La delicia de Alicia 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por LegiónOscura.
-¿Alicia es lesbiana?, es fue la primera impresión que me llevé mientras hurgaba su usuario en la laptop, había estado viendo videos de lesbianas, bastantes videos, al menos, había visitado unas siete páginas diferentes.
Volví a imaginarme a mi prima de esa manera, pero por mucho que lo intentaba no conseguía una respuesta lógica.
Definitivamente tiene la actitud, pensé, me desprecia, seguro hace lo mismo con todos los hombres que conoce, pero aun así, me parece difícil de creer.
Incapaz de seguir con mis pensamientos, me decidí a preguntarle personalmente.
Subí los peldaños de dos en dos hacia el tercer piso de la casa donde se encontraba tendiendo un cesto de ropa limpia.
Me detuve en la puerta a contemplarla, la forma en la que se asomaba su ombligo por debajo de su blusa mientras se estiraba para alcanzar el tendedero más alto.
Sus torneadas pantorrillas siempre escondidas por debajo de alguna ropa deportiva holgada hacían un descomunal esfuerzo y sus pechos se remarcaban contra aquella apretada blusa gris.
Me acerqué muy despacio, esquivando la ropa que se agitaba con el viento hasta que estuve tras de ella y, sin ningún cuidado, jalé el elástico de su pantalón descubriendo sus firmes nalgas.
Alicia profirió un grito y más rápido que de inmediato se giró para plantarme una bofetada que casi me derriba al suelo.
-¿¡Que mierda haces¡?, me preguntó mientras se cubría las nalgas con las manos.
-No era para que me pagaras, me masajeé la mejilla y Alicia volvió lentamente a su tarea, ¿Oye cómo está tu amiga Sofía?, Alicia levantó una ceja un poco confundida, tú y ella pasan mucho tiempo a solas, Alicia terminó con la ropa y se sacudió la camisa.
-Sí, ¿Qué tiene?, ella viene, hacemos tarea y ya, la vieja excusa de la tarea, ¿Por qué clase de tonto me tomas?, con ese pensamiento en mi mente me sonreí de medio lado.
-¿Por qué no la invitas a casa?, pero Alicia me respondió cruzándose de brazos.
-No la traeré aquí para que sea blanco de tus perversiones, puedes irte olvidando de tus ideas de tríos,
-De hecho, estaba pensando en que ustedes lo hicieran mientras yo las veo pero si quieres un trió pues…, la bófeta fue tan rápida que no la vi, el golpe me derribo al suelo, por fin, caí sobre mi trasero y mi espalda quedó contra la barda del patio.
-¿Un trió?, preguntó la chica con una mirada asesina, ¿Eso es en lo único que pensabas simio?,
-La idea del trió la dijiste tú, yo solo quería verlas a tu amiga y a ti, Alicia se sacó las botas y me pisó con suavidad la entrepierna con su pie derecho.
-¿Qué le quieres ver a Sofía eh?, la chica comenzó a acariciarme sobre el pantalón con su pie y yo no pude evitar ponerme duro como una roca, ¿Piensas que es más bonita que yo?, yo le negué con la cabeza pero ella no dejaba de restregarme.
Mi pene se rozaba contra mi ropa interior, estimulando la punta y dejándome en una incómoda posición, tu cosa está dura, solo porque la estoy tocando indirectamente, eres una vergüenza, mi prima quitó su pie de encima dejándome con una fuerte erección.
-No tienes que ser así de agresiva, la chica se dejó caer de rodillas delante de mí y sin avisó le dio un manotazo a la tienda de campaña que se formaba en mis pantalones, me doble de dolor, pero ella me agarró las mejillas, clavándome las uñas en los cachetes.
-Yo soy contigo como quiera, podía sentir su otra mano bajándome la bragueta del pantalón y su mano, más rápida que el rayo, se apoderó de mi herramienta para masturbarme.
Despacio, su mano descubría la piel de mi verga con suaves movimientos arriba y hacia abajo.
Sus manos estaban frías de haber colgado la ropa húmeda y ese frio, parecía crear vapor al tocar mi caliente miembro, enviando escalofríos por mi espalda.
No tarde mucho, no con la mirada de deseo que me daba, en explotar.
Mi semen salió disparado, cayéndole en la mano y el resto se derramó sobre mis pantalones.
La chica lamio lo que quedó de mi semen en sus dedos.
-Eres un gusano, me dijo, pero antes de que se fuera la atrapé por la muñeca y le dio un tiro para que cayera sobre mis piernas.
Renegó, pero no tardó en enredarme los brazos alrededor del cuello.
-Vamos a tu habitación, pero ella negó con la cabeza.
-Tengo tarea, dijo.
-¿Y si le hablamos a Sofía para que te ayude a terminarla más rápido?, Alicia se cruzó de brazos mientras yo la abrazaba por la cintura, luego suspiró y miró el reloj de mi muñeca.
-Solo un rato, le asentí con una sonrisa y casi a tirones la llevé por las escaleras para meternos a su habitación.
Tuve que arrojar todos sus muñecos de felpa al suelo, estovaban.
La desnudé tan tapido, que su brazo se atoró un par de segundos en su sostén mientras intentaba sacárselo.
Nos besamos demasiado poco, mi mente tenía una idea desde hacía un buen rato.
-Cúmpleme una fantasía, le dije, pero se sonrió ampliamente.
-Contrólate insecto, que haya aceptado a venir aquí no te da derecho de hacer lo que quieras, tendremos sexo normal y se acabó, aunque estaba sentada entre mis piernas mientras se quitaba sus largas medias blancas frente a mis ojos, no estaba dispuesto a dejar pasar semejante oportunidad, amén de que quizás después no me volvería a hablar.
Me abalance sobre de ella, sometiéndola con fuerza.
-¡Suéltame¡, pero ya estaba a medio camino, le quité una de sus medias de la mano y le dio la vuelta a la chica que ya tenía desnudo del torso para arriba.
Boca abajo, le amarré las manos tras su espalda con mucha fuerza, ¡Desátame enfermo¡, no podía, sin pensar, metí mi nariz entre sus nalgas y dio una fuerte aspiración.
Alicia se revolcaba contra la media mientras yo aspiraba el aroma de su sexo, penetrante y pude notar una ligera línea de humedad dibujándose contra la tela.
Mi prima pataleaba fuertemente pero mi peso aplastaba sus piernas, le quité los pantalones de un tirón pero conservé su ropa interior, quiera jugar con ella despacio.
La jalé por la cadera para ponerla a cuatro delante de mí y metí mi cara entre sus piernas, lamiéndola sobre su ropa interior.
La chica gimió, pero peleaba tanto que apenas si podía notarlo.
Pasé mi lengua sobre su vagina, y la humedad de sus jugos terminó por arruinar su ropa interior.
-¡Deja de moverte tanto¡, le di una nalgada, que pareció retumbar en toda la casa.
-¡Óyeme imbécil¡, hecha una furia, mi prima intentó darse la vuelta pero yo la atrape por el estomago y le di otra nalgada, ¡Deja de pegarme animal¡, y otra más, cada sonido de chapoteo mientras mis manos hacían vibrar sus nalgas, le planté un beso en la parte baja de la espalda y le di otra nalgada mientras le quitaba su otra calceta.
Le cubrí los ojos con ella, aunque con un poco de dificultad.
Luego me puse de pie para ver mi obra de arte: mi prima a cuatro, vendada y atada, con la respiración a mil por hora, intentando casi sin fuerzas soltarse.
Esa escena puso a mi cabeza a dar vueltas mientras todas mis hormonas se acumulaban como perros hambrientos tras una cerca.
Salí corriendo del cuarto en dirección hacia la cocina, abrí el refrigerador y saque una cartera de hielos del congelador y cerré de un azotón.
Mi prima seguía en la misma posición, parecería que estuviera esperándome.
-Siempre he tenido curiosidad, le dije, de saber cuántos de estos pueden entrar, hic crujir los hielos y la chica giró la cabeza hacia ambos lados.
-¿Qué es eso?, preguntó con voz temblorosa, dime dónde estás, trepé de nuevo a la cama y le baje los calzones hasta quitárselos, te dije que sexo normal, yo me sonreí ante sus inútil resistencia pero, aunque no lo parecía, no soy tan bruto.
-Relájate, será mejor para ti si lo haces, metí mi dedo medio en su vagina a lo que mi prima reacciono dando un largo gemido, la calidez de sus entrañas parecía querer derretirme el dedo mientras lo sacaba y metía de su interior.
Le besé sus glúteos, enrojecidos por las nalgadas, ¿Te excita estar así?, pregunté, pero ella me negó con la cabeza, sin embargo, podía sentir sus labios vaginales apretando mi dedo, jalándolo dentro, bueno, saque mi dedo para lamer su lubricación, ya veremos si no es así, terminé de romper los hielos hasta que logré sacar uno, cuadrado y sumamente frio.
-¿Qué es eso?, ¿Qué trajiste?, sin responderle, puse el hielo contra su vagina lo que le sacó un grito, intentó escapar lanzándose hacia delante, pero la detuve por una pierna, ¡Está frio¡, ¿Qué estás intentado hacerme?.
-Te dije que te dejaras de mover, me metí el hielo a la boca, lo escupí y sin avisar lo deslice dentro de su vagina.
-¡Está frio¡, me grito, ¡Sácalo¡, lamí otro y también lo introduje muy despacio, disfrutando del delicioso temblor de su cuerpo por el frio, los espasmos de su cuerpo parecían estar danzando para entretenerme, su vientre contrayéndose y los dedos de sus pies completamente tensos.
Restregué la punta de mi pene contra su entrada y la penetré a cuatro.
-Esto se siente increíble, le dije mientras le acaricia las nalgas, el frio entume mi verga pero la suavidad es fabulosa, comencé a bombear a mi primita de afuera hacia adentro, disfrutando de revolver los hielos dentro de su vagina con mi herramienta.
Las sábanas se estaban empapando por el hielo derritiéndose en su interior pero no había forma de parar, era demasiado bueno, saqué otro hielo y lo puse en su ano, sujetándolo por fuera.
Ella gemía, mientras contraía las paredes de su vagina, apretándome con fuerza, apuré mis pistonadas dentro de su cuerpo, intentando llegar todo lo profundo que mi pene me permitía.
-Diablos, no pude contenerme y me vine con fuerza en lo más profundo de su cuerpo, el calor de mi semen contrastaba con el ligero frio de su vagina mientras derramaba mi semilla.
Sin sacar mi pene, me deje caer sobre ella para amasarle los pechos y besarle la espalda, eso estuvo genial, le dije pero ella no me contestó.
Le descubrí los ojos, saqué mi verga y le di la vuelta para que me viera.
Aun tenía una mirada ligeramente enojada pero no como al principio, parecía un tanto relajada.
-¿No te corriste verdad?, ella negó.
-Desátame, me dijo, pero yo no me moví de mi lugar, ¡Que me desates¡, me recosté a su lado, dejándola usar mi brazo como almohada, apresándola un poco contra mi pecho.
-Bueno, no puedo dejar las cosas así, hare que te vengas, quiso reclamar, juro que lo quiso hacer, pero mi boca fue más rápida para silenciarla con un beso, deslicé mi manos sobre sus pechos sin dejar de besarla hasta recorrer todo su vientre y llegar a su vagina, húmeda y tibia, dijiste que no te había gustado, pero mira cómo estás, hurgué sus genitales un poco, pero no quería perder el tiempo.
Atrapé su clítoris entre mis dedos pulgar e índice y le di un ligero tirón.
Eso fue suficiente para que la chica diera un suave gemido.
-Hazlo más fuerte, apenas pude oír su petición.
-¿Cómo dijiste?, pero ella no tenía intenciones de repetirlo, tienes que decirme que es lo que quieres que haga.
-Que lo hagas más fuerte, de nuevo, su voz fue tan baja que casi pareció un susurro.
-Vas a tener que gritar.
-¡Que lo hagas más fuerte carajo¡, un poco asustado pero compadeciéndome de la avergonzada Alicia, volvió a tomar su clítoris entre mis dedos y lo agité con brusquedad.
La chica gimió de nuevo y me besó casi al mismo tiempo, me mordió el labio inferior pero yo apenas le devolvía el gesto, quería estar concentrado en mi mano.
La piel de mi prima está ligeramente húmeda por el sudor, pero su vagina palpitaba de placer y su cara me daba una expresión de satisfacción.
Mis dedos recorrieron la extensión de sus labios hasta que por fin la chica experimento un delicioso orgasmo.
Todo su cuerpo se tensó enormemente, tanto, que creí que su espalda se partiría en dos.
Su cuerpo quedó ligero después, abracé contra mi cuerpo mientras le desataba las manos que me hecho al cuello una vez libre.
-Y yo que pensé que eras lesbiana, Alicia levantó una extrañada mirada y se alejó de mí un poco, ¿Qué no lo eres?
-Claro que no, estúpido; si fuera lesbiana no me habría metido contigo.
-Entonces, ¿Por qué vez videos de lesbianas?, los vi en el computador, Alicia suspiró despacio.
-Tú los vez, quería entender que es lo que te gusta y eso, solo eso, era la primera vez que de los labios de aquella mujer no salía un comentario hiriente o sarcástico, parecía estar diciendo la verdad.
-¿Te interesaste por mi?, Alicia hizo una seña de más o menos, hagámoslo de nuevo, le dije.
-Claro que no, la chica se giró para estar boca arriba y cubrió sus ojos con el dorso de su antebrazo.
-¿Por qué no?, pensé que lo estábamos disfrutando.
-Me duele el trasero ya que me estuviste nalgueando, eso sin contar que alguien metió hielos en mi vagina, dame una media hora y si estoy de buenas quizás te deje ayudarme a vestirme.
-¿Eso qué tiene de excitante?, pregunté pero la chica se encogió de hombros.
-Para un pervertido como tú, no será difícil orgasmearse con verme vestirme, tienes la mente cochina, me crucé de brazos un tanto ofendido pero pelear no sería una opción agradable.
-Bueno no soy el único, me pediste que lo hiciera más fuerte.
-Voy a bañarme, la chica se puso de pie, más te vale lavarme esas sábanas.
-Ahora recordé, solo eres agradable cuando estamos teniendo sexo, por demás eres odiosa, la chica bufó antes de irse pero no pudo esconder esa sonrisa en sus labios mientras andaba hacia el baño.
FIN DE LA PARTE DOS
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