EL MENOR (VIAJE II)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por XCITANTDLC.
Me pregunto cuál era mi posición favorita.
Le conteste que en verdad disfrutaba de todas pero que me gustaba más cuando me cogían por atrás, Te veía cómo se te salían los ojos cuando me mirabas, le dije.
Entonces empezó a jugar, me agarro una teta y me dijo: ¿de quién es esta teta?, al pasar por mi cintura ¿de quién es esta cinturita? paso su mano por mi entrepierna y también me pregunto: ¿de quién es este chochito? me toco el culo ¿de quién es este culazo? Y respondiendo a todo es tuyo.
El solo hecho de estar hablando de algo tan vulgar, despertó los deseos y advirtió que su miembro comenzaba otra vez a crecer.
Seguimos charlando le acariciaba por momentos la verga y el culo, metía la mano debajo de su ropa interior y la saque aún dormida.
¿Qué pasa mi bebé?, ¿por qué está tan triste? Le decía mientras lo manipulaba de un lado para el otro.
¿Qué le han hecho para que no pueda ni pararse?, ¿no quiere entrar al huequito que tanto quieres? le estaba ofreciendo algo que de solo pensar lo apretadito que sería se le subían otra vez los humores.
Me recosté y suavemente saque una teta, mostrándosela le pregunte: ¿quieres? No respondio, simplemente se aproximó por detrás.
Tenía el calzoncito negro que se veía divino y contrastaba con el color de mi piel, haciéndome aún más atractiva aquella parte gloriosa de mi cuerpo.
Me lo quito lentamente y se pegó poniendo su verga aún dormida en contacto con la raja de mi culo, sin mover mi cuerpo y abriendo con una de mis manos mis nalgas, termine por acomodarla en la entrada de mi ardiente ano.
Este contacto nuevo y placentero hizo que su miembro comenzara a despertar lentamente, sentí que su bulto crecía con los movimientos sensuales y casi imperceptibles que hacía, hasta que se irguió orgulloso para un nuevo desafío.
Estiro el brazo para alcanzar la botellita de aceite del velador, no sin antes decirme: No te muevas, con mucha delicadeza me paso el líquido lubricante en mi hermosa entrada y partes circundantes.
Anticipándose a lo que sin remedio estaba por ocurrir, le reclame: no seas cruel, no me digas que me la vas a meter por ahí.
No me respondió, estaba con la idea fija y nada ni nadie lo harían desistir de su propósito.
Con el aceite que quedaba entre sus dedos lubrico la punta de su pene y se asomó para metérmela en aquel glorioso huequito.
Espera por favor, le suplique, no lo hagas sin que yo pueda disfrutarlo.
Le pedí abrir el ropero de madera que estaba justo en frente de la amplia cama, en el interior de una de las puertas había un espejo de cuerpo entero y de acuerdo al ángulo de apertura que se le diese, bien podría reflejar lo que pasaba o más bien, permitía ver todo lo que nosotros hacíamos.
Ahí está bien, le dije mientras permanecía, ahora ven a mi lado y termina lo que empezaste.
Lo puse a mi lado, me acaricio suavemente el culo y el chochito que nuevamente estaba mojado, abrí las piernas y mirando hacia el espejo le dije: mira que bello panorama, mira qué lindo se ve, me levanto un poco más la pierna hasta que se me veía íntegro y abierto el conejito.
Entonces introdujo su miembro en mi ardiente interior, a manera de preámbulo de lo que era ya inminente.
En forma suave sujetando con una de sus manos mi pierna que estaba en el aire se dedicó al mete y saca, en forma lenta observando cada detalle a través del espejo, haciendo que su verga se viera íntegra al salir y al empujar, sus huevos se apretujen a la entrada de aquel boquete sensual.
Al ver tan explícito espectáculo, baje mi mano y cogió sus dos bolas en forma jocosa como era mi costumbre: y estos dos metiches porqué se quedan en la puerta.
Sin darme respuesta seguía con el frenesí de meter y sacar, por momentos olvidándome y haciendo algunos movimientos bruscos.
Por mi estado de excitación podría alcanzar un orgasmo en esa situación tan inverosímil: viendo a mi hermano cogiéndome por detrás a través del espejo, disfrutando por partida doble de esa forma de fornicar.
Empecé unos masajes circulares y suaves alrededor del clítoris, mientras Juan Carlos en la forma más delicada que podía, seguía mandándome por detrás.
Puedes acabar ahora mi amor, me pregunto, si hermanito, métemela en el lugar que ambos deseamos y verás cómo acabo, le conteste.
Claro que no esperaba semejante respuesta, saco su verga de mi chocho y soltando la pierna que sujetaba, logro que instintivamente sacase más el culito empujándolo hacia él, abriendo ligeramente las nalgas con una de mis manos, ofreciéndole el camino libre hacia la invitación que nadie podría resistir.
Tomo la precaución de poner otro tanto de aceite a su verga e inicio el acercamiento para la penetración.
A través del espejo se podía ver como acercaba su miembro duro y orgulloso a mi culito atento y sobresaliente que ofrecía.
Puso la cabeza en contacto con mi ano, contuve la respiración como quien espera un desenlace final.
Sin perder el impulso, siguió empujando y noté que su verga era un poco gruesa para tan apretado orificio porque se resistía a recibirlo.
Ya decidida saque más el culo hasta formar un ángulo de noventa grados con mi cuerpo y agarrando su verga con una mano, la guie hacia mí en forma firme y sostenida.
Con mi ayuda y el empuje de mi culo, no hubo mayor problema, en el triunfal ingreso de su verga en esa parte prohibida, lo apretaba.
Hizo su parte y empujo suavemente hasta el lugar donde ya no había posibilidad de retorno, en el punto preciso en que daba lo mismo que la saque o la siga metiendo, por lo que me quede sin respiración.
Quédate quieto, le dijo en forma autoritaria, no te muevas Juan Carlos, ahora en forma más dulce.
Lentamente desplace mi mano hasta mi chochito y sin permitir que me perturbara con ningún movimiento, empecé a masturbarme suavemente, influida por el placer acompañado del dolor, me masturbaba en una forma muy delicada, disimulada y hasta secreta, sin hacer muchos movimientos y tratando de no emitir ningún ruido.
Sentía que alcanzaba el orgasmo, un orgasmo que lejos de ser como los anteriores que acontecieron con un sinfín de movimientos y alaridos, éste fue uno silencioso, en un estado de quietud de mi cuerpo que apenas se percibían los espasmos, no sé si por estar con su verga dentro como clavada por una estaca por detrás, tuve un orgasmo apenas perceptible.
Sea cual fuere el verdadero motivo, goce en forma casi secreta, apenas delatada por un sudor frio que recorrió rápidamente mi cuerpo, mientras me estremecía cerrando los ojos.
Mi hermano permanecí inmóvil, empujando su verga porque mi culito.
Empecé a moverme rítmica y suavemente, empujaba y recogía el culo con solo movimientos de cintura, con el resto de cuerpo inmóvil, lo que se veía muy sensual.
Esto hacía que su lubricado pene entre y salga de aquel glorioso huequito sintiendo ser apretado por todos lados, en una especie de prisión cariñosa y feliz.
Vio a través del espejo mi rostro completamente lleno de placer, mis hermosos ojos cerrados y mi boca entreabierta y ante tanta belleza, solo de verme tan complacida le dieron ganas de correrse.
En ese estado de placer, sentí que la leche al salir de su verga, luchaba por abrirse paso en aquel estrecho túnel, a última hora alcanzo a sacar su verga para ver las última gotas ya muy débiles de su leche, ahora muy escasa y casi transparente.
Sin darle tiempo a mi huequito cerrarse herméticamente y aprovechando que su verga aún estaba dura y lubricada, me la volví a empujar hasta el fondo, obteniendo como resultado esta vez, mi protesta, baboso me dolió aahhhhhgggg, imbécil, tontooooooooo.
Eran alrededor de las seis de la mañana cuando después de una corta conversación, nos pusimos de acuerdo para reiniciar el viaje.
Esa misma mañana llegamos a destino, nuestro padre ya nos esperaba, pensamos que nos quedaríamos ese día pero vaya sorpresa, ya tenía los boletos de regreso y así fue, nos despedimos y de regreso a casa.
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