, me deshice del calzado, después de haberles posado con mis ejercicios de calentamiento mientras se quitaban la ropa, y entré de un clavado, casi de panzazo, o mejor dicho de tetas, a la alberca. Los tres aplaudieron y me siguieron saltando al agua. ¡Se veían apetecibles con las vergas erectas y las bolas colgando! Sentí sus manos por todo mi cuerpo, también varios puntazos en las nalgas y el pubis. Me dejé hacer, nunca sentí que me pudiera hundir porque no me soltaban, parecían perros tras una perra en celo.
Los tres me penetraron y me mamaron las chiches, incluso creí sentir dos vergas en uno de mis agujeros los tres se deslecharon con frenesí. Salvo algunos gritos y quejidos de amor que me causaban los orgasmos, nunca dije más, solamente me dejaba coger y acariciar. Reposamos flotando un poco y salimos felices del agua. Entre los tres me secaron y me llevaron cargada a la cama. Mario me besaba, Ber se refocilaba entre mis chiches y Chicles me chupó la panocha para saborear lo que aún pudiera quedar de jugos y esperma, luego paseó su lengua recorriendo el periné y el ápice llegó al ano, éste aún sin cerrarse pues fue bien usado por más de uno, y lo metió derritiéndome con sus caricias salivosas.
Conforme se les fue poniendo duro el pene, otra vez me usaron, sí, esa es la palabra: querían una mujer chichona para cogérsela y, cual si fuese yo una muñeca inflable, me usaron. El caso más curioso fue Chicles, pues por delante me comenzó a dar Ber y, ya que se le paró a Mario me enculó por detrás. Chicles aún tenía el camaroncito (así le dice Mar cuando el pene está agotado), pero me lo puso en la boca para que se lo chupara y ¡le creció tanto que se me salió de los labios! Pero continuó fornicándome hasta que saboreé su semen. Sentí también el calor dentro de mis otros orificios, señal de que yo les era satisfactoria para lo que quisieron y una corriente hizo que apretara esfínter, paredes vaginales y boca, ¡qué venida tan deliciosa!
Otra vez descanso para reponer fuerzas. Todos tomando aire, pero ellos apartando lugar con una o dos manos acariciando lo que les quedaba más cerca de sus deseos.
Ber fue al minibar y sacó unas bebidas de ron; las abrió y las repartió para brindar por la “hermosa chichona”. Yo respondí: “Por los vergones putos”.
Después de refrescarnos, Mario y Ber me ofrecieron sus vergas dormidas para que mi lengua le diera vitalidad. Mario bajó su miembro ya crecido a mi vagina, donde Chicles lamía mis labios, y sin pedir permiso, lo metió, resbalando por la lengua del otro usuario: no hubo protesta, Chicles se fue a mis tetas mientras yo seguía con el tronco de Ber en mi mano y turnando mi trabajo de lengua y chupada en sus hermosos huevos. Mario se vino y se quedó pegado mirando embelesado cómo jugaba con el escroto y los testículos de Ber (¿se le antojaría hacerlo como yo, o recibir ese trato mío?) Ya no hubo más cogidas, pero sí muchas mamadas antes de volvernos a refrescar en la alberca.
Nos vestimos y regresamos felices y cansados a PeriSur por los autos. Antes de subirme, le comenté a Mario que quizá Blanca, su esposa, no estuviera en casa casa, porque supe que Miguel, mi marido, saldría con ella desde la mañana. Sólo sonrió.
Cuando llegué a casa, hice recuento de mis magulladuras, poniéndome crema y dándome masaje, ¡Qué difícil ha de ser para una puta atender a sujetos con tantas ganas de amar! Me puse unas pantaletas y una camiseta. Dormí varias horas, hasta que llegó mi marido.
–¿Cansado y seco? –le pregunté pues él fue quien me dejó ver que se vería con Blanca.
–Sí, ¿y tú? –preguntó.
–Bien servida, tuve que entretener al cornudo de tu amante –expliqué, omitiendo que tuve dos vergas más–. Pero en la noche te voy a sacar lo que hayas producido después de ella.
Me bajé los calzones y le puse los pelos de la panocha en la cara diciendo “Te guardé atolito”. Me coloqué en posición de 69 y probé los residuos de leche y jugos que traía mi esposo. Miguel abrió la boca y comenzó a saborear el coctel de tres leches.
¡Qué envidia! Seguramente así me tratarían mis tres palos distintos al de mi marido, quien ignora que yo ando cogiendo con otros, ¡envidio eso de ti¡: que tu marido sepa que es cornudo y te lo consienta. Lo que no sé es si yo soportaría tan calmada y alegremente que él se cogiera a otra. Tal vez sí lo aguantaría, pues así estabas tú.
Pillina, así que ya te tiraste antes a Chicles y al «huevos lindos», ¿verdad que es una delicia lamer su escroto y chupar esas lindas bolas? ¿Por qué no nos lo platicaste? ¡Felicidades!
Hoy cumplo medio siglo (la edad de tu amante), pero me miro al espejo y sé que me veo de menos. Ahora tengo cinco años más que tú y seis más que esos dos putos y sólo me he tirado a uno de ellos (suspiro y recuerdo su encantador colguije ¡ha…!) Me pasa lo mismo que a ti, cada día me siento más puta…
Tienes razón, Mar, entre más hombres conoces, más puta te vuelves, quieres probar toda la variedad posible y se disfruta… Me deje hacer lo que quisieran, acabaron exprimidos, ¡me dieron mucho amor!
Lo de Ber y Chicles ya estaba cantado, así que acepté sus reiteradas peticiones. En los correos me calentaban con palabras, fotos y videos, ¿cómo iba a despreciarlos?
Aún no cumplo un año de que decidí ser yo y aprovechar mi atractivo, sobre todo el par que me cuelga y los hace babear. Espero contar con mucha experiencia en el amor y sus diferentes formas de hacerlo
cuando tenga tu edad. ¡Felicidades por tu cumpleaños!
¡Vaquita! Se ve que ya despertaste. Quince años rumiando los relatos en SST, hasta que decidiste tener un amante, pero ya te has tirado a otros tres, además de tu marido, y ahora los juntaste para que te hicieran lo que ellos quisieran. Obviamente has de haber llegado a tu casa con las chiches moradas y los labios inflamados, igual que el ano.
Además de mi experiencia relatada en «Bodas de oro», donde quedé igual que tí, hubo otra hace como 40 años, pero yo estaba tan borracha y pacheca que no me enteré. Me di cuenta al despertar: pelos de diferentes colores y grosores en la cam y pegosteados en mi cuerpo con michos lamparazos de semen, además del ardor y magulladuras. No sé cuántos hayan sido, yo sólo me acosté con uno, en su casa, durante una fiesta, pero al parecer todos los invitados pasaron sobre mí y se descargaron como quisieron. También debieron haberme hecho bukkake…
Tienes razón, Tita, me usaron como quisieron y yo me sentí divina de tanto deseo que desfogaban. Me abrazaba uno y quería penetrarme, pero ya estaba ocupado el lugar por otro y aprovechaba el movimiento de saca para entrar con quien ya estaba en ese proceso y sentí dos vergas juntas (¡delicioso!) Se aferraban como podían (casi siempre agarrados de mis chiches) y yo lo gozaba, pero en ese preciso momento, sentí que otro me penetró por detrás, aparentemente le costó trabajo al empezar, pero, una vez que el glande se abrió paso, siguió el movimiento y me dejé ir con tanto placer que sentía por lo nutrido de mis orgasmos. Ellos también llegaron pronto, sentí los chorros de amor caliente; luego, la calma… Cerré los ojos otra vez, después de haberlos abierto para mirar mi situación pues, desde que comenzaron a cogerme, yo no tenía los pies en el piso: todos mantenían una o las dos manos sobre mí y descansé flotando.
Sí, yo traía moretones y un par de rasguños porque se aferraban a mí para que otro no me arrebatara. Pero la experiencia fue extraordinaria. Ciertamente, a mí no me hicieron bukkake, pero no he pensado si después pasará, pero se han de necesitar otros dos para que el baño de leche de burro, al estilo Cleopatra sea satisfactorio.
¡Qué emoción, tres para mí solita! La verdad es que ni siquiera he podido juntar a dos. Te envidio, amiga. ¡Ah, si yo tuviera 10 años menos!
Soy un desastre. Aunque empecé joven (a los 15 me desvirgó Diego, mi amor) y he cogido con más de diez, siempre pudieron más mi miedo al infierno y mis complejos. Hasta hace pocos años me decidí a poner el cuerno. No me ha ido mal, pero el tiempo está pasando rápido y aún no he hecho un trío ni otras cosas que les envidio.
Pues si lo deseas, ¡abajo los miedos y complejos!
¡Gracias por haberme incluido en el trío!, que resultó cuarteto. También me fascinó que hubieras cumplido tu promesa de hacer el amor conmigo, ¡ya lo estoy escribiendo para contárselo a la comunidad, también sé que Chicles está haciendo lo mismo!
Me da gusto ver qué tan rápido has avanzado en el amor. Ahora que leo esta deliciosa aventura que tuvimos los cuatro, quiero pedirte perdón si alguna de las lesiones a las que haces referencia de ese día fue causada por mí, no lo dudo, pues te veías apetecible y dispuesta a lo que se nos antojara.
¡Qué chichotas tan lindas tienes!
Mis chiches… Sí, ya sé para lo que me sirven: para atrapar putos como ustedes.
Cuando se te antojen, Ber. Intercambiaremos chupadas y caricias entre nuestros mejores atributos: ¡Qué huevos tan hermosos tienes!
Aunque fue un placer tenerte sola para mí hace unas semanas, no puedo negar que me encantó ayudarte a convertir realidad este deseo que ya habías externado hace varios meses: hacer un trío o un cuarteto, «tres para ti solita» en esta ocasión. Me vine rico y te gocé bastante.
Ya escribí una buena parte de nuestra primera cogida. ¡Fue maravillosa! También pude acariciar tu hermosísimo pecho como se me dio la gana. Te mandaré mi escrito para que lo corrijas, añadiendo o eliminando lo que pudiera ser de mal gusto para que lo pueda publicar.
Besos, mamadas y caricias en tu pecho, Vaquita.
Gracias a ti, sí eres tan buen hombre como lo suponía. ¡Ninguna queja, sólo agradecimiento!
Espero tu correo (con un videito de descarga de amor, por favor)