Club de Intercambio Familiar I
Este es el primer relato de una saga que me hizo muy popular entre mis seguidores, por tratar un tema que yo nunca había visto en este tipo de relatos, contando una serie de situaciones “secretas”, que deben darse en muchos lugares del mundo, en sus variadas formas..
En una ocasión, conocí a un hombre con el que compartí experiencias y fantasías. Yo le comenté que estaba casada, con un hijo de 14 años y una hija de 11, y él me dijo que tenía dos niñas de 16 y 13, también casado.
Estuvimos hablando de sus experiencias en el mundo liberal y como se había introducido en círculos más privados donde los intercambios eran ya familiares y participaban hasta los hijos. Eso me causó mucho morbo, porque aunque nosotros habíamos tenido algunos juegos con nuestros hijos, todavía no habíamos llegado a gran cosa, quizás por la edad de ellos, pero si habíamos hecho algún intercambio con otras parejas con los mismos gustos y morbos.
Después de haber estado contándonos algunas de nuestras experiencias, a mí, lógicamente me resultaban mucho más interesantes las suyas, porque era un mundo nuevo para mí y acabó confesándome la existencia de un club privado donde se reunían varias familias con sus hijos y se hacía fiestas de lo más libertinas y excitantes. Continuó explicándome, un poco las normas que tenían en el Club entre sus miembros, en el que sólo se admitían familias y excepcionalmente podía llevarse algún invitado con derecho a disfrutar libremente de esas reuniones.
Una de las cosas que más me llamaron la atención, fue cuando empezó a hablarme de como clasificaban a las niñas en varios grupos, según las circunstancias de cada una. De este modo, a las más pequeñas, hasta 12 años, las llamaban de “Soba”, lo que quería decir que estaban para el disfrute visual o físico con ellas, pero sin llegar nunca a la penetración, aunque me confesó que en alguna ocasión, también había excepciones, porque se llegaba a acuerdos con los padres o por haber llegado el momento de que perdieran su virginidad.
Estas fiestas solían iniciarles siempre con un desfile de estas “Sobas” en lencería donde era elegida la más guapa o sexy, para ir calentando el ambiente, porque era un poco como un ritual de iniciación para las niñas que acudían por primera vez a esos encuentros familiares.
A partir de los 13 años, las llamaban “de monta”, porque era una edad en las que ya solían estar desvirgadas, estando dispuestas para ser iniciadas en la penetración, que desfilaban igualmente, y a través de varios juegos, se iban consiguiendo unas puntuaciones que daban a una de ellas el privilegio de ser la ganadora, por las cualidades mostradas.
Lógicamente, debido a estas prácticas sexuales, alguna de ellas acababa quedándose embarazada y cuando eso sucedía, en las reuniones de ese club de perversión, se convertían en las más deseadas por el morbo de disfrutar de una jovencita embarazada por todos esos sibaritas del sexo degustadores de los manjares más especiales.
Los niños y jovencitos eran de libre elección para el disfrute, siendo los más buscados por las maduras abuelas de las familias, o alguna mujer madura que había conseguido ser invitada, aparte del algún maduro vicioso, que también disfrutaba de su compañía, pero con las mismas restricciones que las niñas de “soba”, quedando los más pequeños bajo el control de sus padres, que iban permitiendo las diferentes prácticas con ellos.
Después de todo lo que me fue explicando, mi excitación me tenía al límite y por el morbo que me causaba el poder algún día estar en un sitio así, al final me convenció para ir de invitada con mi familia, para que pudiera conocer ese lugar tan selecto y privilegiado, dándome las instrucciones para presentarme en la próxima reunión, donde me dijo que iba a ser penetrada su hija menor por primera vez, porque ya estaba preparada.
Cuando se lo conté a mi marido, no se creía que pudiera existir un sitio como ese, pero como es tan morboso como yo, decidió enseguida que fuéramos todos a esa reunión, después de contárselo a los niños, que también se entusiasmaron con la idea.
En la fecha prevista llegamos al lugar indicado; una casa a las afueras, donde ya había varios coches aparcados en la entrada. Nos recibió una señora mayor, muy elegante, que nos explicó los preparativos de la fiesta y nos dijo que se llevaba a la niña para que la prepararan para el desfile de “sobas”, pasando nosotros a un salón grande, con varios sofás, enseñándonos también una especie de privados con colchones por las esquinas.
Nos acomodamos en uno de los sofás donde nos sirvieron unas bebidas, y pudimos ver a todas las demás familias e invitados del Club, según iban llegando.
A nuestro lado estaba otro matrimonio con una hija de 14 años, y la mujer nos preguntó si era nuestra primera vez, asegurándonos que nos lo pasaríamos estupendamente y que nos haríamos tan asiduos como ellos desde que empezaron a ir hace 4 años, según nos dijo.
Mientras, empezó a sonar una música que anunciaba el desfile de “Sobas”. Las niñas empezaron a salir una detrás de otra, muy arregladas y maquilladas. Eran doce, todas ellas con distintos tipos de lencería de lo más sugerente y calzadas con unos tacones que realzaban su figura, entre los aplausos de todos y las miradas libidinosas que ya se apreciaban en algunos.
Detrás de ellas, salieron 9 chicos, que también despertaron el interés de las mujeres y de algún hombre aficionado a disfrutar de los placeres de efebo. Cuando subieron al escenario, ya algunos empalmados, causaron el entusiasmo de las más maduras, que ya nos había dicho nuestra amiga que se peleaban por ellos, y hasta a alguna se le había escapado la mano cuando pasaban a su lado.
A nuestra hija casi ni la reconocíamos; estaba preciosa desfilando con un desparpajo que parecía que llevaba toda la vida haciéndolo. Se colocaron todas en una especie de escenario donde iban presentándolas y haciéndoles algunas preguntas un poco picantes sobre su vida sexual y lo que más les gustaba.
Nuestra nueva amiga también animaba a su otra hija de 12 años, que también desfilaba, mientras nos iba comentando alguna cosa sobre las niñas:
—Aunque os hayan dicho que son todas vírgenes, no es cierto. Ya podéis suponer que algunos papás no pueden aguantarse al tenerlas en casa y muchos quieren asegurarse ser el primero con su niña, pero esto es una especie de ritual del Club al ser la primera vez que pueden empezar a tener sexo total en público. Otras veces, aunque no lleguen a la edad mínima, si alguien te pide permiso para penetrarlas, los padres suelen dárselo, pero también pueden llevársela a uno de los privados para estar con ellas con más tranquilidad, que fue lo que pasó con la nuestra, en la última reunión, así que ya podéis suponer que no es virgen ya. ¿La vuestra lo es todavía?
—Sí que lo es. Con su padre y su hermano sólo ha tenido juegos hasta ahora.
—Seguro que hoy alguno se encapricha de ella y os la pide.
Nosotros la escuchábamos con la boca abierta, todos sorprendidos por lo que nos contaba, sin que mi marido se perdiera ojo del desfile, poniendo todos mucha atención, cuando anunciaron a las ganadoras. La primera fue una niña mulata, muy desarrollada para su edad con unas formas que llamaban la atención, la segunda fue nuestra hija, que al ser la novedad, había despertado mucho interés, y la tercera, una niña rubita preciosa que sería de las más jóvenes.
Ya en ese momento, estábamos casi todos ya desnudos por el calor que hacía y por cómo había subido la temperatura con el desfile.
Al terminar el concurso, a algunas las iban llamando desde los sofás, donde ya empezaban a ser acariciadas y disfrutadas por los hombres. El marido de nuestra amiga nos comentó que el las prefería un poco más hechas y nos señaló a una que tendría 15 años, dirigiéndose hacia ella para llevársela a uno de los reservados, mientras su mujer nos decía:
—Ya veis, mi marido a la pequeña no le hace mucho caso todavía, pero se pone loco con la mayor y muchas noches me acaba dejando a mí por ella. Por eso, aquí en estas reuniones aprovecho para estar con algún crio de estos que son una delicia. Por cierto, ya te habrás fijado como aquella señora miraba al tuyo. Es muy guapo y como no le conocen, llama más la atención.
—Gracias. Bueno, tú si quieres estar con él, ya sabes, por mí no tengo ningún problema. Yo también me buscaré a alguno. Nunca había tenido esta oportunidad y estoy muy caliente ya.
—Tú por lo menos tienes la suerte de tenerlo en casa. Yo sólo los cato cuando vengo aquí. En la última reunión tuve a tres para mí y fue algo increíble, me dejaron agotada. Supongo que al tuyo le habrás sacado la leche ya alguna vez, pero con tu permiso me voy un poco con él a ver si me da un poquito a mí, antes de que una loba de estas venga a por él, jeje..
—Si claro, anda hijo, vete con esta señora al reservado.
Mientras tanto, mi marido ya estaba entreteniéndose junto a otro señor, con dos de las niñas que participaron en el desfile, hablando entre ellos:
—A mí cuando más me gustan es cuando les empiezan a salir los pelitos. Mira, como ésta, para chupársela toda la rajita, está deliciosa.
—Así es, yo ya lo comprobé con la mía, tienen un sabor que es un manjar y a mí me pone excitadísimo.
—¿Y cómo te has aguantado sin metérsela?
—Intenté controlarme para no hacerla daño, pero hoy espero hacerlo con alguna de estas.
—Claro, fíjate en esta cría, como tiene la rajita ya completamente mojada y parece que está hasta abierta ya, —pasándole los dedos para separar sus labios vaginales—, y es casi casi como la tuya. Póntela encima, a ver si le entra ya.
—Pero no se puede ¿no? Hay que pedir permiso a sus padres.
—Por ésta, no te preocupes, ya la conozco de otras reuniones y supongo que lo habrá hecho muchas veces, así que a sus padres no les importará.
—Bueno, si es así…, entonces, ven cariño, ponte encima de mí —dirigiéndose a la niña.
Yo miraba con curiosidad como el pene de mi marido entraba en la vagina de aquella niña y como la cara de él mostraba el placer que le estaban dando los movimientos de la experimentada jovencita, no pudiendo evitar correrse al poco tiempo, mientras decía:
—¡Dios mío!, esto es el éxtasis. Me ha dejado vacío.
La niña se salió con la vagina chorreando el semen de mi marido, lo que aprovecho su compañero para metérsela él y con unos cuantos movimientos acabó también corriéndose dentro de ella.
Mientras tanto, mi amiga salía ya de estar con mi hijo, diciéndome que le había encantado y que le había dejado dentro con otra señora y su hija.
—¿Y tú qué? ¿No te animas? —me preguntó ella.
—Sí, es que estaba mirando a mi marido como disfrutaba como esa niña, que es como la pequeña nuestra.
—Pues ahora te toca a ti. Anda, dime quien te gusta y te lo traigo.
—Mira, aquel muchacho me está dando morbo, pero parece muy jovencito, no sé si atreverme.
—Claro mujer, además conozco a su madre. Ahora te lo traigo.
Enseguida vino con él, poniéndolo a mi lado y empezando con los toqueteos, mi amiga, hasta que se le puso durita al instante, diciéndole:
—Qué cosa más rica, me está recordando las primeras veces que empecé a chupársela al mío. La tenía así y al pobre todavía no le salía semen.
—Pues aprovecha, la verdad es que está muy guapo el crio y apetece un montón al vérsela así.
Continué llevándome a la boca aquella delicia y se la hice aumentar todavía más de tamaño, causándome un mayor placer lamérsela, mientras mi amiga me decía:
—¡Vaya!, parece que tenías muchas ganas, menuda manera de comérsela. Con ese tamaño ya hasta te la puede meter.
—¿Tú todavía no se la has metido a tu mamá? —le pregunte al chico.
—No
—Pues si tienes ganas, ven, pónmela aquí, en la entrada del coño y aprieta.
Y dicho y hecho:
—¡Aaahh!, ya me entra, que rico, muévete hijo, que gusto me da el condenado. ¡Madre mía!, que morbazo tener al crío así encima. Hasta me he corrido y todo, pero lo tengo tan mojado, que casi no se la siento ya, me parece que voy a ir a buscar a unos chicos un poco mayores para que me acaben la faena.
—Jajaja, claro, tú aprovecha, que aquí tienes de todo. Mira como salen esas todas manchadas de semen del reservado, menuda fiesta que se deben haber dado ahí dentro. Ahí vienen las nuestras también.
Diciéndome mi hija:
—Mamá, un señor me preguntó que quien era mi madre, que quería hablar contigo.
—Ves, ya te dije que a alguno le iba a gustar, seguro que es para pedírtela —dijo mi amiga.
—Sí, ya habló con papá y él le dijo que te preguntara a ti. Es que mi padre se quedó con su hija ahora en el reservado —sorprendiendo a la señora:
—Vaya con tu padre. Bueno, vamos para allá.
Al entrar en los reservados, en el primer cuarto, vi como un señor se la estaba metiendo por el culo a uno de los críos, mientras otro se la chupaba por delante, Me quedé unos segundos mirando hipnotizada, porque nunca había visto algo así y era todo un espectáculo de lo más morboso, pero mi hija tiró de mi diciéndome.
—Venga mamá, que está el señor esperando.
Comentándome mi amiga, mientras se reía:
—Jajajaja, parece que tu hija tiene prisa, que rápido le ha cogido el gusto a esto.
Después de pasar por varios de los reservados viendo las imágenes más excitantes de mi vida, ya un poco acalorada llegamos a donde estaba el señor, que me dijo:
—Encantado de conocerla señora. He estado un rato con su hija y me encanta, además de ser una preciosidad, es muy simpática y antes de llegar a mayores con ella, quería su consentimiento.
—Parece que mi marido ya está de acuerdo, ¿no?
—Sí, él sí. Ahora está con la mía. No se preocupe, señora, la trataré con cuidado, estoy acostumbrado a estar con ellas.
—Ya, bueno, pues nada,, hija, quédate con este señor si quieres, que yo voy a echar un vistazo por aquí.
Después de dejar a mi niña allí y viendo lo poco que le importaba a su padre que un desconocido se la metiera por primera vez, quizás cegado por la lujuria, como cuando te ponen ante un escaparate de pasteles y te entra la ansiedad por no poder comértelos todos, mi amiga me dijo que nosotras siguiéramos a lo nuestro, y en uno de los reservados nos encontramos a cuatro chicos ya adolescentes con unos cuerpos de modelos, y les preguntamos:
—¿Qué hacéis aquí solitos?
—Descansando un poco, señora. Se acaban de marchar dos viejas que parecía que hacía mucho tiempo que no veían una polla.
—Pero os quedará un poquito para nosotras, ¿no?
—Claro mujer, estos siempre tienen en reserva —me dijo mi amiga.
Y allí nos pusimos con ellos; al poco rato de toqueteárselas ya las tenían duras otra vez. Por fin iba a poder disfrutar de unas buenas pollas y después de chupándoselas un poco a los cuatro, ya le pedí al primero que me la metiera porque estaba ansiosa de sentirla dentro de mí. Me empezó a bombear con fuerza, con un vigor al que no estaba acostumbrada y mis gritos debieron de oírse en todo el club, cuando el otro chico me la metió por el culo a la vez que tenía la de su amigo en mi vagina, cumpliéndose uno de mis sueños de ser penetrada a la vez por dos pollas. La sensación fue indescriptible y creo que me produjeron el mayor orgasmo de mi vida, quedándome prácticamente desmayada, sin fuerzas para chupar la del otro chico que me la daba en la boca.
Al salir del reservado nos encontramos a mi marido con el marido de mi amiga, comentando que este año no había visto a ninguna chiquilla embarazada, y al escucharles otro, les comentó:
—Sí, hay una. La tienen en un reservado para que no la vean mucho, porque no la iban a dejar descansar a la pobre. Venir que os la enseñe.
Nos fuimos detrás de él y al llegar al fondo, abrió una puerta, viendo que allí estaba una chiquilla rubia de piel blanca, de unos 14 años, con las tetas hinchadas como balones y una barriga ya de unos 6 o 7 meses que estaba siendo follada por un hombre de unos 40 años que cuando iba a correrse se la sacó y se lo echó encima de la barriga, pero vimos que tenía las tetas todas mojadas también y una señora que debía ser su madre nos dijo:
—Es que tiene mucha leche ya y se le sale toda. Conviene sacársela de vez en cuando.
Nuestros maridos se pusieron a chuparle un pecho cada uno, sorbiendo los chorros de leche que iban saliendo, pero poco pudieron aguantase sin metérsela, aunque mi marido me dijo que ya se había corrido 4 veces en toda la noche, pero al ver aquello, se le había puesto dura otra vez y no iba dejar pasar la oportunidad de gozar con esa preciosidad, aunque no le saliera ya casi nada. El marido de mi amiga sí que se corrió bastante todavía, diciéndonos la madre de la niña, que ya se iban a ir, porque había estado con 8 hombres y que estaba cansada ya, por lo que en su estado tenía que descansar, aunque el ginecólogo les había dicho que era bueno que siguiera teniendo sexo durante el embarazo para ayudarla a dilatarse más para el parto.
Parecía que la fiesta estaba llegando a su fin y la gente empezaba a marchándose, así que nos despedimos, prometiendo que volveríamos en cuanto hubiera otra reunión, estando entretenidos durante el viaje de vuelta, porque nuestros hijos nos iban contando entusiasmados las experiencias que habían vivido en ese maravilloso Club.
Felicitaciones Veronicca , que delicia de relato , muy buen estilo , espero ansioso la continuación , muchas gracias !!
en serio existe eso? de donde eres?
Mmm me ha gustado mucho esta historia. ¿ Habrá segunda o tercera parte? ¿ Arás otras historias de este tipo?