Fantasía III
Una conversación con mi esposo. .
Eran pasadas la 9 de la mañana cuándo mi primo me dejó en mi casa. Después de una breve despedida, ya nos habíamos despedido en el motel, esperó que entrara y se fue.
Sentí una pequeña angustia de pensar que no lo vería nunca más. Apoyando mi espalda en la puerta hice un breve repaso de la noche y me sonreí.
Caminé al dormitorio y mi esposo y mi hija dormían plácidamente. Seguro se quedaron dormidos esperándome. No quise despertarlos, no quería dar explicaciones, sólo quería dormir, estaba agotada. Me fui al dormitorio de mi hija, me desnudé y me acosté en su cama, pensé en que iba a decir, pero no alcancé a pensar mucho, me quedé dormida inmediatamente.
– Mamá, mamá… – abrí los ojos como pude, era mi hija hablándome.
– Si, qué pasa? – le pregunté.
– Mi papá dice que el almuerzo está listo, que vayas a almorzar –
– Que qué hora es ? –
– Van a ser las 3 de la tarde –
– Oh, que tarde es, hola mi niña como si estás? –
– Bien mamá –
– Está bien, me voy a dar una ducha y voy a almorzar, usted recoja mi ropa, que estaba regada en la alfombra y me la deja en mi cama – me levanté desnuda y me fui a la ducha. Sentir el agua caliente correr por mi cuerpo fue una sensación muy agradable. Pasé mis manos por mi cuerpo recordando sus caricias. Sentir mi pubis caliente y palpitar mientras me acariciaba, mi cerebro me tiraba imágenes una tras otra, como si vinieran de una impresora. Cerré la ducha y me sequé el pelo. – Para mis 28 años me veo bastante bien – me dije a mi misma mientras me veía al espejo.
– Hola, qué rico se ve el almuerzo – dije besando a mi esposo en los labios y después a mi hija en la mejilla. – Tengo mucha hambre – corriendo la silla y sentándome.
Después del almuerzo me fui a la cama a dormir otro poco, con el estómago lleno me vino un relajo que no quería nada más.
– Y como estuvo anoche – me dijo mi esposo sin mirarme –
Lo miré y no tenía muy buena cara. Lo entendía pero no tenía ganas de dar explicaciones.
– Te parece si a la noche hablamos, no tengo ganas de discutir ahora – desde hacía un tiempo que con mi esposo teníamos discusiones por diferentes cosas. Teníamos opiniones diferentes y conversábamos, por lo general llegábamos a un consenso por lo que nuestra relación no se deteriorada. En la parte sexual, seguramente por lo mismo, por las preocupaciones del trabajo o por las dudas, había venido decayendo, al punto de tener a lo más, sexo una vez por semana y sería todo. Tal como lo digo, teníamos sexo, porque lo necesitábamos, sin caricias, sin besos, sexo puro y duro. En lo único que no discutimos, era el cuidado de nuestra hija y darle lo mejor que pudiéramos, sin ocultarle nada. Respondiamos a todas sus preguntas tratando de no ser muy explícitos. Con respecto al sexo ya se lo habíamos explicado una vez que nos vio haciéndolo. Ella se bañaba con su padre una vez a la semana. No tenía problema de que ella lo viera desnudo, de chica lo había visto desnudo y no iba a prohibirle que lo viera ahora. Sólo a mí esposo le puse condiciones con respecto a la ducha con la niña y mis cuidados que debía tener. En mi niñez, varias veces me duché con mi papá sin que el tema sexual tuviera alguna notoriedad. Para mí no era un tema verlo desnudo, era como un día verlo con bigotes y al otro día no. Me daba cuenta si tenía o no bigotes, pero seguía siendo mi papá. Lo mismo me pasaba con verlo desnudo. Incluso muchas veces me metí a su cama estando él desnudo. Además de que a mi primo lo había visto desnudo desde chico y lo había visto crecer, literalmente. De manera que sabía perfectamente lo que era un pito, para qué servía y cómo se hacía. Por eso no tuve problemas en que mi hija se duchara con su padre, que aveces se metiera a la cama a regalonear con él.
Cuando desperté estaba oscureciendo, había dormido un par de horas profundamente, sentía un cosquilleo y una flojera por todo el cuerpo. No quería levantarme, tomé el control y encendí el televisor, mientras ordenaba mis ideas y cómo iba a responder las preguntas lógicas de mi esposo.
Llegó mi hija, me dio un beso en la mejilla y se acostó a mí lado. Yo estaba semi desnuda metida debajo, por lo que le dije que se metiera debajo. Estuvimos viendo televisión por un buen rato. Después llegó mi esposo y preguntó si queríamos tomar once o comer algo. – Algo – dijo mi hija riendo. Trajo una bandeja con diferentes cosas, dulces y saladas. Puso la bandeja en la cama y se acostó al lado de mi hija. Me parecía raro su comportamiento, nunca era tan amable y tan preocupado.- Voy a tener que salir más a menudo – pensé sonriendo. Después se levantó y se llevó la bandeja, se acostó, abrazó a mi hija y nos pusimos a ver una película los tres.
Ya era tarde, me estaba dando sueño y le dije a mi hija que se fuera a acostar. Ella quería dormir con nosotros, mi esposo le dijo que teníamos mucho que conversar, de manera que ella tenía que irse a su cama. De mala gana se levantó y se fue, vestía una remera corta y unas bragas pequeñas.
– Bueno, qué pasó anoche ? – cuéntame.
Mi esposo no sabía de mi primo y nunca le había hablado de él. De manera que comencé desde el principio.
– Él era un hermano para mí, siempre estuvimos juntos desde chicos, andábamos de la mano para todos lados, dormíamos juntos y hasta nos bañábamos juntos. Tu comprenderás que lo vi desnudo de chico y el a mi. Nuca tuve problemas con éso, lo vi crecer a él y a su pito. Jugábamos al papá y la mamá, se suponía que cuando grandes nos íbamos a casar. Cuando tenía 10 años y el 13 éramos novios, yo lo quería y él me adoraba, me cuidaba, me hacía sentir bien. Lo único que no hicimos fue el amor. Pero al verano siguiente, me dije yo, vamos a hacer el amor, porque lo amo.
Al verano siguiente no lo vi y lo esperé todo el verano, hasta lloré de desilusión.
Al otro año al papá lo mandaron a una especialización a otro país y se fueron todos. Él comenzó a estudiar allá, después entró a la universidad y mis tíos se regresaron. El siguió estudiando, egresó y se casó. Desde los 10 años nunca más lo vi, incluso hasta había olvidado su cara. Cuando llegó a la fiesta no lo reconocí, tenía rasgos familiares, lógico si tenemos casi los mismos genes y nos parecemos mucho. Pero yo recordaba su cara de niño y él era todo un hombre. Comprenderás que verlo y reconocerlo se me vino toda mi niñez encima y mi amor brotó con la fuerza de la primavera, incontenible. El primer beso fue en la mejilla, pero nosotros nos dábamos besos en la boca, besos de niños. Y ése fue el beso que le di cuando estuvimos solos, él me devolvió el beso y a ese beso siguió otro. Como cuando nos besábamos nos tocábamos bajé mi mano y lo toqué. Hice lo mismo con mi esposo y tenía una erección.
– Oye, mira como lo tienes – le dije.
– Es que tu historia me tiene así – dijo
– Tenias abrazada a la niña así, con tu paquete contra sus nalgas ?
– No, no tenía una erección en ese momento, además de que ella está acostumbrada a que la abrace así –
– Sólo te pido que tengas cuidado con ella, es sólo una niña –
– Si, si lo sé, no necesitas decírmelo, pero sigue contando –
– Quieres que te cuente con detalles ? –
– Si, con lujo de detalles, sigue donde estabas –
– En ése caso tienes que desnudarte – rápidamente se desnudo y pude ver su desnudez a plenitud.
– Bueno, como te decía, lo tomé y se lo acaricié así – tomando su erección y acariciándole.
– Para estar más tranquilos nos fuimos al auto que le había prestado un amigo. Ahí seguimos besándonos y tocando nos. Me agaché y lo metí en mi boca y se lo chupé – haciendo lo mismo con mi esposo. Además que toda la conversación me tenía caliente. Entonces me dijo el que fuéramos a otro lugar, más privado y lo llevé al motel que nosotros íbamos siempre.
– Al entrar me ayudó a quitarme la ropa – me levanté y me saqué la remera y la tanga .
– Lo besé en la boca así y después se lo chupé – mi esposo llegó a crujir cuando su miembro llegó a mi garganta.
– Cómo lo tiene él ? –
– No preguntes tonteras, parecido al tuyo, qué importa, un pene es un pene. El comenzó a chuparme y estaba rico – mi esposo comenzó a hacer lo mismo.
– Ahora lo quiero adentro – le dije.
– Así? Te gusta así? Así te lo metía? – me preguntaba.
– Si, así mismo, más fuerte y más a fondo, así me cogia. Ay, qué rico, dame más – le decía y el se desesperaba por hacerlo mejor que mi primo.
– Toma, toma…es mejor que yo? Te lo hace mejor? – era tanta su ansiedad y su deseo que comencé a tener un orgasmo y el seguía y seguía hasta que me llenó con todos sus jugos acumulados. Nos fuimos a la ducha y volvimos a la cama. Le fui contando con detalles como hice el amor con mi primo y el iba haciendo lo mismo.
– Mira, está amaneciendo, hace cuantos años que no hacíamos el amor como ahora?
– No sé, no lo recuerdo, pero estuvo muy rico –
– Si, verdad? Yo también lo disfruté. Ahora vamos a ducharnos y a dormir un poco — Si y dale las gracias a tu primo – dijo sonriendo.
– Bueno, si tu quieres, no tengo ningún problema de pasar otra noche con él – le dije riendo.
Y yo que estaba preocupada por la reacción de mi marido. Pero si se hubiera enojado lo habría mandado al carajo y pienso que el lo sabía. Mejor sería buscarme por la buena, además de que mi primo mejoró la relación que llevaba con mi esposo.
Después de la ducha nos acostamos y dormimos juntos. Estaba feliz por cómo se habían dado las cosas. Había pasado una noche de amor embriagador con mi primo. Y había pasado otra noche de amor con mi esposo y el estaba feliz.
Sigue…
Yo estaría feliz que mi esposa me contara algo así.