La Pesadilla
Ficción basada en un hecho real. .
Un ruido, un » click » me despertó a media noche. La luz pública que entraba a través de los visillos, me permitía ver toda habitación, nada se movía, ni siquiera entraba un poco de aire por la ventana, nada excepto la puerta, la que se habría lentamente. ¿ Quién será? Mi papá no, me dio un beso las buenas noches y se fue cerrando la puerta. Mi hermano? No, porque el llega y entra, no importa si estoy desnuda o no. Pero del año pasado que entró y yo estando desnuda, le dije que tenía que golpear antes de entrar a mi pieza.
La puerta continuaba abriéndose y me estaba dando miedo, de pronto se asoma una cabeza negra…
– ¡ Mama ! – grité lo más fuerte que pude.
La figura desapareció y llegaron en tropel mi papá, mi mamá y mi hermano. Salté de la cama y abracé a mi papá.
– Había un hombre – dije – un hombre encapuchado entrando a mi pieza –
– Tranquila, no hay nadie – dijo mi papá.
– Yo no vi nada tampoco y vengo de la otra pieza – dijo mi hermano.
Mi pieza estaba entre la pieza de mis padres y la de mi hermano.
– Tengo miedo papá, quédate conmigo un rato, mientras me duermo, por favor –
– Quédate con la niña un rato – le dijo mi mamá.
– Hijo, a acostarse que mañana nos levantamos temprano – le di mi mamá a mi hermano saliendo de la pieza.
Mi papá me acostó, me tapó y se sentó en la cama.
– Te vas a quedar ahí? Ven, acuéstate conmigo un ratito – le dije abriendo la ropa de cama.
– Seria sólo un sueño? – le pregunté abrazándolo y poniendo mi cara en su pecho.
– Si mi niña, una pesadilla seguramente –
– Se veía tan real – dije.
– Así son los sueños, parecen reales cuando uno está en ellos – dijo mi papá.
– Si, me ha pasado, pero cuando despierto se me olvida lo que estaba soñando. Pero éste no, recuerdo cada detalle –
– Bueno, vamos a dormir que mañana nos levantamos temprano – dijo.
– Pero no te vayas, no antes de que me quede dormida. Si ?
– Bueno, dese vuelta – dijo girándose hacia mí.
Me di vuelta y me abrazó cucharita, sentí un calorcito rico y una tranquilidad, que me pegué contra él. Sólo tenía puesto los calzoncillos y yo sólo una camisa de dormir corta, que me tapaba los justo cuando estaba de pie. Pero al meterse a la cama se me subía y era lo que pasaba ahora. Sentía contra mis nalgas su flacidez, pero aún así sentía su presión contra mí y me agradaba.
Me recordó que cuando chica, 6 o 7 años, en las mañanas los fines de semana, me iba a su cama y me abrazaba así y dormía desnudo. Mi mamá me retaba y me tenía prohibido hacerlo.
Puso su mano en mi estómago y se acomodó detrás mío. Hice lo mismo dejando su bulto contra mi vulva, tomé su mano y la puse en mi pecho, la sostuve hasta que me dormí.
Mi hermano me despertó a la mañana siguiente, mi papá no estaba y no lo sentí cuando se fue.
Después la rutina, la ducha, el uniforme, el desayuno y el colegio. Con mi hermano íbamos al mismo colegio, desde chica y el siempre me llevó y me trajo de la mano. Con los dedos entrecruzados incluso. A los 12, mi hermano tenía 15, le dije que no me tomara más de la mano, que ya estaba grande.
– Te molesta que ande de la mano contigo? – me preguntó.
– No, no me molesta, todo lo contrario, me gusta, eres mi hermano y te amo. Pero las pesadas de mis compañeras dicen que parecemos novios y no quiero que me molesten por tonterías –
– Pero no le hagas caso – me dijo.
– Mira, aquí en la casa me puedes tomar de la mano todo lo que quieras – le dije sentándose en su falda, como siempre le gustaba que me sentara.
Por lo general, la puerta de mi pieza no la cierro, siempre la dejo abierta. Quién más que mi padre y mi hermano podrían verme desnuda ? Pero esa noche la cerré y le puse un pestillo.
Me costó quedarme dormida, pensé decirle a mi hermano que durmiera conmigo. Pero no, no podía ser, me gustaría, pero ya sabía lo que podía pasar. Una vez cuando tenía 11 años y él 14, hubo un temblor fuerte y después, por miedo a otro, me acosté con él.
Me abrazó cucharita y se me quitó el susto. Comencé a sentir su dureza, ya sabía lo que era, ya lo había visto así antes, incluso se lo había tocado a petición suya, pero nada más.
– No te molesta? – me preguntó.
– No, está bien así – él estaba con slip y yo con una remera y calzones.
Sentía la presión intermitente de su glande. Sentía el calor, la suavidad y la humedad entre mis piernas. Me di cuenta que se había bajado los slip.
– Te puedo bajar los calzones, un poquito? – me susurró al oído.
Se sentía tan rico que lo ayudé. Ahora sentía su calor, su suavidad, su humedad y su dureza moviéndose entre mis labios vaginales. Si alguna vez me pregunté cómo se sentiría y lo hice, ahora lo estaba sintiendo.
Poco a poco la presión intermitente iba aumentando hasta que lo sentí entrar. Sorpresa porque no lo esperaba, dolor porque me dolió y tampoco lo esperaba y placer porque me gustó mucho.
En un principio eran u par de centímetros los que entraba y salía, después era todo, me penetraba a fondo, y en mi memoria me acordaba que era grande, no menos de 15 centímetros. Y ahora estaba todo dentro de mí, entraba y salía, al mismo tiempo olas de placer iban y venían. No hubiera podido imaginar nunca, aunque me lo hubieran contado con lujo de detalles, las sensaciones que recorrían todo mi cuerpo.
Finalmente hubo un estallido de placer cuando comenzó con sus estocadas a fondo, sus quejidos y su líquido llenando mi útero.
Después vino la tranquilidad, el relajo, la risa y el sueño.
– Hasta anoche era virgen – le dije a la tarde siguiente, cuando volvimos del colegio tomados de la mano. Realmente lo sentía más que mi hermano, era como mi novio.
– Yo también – me dijo haciéndome un cariño en el pelo y besándome suavemente en los labios. También fue mi primer beso de amor. Antes no habíamos besado en los labios, pero tan sólo piquitos, como saludo o despida.
Fue la primera vez que hicimos el amor y estuvo rico.
Me gusto leerte.
Promete mucho este relato, sigue contando como fue todo y como siguió.