Lucila II.
Mi hermana chica nos descubre..
Los días se subseguían sin muchas alteraciones, Lucila seguía tan caliente como siempre, aprovechábamos cada ausencia de nuestros padres para encerrarnos a follar como conejos, a ella le encantaba cuando le lamía su chochito por tiempo infinito, hasta que se corría en mi boca un par de veces, lo que más nos preocupaba era no dejarnos descubrir por nuestros padres, pero no habíamos pensado a nuestra hermana menor, Carolina, ella tiene solo trece años y no reparamos en que ella pudiese hacer algo contra de nosotros.
Así una tarde en que nuestros padres habían decidido ir a divertirse invitados por otras parejas, Lucila me llamo a su habitación, yo estaba jugando con la Play y me quede a terminar la partida, cuando llegue al cuarto de mi hermana, ella estaba con una remera y calzoncitos, dormitaba apoyada en su lado derecho, su pierna izquierda estaba doblada y podía apreciar sus hermosos glúteos, y marcada por la estrecha tela de la prenda, la rajita de su chochito, empalme inmediatamente, así que me saqué los pantalones y monté a horcajadas su muslo derecho comenzando a rozar con mi pene sus nalgas y conchita, ella no abrió sus ojos, pero inició a gemir.
Mis dedos se entremetieron bajo su calzón para sobajear sus hinchados labios vaginales, ella más gemía y yo más masajeaba su chocho, no aguante más y le bajé las bragas, se la comencé a chupar y a lamer desde atrás, sus gemidos aumentaron y su respiración se hizo afanosa, entonces me puse de costado y se lo enchufé fácilmente en su empapada vagina comenzando un mete y saca estable, me la culié por varios minutos mientras ella presionaba con sus nalguitas hacía atrás y abrazaba su almohada − ¡oh! ¡ssiii! Hermanito rico … házmelo más fuerte – empezó casi a gritar, había metido su mano sobre mi cadera y me empujaba para que se lo metiera más fuerte y rápido en su apretado chocho, así lo hice t cuando le vino la tembladera me hizo acabar, le mande unos cuantos hectolitros de lechita caliente dentro su sedienta chuchita, me quedé un ratito para recuperarme, le di unos besitos por sus hombros y acaricié sus téticas bajo la remera y ella me saco las manos y me dijo – buenas noches hermanito … ándate … tengo mucho sueño − la muy guarra me echo sin más ni más.
Me regresé a mi cuarto con la pija colgando y goteando fluidos, volví a jugar con la Play, ya me había entusiasmado con el juego, cuando siento que entra a mi cuarto Carolina, ella también con una remera y unos shorts de lycra muy ajustados, me dice que, si me puede hacer un poco de compañía ya que le teme a la obscuridad y todavía no tiene sueño, yo sin parar de jugar le digo que sí y ella se acomoda al lado mío, en lo mejor del juego nada más me quedaba una vida, mi hermanita pone su mano sobre la convergencia de sus muslos y comienza a pajearse por sobre la lycra, nada más mirarla, pues que me sale el “Game Over” − pues mira lo que me has hecho … he perdido la única vida que me quedaba … me has hecho perder el juego −le dije un poco ofuscado y sin poder perder de vista su mano que sobajeaba su coño.
− ¿Ustedes creen que yo no los he visto?… ¿piensan que porque soy chica no me doy cuenta de nada? – mi hermanita me estaba queriendo decir algo y yo no la quería entender – ¡pero de qué diablos me estás hablando Carolina! … te puedes explicar − le conteste haciendo ver que me sorprendía su suspicacia – pues tú y esa guarra de Lucila … los he visto y sentido follar cuando nuestros padre no están – me la soltó así de sopetón que no me dejaba espacio para alguna mentirilla – tu eres muy pequeña todavía y no sabes nada de nada – le dije con un tono de seguridad que no sentía, mi pene ya se había comenzado a endurecer mirando la entrepierna de mi hermana chica que ella no cejaba de sobajear – mira … o me haces lo mismo que haces con ella … o se lo diré a nuestros padres – me dijo mirándome con sus ojitos que le pestañeaban inocentemente.
− Carolina … tu eres muy chica todavía … no sabes lo que sabe tu hermana – le dije tratando de desalentarla – yo sé lo que ella te hace porque la he visto – me respondió apresuradamente − ¡ah! si … tú crees saber lo que ella me hace … demuéstramelo … hazme ver si sabes – le dije desafiante y ella se quitó su remera dejándome ver dos tetas que eran más grandes que las de Lucila, luego me tironeo mis shorts hasta las rodillas y envolvió mi pene en sus sedosos y enhiestos senos, mi verga endurecida por la situación erótica, alcanzaba sus labios y ella comenzó a mamar mi enrojecida polla.
Esta pequeña me la chupaba como una puta de profesión – ¿dónde has aprendido a hacer esto? … porque lo haces riquísimo – le dije acariciando sus cabellos y abriendo más mis muslos para dejarle más espacio – una amiga me enseño como encontrar sitios porno en mi celular … y ahí hay de todas las guarradas que tú quieras – me dijo entre lamida y lamida − ¿y que más has aprendido? … otra cosa que te haya gustado – le pregunté – quiero que te corras en mis tetas … también en mi cara – me dijo rapidito, sorprendiéndome un poco y comencé a mirarla como a una mujer.
Justo como ella quería, cuando sintió que mis glúteos se endurecían y mis muslos se tensaban, Carolina me dijo que me pusiera a horcajadas sobre su pecho, continuó a chuparme ávidamente hasta que recibió un chorrito de semen en su boca y luego me agarró en sus manos y se roció ella misma sus tetas y su cara, para luego continuar a chuparme hasta la última gota, después me empujó para que me recostara y ella me monto con su chorito sobre mi boca, su chochito casi lampiño brillaba húmedo e invitante, aferré sus caderas y la hice descender sobre mi boca, sus esponjosos y suaves labios eran acariciados por mí lengua y ella comenzó a gemir y a magrear sus redondas y exuberantes tetas, atrapó sus pezones entre sus dedos y los estiraba hacía arriba, haciendo parecer sus pechos todavía más grandes.
Carolina gemía y se quejaba más fuerte con grititos agudos − ¡ooohhh! si … que rico … chúpame más fuerte – me decía tensando sus muslos y agarrando mis cabellos, se corrió en mi boca refregando su chorito en toda mi cara, la acosté de espalda y continué a chupar su almejita que generaba fluidos en abundancia, luego subí a morder sus pezones y lamer sus tetas, ella subía su pecho enterrando sus tetas en mi boca, bese apasionadamente sus labios y ella respondió jadeando y respirando con la boca abierta.
Me puse entre sus piernas con mi verga dura como palo − ¡no! … tengo miedo – me dijo con un tono de terror en su voz – no temas … lo pondré solo entre tus muslos … nada más que eso – le dije tratando de calmarla, luego junte sus piernas y acomodé mi polla entre ellas y a contacto con sus inflamados y excitados labios, el roce me estaba llevando al goce – mételo … mételo todo … lo quiero sentir dentro – me dijo ella abrazándome estrechamente, me hice espacio entre sus muslos y ella abrió ampliamente sus piernas, froté mi glande contra la abertura de su chuchita, ella arqueó su espalda – métemela … ahora métemela toda – me dijo, yo empujé y luego algo cedió − ¡aaarrrgghh! … mi dios – grito Carolina, haciendo que me detuviera mientras su conchita se acomodaba a la penetración, ella como que se hundió en la cama y alzando su zona pélvica comenzó a follarme con su coño estrecho, yo comencé a moverme − ¡no! … no te muevas todavía – me dijo mientras ella se movía acompasadamente y sin prisa, luego me amarró con sus piernas – ahora … muévete … muévete rápido – me dijo apretándome contra sus tetas, comencé a culear a mi hermanita gozando de su estrecho coño que se tiraba pequeños pedos con el mete y saca frenético que le estaba proporcionando.
Sentí sus afiladas uñas desgarrar mis hombros y luego mi espalda − ¡aaarrrgghh! … ¡ooohhh! … ¡ooohhh! … que rriiiicooo … ¡aaarrrgghh – mi hermanita se estaba corriendo mientras me la culeaba furiosamente y lancé mis propios gritos, gruñidos y gemidos descargando mi semen dentro de ella, su estrecho chocho se contraía repetidamente alrededor de mi verga que latía dentro de su concha succionadora, Carolina me tenía inmovilizado con sus piernas y sus brazos, su pelvis no cesaba de moverse y tragarse mi polla que seguía expeliendo espermatozoos dentro de ella.
Estaba tan concentrado y ensimismado en mis acciones y sensaciones eróticas, que ni ella ni yo sentimos que se había abierto la puerta de mi cuarto – ¡desgraciado! … ¿qué estás haciendo? … ella es una niña – Lucila había entrado hecha un torbellino, me agarró por los hombros y me tiro fuera del coño de Carolina, solo entonces vi que la pequeña sangraba de su chocho, la había desvirgado, Lucila también se dio cuenta y me lanzo una bofetada que atrapé al vuelo – espera un poco maldita … escúchala a ella … pregúntale cómo fue que paso … − Lucila pareció calmarse y se quedó mirando a su pequeña hermana, Carolina se encogió de hombros – tenía que pasar … es lo mismo que haces tú con él … lo amenacé con decirlo a nuestros padres si no lo hacía conmigo … − dijo algo desafiante y sin pestañear siquiera, Lucila la quedo mirando y se le endulzaron sus ojos − ¡uy! hermanita … has crecido más a prisa que yo … también tienes tantos deseos como yo … ahora entiendo – dijo sentándose en la cama y volviéndose hacía mi dijo – perdóname … me ofusqué demasiado rápido … no sabía lo que había pasado – luego se volvió hacía su hermana − ¿eras virgen? … ¿estás sangrando porque eras virgen? le pregunto mientras acariciaba los cabellos de la pequeña, Carolina asintió con la cabeza, Lucila se giró otra vez hacía mí – que suertudo que eres … primero yo y después ella … has roto dos hímenes en menos de un año – no dije nada, solo sonreí con complacencia.
Carolina se fue a lavar y Lucila dijo que ella también necesitaba una ducha, ya que yo me la había follado poco antes que, a su hermana, así que yo me uní a ellas y nos fuimos los tres a la ducha, Lucila abrió el agua y dejamos a nuestra pequeña hermana en medio a nosotros dos, su culo bajito era rozado por mis cojones, Lucila comenzó a jabonar sus tetas hermosas y duras con la esponja y yo comencé a sobar mi glande en esos glúteos duritos de ella, muy luego Lucila estaba en cuclillas encargándose de su panochita y yo detrás con el pene duro, haciéndolo subir y bajar en medio a sus nalgas.
La mano de Lucila apareció entre las piernas de Carolina y agarro mis cojones, sentí que me acariciaba con la esponja y que guiaba mi miembro hacía el culito de la pequeña, se las ingenió a meter sus dedos en el rosado y rugoso orificio de su ano, la chiquitica gemía y se contorsionaba, subía una pierna y después se alternaba con la otra, se notaba que Carolina estaba muy caliente, Lucila tomó mi pene y lo coloco justo a la entrada del culito de nuestra pequeña hermanita, cuando estaba pensando en empujar suavemente para no hacerle daño, Carolina plegó su cinturita y se sentó en mi falo enhiesto tragándose la mitad de mi verga con su apretadísimo culo, mi pene estaba lleno de jabón y se deslizó dulcemente en ese trasero exquisito de mi hermanita menor.
Agarré sus téticas menudas y comencé un mete y saca con mis cojones todavía en manos de Lucila que acompañaba mis embates al culo de Carolina, luego ella siguió estimulando la vaginita de la pequeña que estaba en punta de pies y con las piernas ligeramente separadas gozando la penetración de su virgen esfínter, Lucila se levantó a mitad para comerse las téticas que se cimbraban verticalmente y yo la tomé de las caderas para darle verga con más fuerza, la pequeña movía su trasero hacía atrás con pasión, gimiendo y moviendo sus manitas en el aire como si quisiese atrapar alguna cosa invisible, Lucila refregó sus propias tetas con las de la pequeña mientras la besaba ardorosamente y ese fue mi limite, me vine con un caudal de semen en el recto de Carolina que jadeaba y gritaba pidiéndome más verga, los deditos de Lucila en su pequeño coño la hicieron correrse con espasmódicas convulsiones, sentí las contracciones de su ano que expulsaba mi verga chorreando esperma, no quedamos en silencio los tres, solo el rumor monótono del agua que escurría por nuestros cuerpos desnudos era audible.
‒ ¡Uuff! que rica cogida chicos ‒ dijo Carolina rompiendo el silencio ‒ ahorita entiendo porque les gusta tanto follar ‒ agregó mientras su mano se movía a aferrar mi verga flácida, le pidió la esponja a Lucila y comenzó a lavar mi miembro concienzudamente ‒ despacito pequeña … que después de ese culo estrecho tuyo me ha quedado delicado ‒ le dije y ella siguió lavándome suavemente, Lucila dijo que nos fuéramos a su cuarto, así que nos secamos y ellas como buenas hermanas se fueron de la mano mientras yo las escoltaba detrás.
Lucila se recostó y le dijo a Carolina de colocarse sobre su cabeza, la chica se dio vuelta y luego se trenzaron en un 69 de miedo, fluían torrentes de jugosos néctares de ambos chochitos, yo me senté en mis talones a deleitarme con tan excitantes espectáculo, mi verga volvió a ponerse dura y comencé a hacerme una chaquetica, la angelical e inocente carita de Carolina estaba deformada con el ceño fruncido en angustiosas y agónicas oleadas de placer y lujuria, se estaba corriendo en la boca de su hermana, Lucila se contorsionaba con cuatro dedos de su hermana menor que entraban y salían de su chocho y luego también se corrió a mares, la pequeñita después de haberse respuesta de su orgasmo miró mi pene duro y a punto de explotar, rápidamente se recostó cerca diciéndome ‒ báñame las tetas hermanito … dame toda tu lechita … vamos … deslechate sobre mi ‒ así que apunte a sus téticas regordetas y se las empapé en lefa caliente, Lucila vino a chupar las últimas gotas que restaban.
Desde ese día nos dábamos satisfacción sexual los tres, aun cuando jamás habíamos visto un video porno, con toda naturalidad podríamos haber sido protagonistas de cualquiera de esas grabaciones, había una especie de adicción, cada vez que nuestros padres nos dejaban solos, nos reuníamos en el cuarto de Lucila y nos desnudábamos para procurarnos placer, las chicas eran las más calientes, ya que ellas dos a veces lo hacían hasta con nuestros padres en casa y yo me masturbaba pensando en sus lenguas y chochos que se estaban devorando un cuarto más allá.
Carolina había desarrollado una preferencia al sexo anal, siempre me pedía de acabarle dentro de su angosto canal vaginal, esto para delicia mía que me afeccioné a su hermoso culo, Lucila también me instaba a culearme el trasero de la pequeña porque ella se metía bajo nosotros para comerle la almejita, pienso que ella se había puesto un poco lésbica porque no cesaba de hacerle el amor a Carolina, pero debo señalar que nunca me impidió de perforarle su culo o su coño mientras lamía la pequeña vaginita de su hermana.
Creo que hemos abierto la caja de Pandora al incluir a Carolina en nuestros juegos incestuosos, porque ahora es ella la que nos esclaviza con su libido hiper desarrollada, me busca en todas las ocasiones y si no estoy yo parte a lamer el chocho de Lucila, la muchachita es insaciable y no me sorprende para nada porque desde muy pequeños que escuchamos a nuestros padres que se solazan de lo lindo prácticamente todas las noches, somos hijos de tigres y los tres fantaseamos en seducir a nuestros genitores y nos reímos de la idea, imagínense a quien se le ocurrió tal perversión … justo a ella, mi hermana chica.
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