Madre e hijo adolescente IV.
Yasna descubre todo..
− Yo creo que ustedes lo han estado haciendo – dijo Yasna − ¿haciendo qué? – le pregunté del modo más inocente posible – tú y mamá … bueno … tú sabes … teniendo sexo – me soltó con los ojos fijos en mí expresión, me giré con un gesto de sorpresa − ¡YASNA! … ¿te das cuenta de lo que estás diciendo? – dije en un tono de reproche, ella se ruborizó y bajó su mirada – es que ya no aguanto más … yo los veo todos los días y me doy cuenta de que tú y ella se miran de tanto en tanto … y aun cuando no he visto nada hasta ahora, mi intuición de mujer me dice que hay algo … no lo sé explicar pero lo siento … además, no me importa mucho, creo que mamá necesita un hombre y si ella eligió a ti … no es un problema para mí … − agregó muy nerviosa, me pareció tan vulnerable que no pude más que abrazarla, como para protegerla, ella subió su mirada y me besó en los labios y no fue un beso de hermanos, tome su cintura y la atraje hacía mí, sus pechos se enterraron en mi pecho, nos besamos por varios minutos, Yasna estaba abandonada en mis brazos, mis manos habían descendido hasta sus nalgas pudiendo comprobar la dureza de sus glúteos perfectos.
No podía creer que estaba magreando el delicioso culito de mi hermana, ella estaba con su shorts de lycra y tanto su almejita como su trasero se delineaban muy bien, levanté la banda elástica de la prenda y metí mis manos para sentir su suave piel, Yasna se separó de mis labios con ojos vidriosos, estaba excitada – soy virgen – me dijo manteniendo sus ojos en los míos, no sé si me pedía que hiciera algo al respecto o me estaba implorando de que la dejara ir, realmente estaba en una encrucijada, la volví a besar y ella me envolvió con sus brazos y respondió a mi beso con mucha pasión y esa fue la respuesta al dilema, la tomé de la mano y la lleve a mi cuarto, entramos y la tomé en mis brazos como a una esposa, ella se rio − ¿Qué haces? – me dijo sujetándose bien de mi cuello, la lleve y la deposité sobre mi cama, ella sonrió nerviosa tocando las cubiertas de mi cama – si quieres … nos detenemos aquí … − le dije significativamente, dejándole la decisión a ella de lo que nos aprontábamos a hacer – tu eres el hombre de la casa y ahora tendrás dos mujeres – dijo sonriendo y con una seguridad que me sorprendió, me senté a horcajadas en sus muslos y comencé a besarla y por primera vez sentí esos pechos duros como pelotas de playa, eran ligeramente más grandes que los de mamá, con su blusa abiertas le subí el sujetador dejando sus hermosas tetas expuestas, Yasna había cerrado sus ojos y me dejaba hacer, se rendía a mis caricias y yo me esforzaba en hacerla excitarse al máximo.
La desnudé después de algunos minutos y me encontré con su chocho rubio como el de mamá, jugué con esos enmarañados rizos que poco a poco se humedecían con sus fluidos, probé a inserir un dedo, pero su canal vaginal era tan estrecho que entró muy ajustado, inmediatamente pensé que mi verga la iba a destruir, con mi nariz a centímetros de su concha, me solazaba con su aroma que impregnaba mis fosas nasales que transmitían sensaciones magnificas a mi verga, mi pene estaba duro y lo sentía como si hubiese crecido algún centímetro más.
Me deslicé entre sus piernas y mis labios recorrieron sus albos y suaves muslos, desde mi punto de vista veía sus magníficas tetas que me ocultaban su rostro, su vientre plano, su ombliguito con esa especie de nudo que lo rellenaba, Yasna era tan bella como mamá, miré el reloj de velador y ya habíamos perdido el bus del colegio, pero no me importaba y creo que a ella tampoco, en este espacio-tiempo, existíamos solo nosotros dos, metí mi rostro entre sus muslos y mis manos por debajo de ellos, para abrir esa ranura estrecha de su chochito, su panocha rosadita se abría ante mis ojos ávidos de sexo, los abrí lo más que pude, para descubrir esos pliegues que escondían su clítoris, allí en medio a esos carnosos labios se entreveía un boquete muy estrecho, todo bañado y empapado de sus fluidos, Yasna suspiraba y gemía dejándome toda iniciativa a mí, yo estaba realmente preocupado porque no veía como penetrar ese pequeñísimo agujero de mi hermana, abrí y estire esos pliegues inflamados de deseos, Yasna volvió a gemir, metí mi dedo pulgar lo más al fondo posible, luego probé a inserir mi segundo pulgar, Yasna se quejó e intento escabullirse – no te muevas hermanita … estas muy estrecha y estoy tratando de que no te duela demasiado … no debes tener miedo … pero sí te va a doler un poquito … te repito no tengas miedo pues lo haremos lentamente – le dije sujetando firme sus caderas y comencé a lamer su túrgido clítoris, Yasna se estremeció y agarró mis cabellos − ¡ooohhh! Mauro … no tengo miedo, pero estoy nerviosa … quiero que lo hagamos … te quiero a ti dentro de mí, hermanito – me dijo sin dejar de acariciarme mis cabellos, mi pene casi se me revienta en ese mismo momento.
Yasna se quejó fuertemente cuando mi segundo pulgar entro en su chocho estrecho, mis dedos se mancharon con un hilo de sangre que salía de su concha, había desvirgado a Yasna con mis pulgares, comencé a follarla con ambos pulgares – ooohhh Mauro … ya no me duele tanto … prueba a follar mi coño ahora … − los ojos de mi hermana brillaban y diminutas perlas transparentes caían de ellos, Yasna gemía y sollozaba apretando mis manos con sus muslos sedosos, terminé de desvestirme y Yasna abrió sus ojos de par en par cuando vio mi pene enhiesto, brillante y duro – ¡Mauro! … así de grande lo tienes … me vas a partir en dos con ese miembro tuyo … ahora entiendo porque mamá te busca tanto … hermanito, yo lo quiero hacer, pero no me hagas daño … si te digo que te detengas, tienes que detenerte … ¿lo harás? – Yasna me observaba atentamente tratando de asegurarse que yo entendiera su aprehensión – lo haré … y para que sepas también mamá al principio sufrió mi grosor … pero se acostumbró y tú también te habituarás … no te quepa la menor duda … que después de mí te va a caber todo … − le dije tratando de parecer divertido, ella hizo una mueca más que una sonrisa y su manita aferró mi pene.
Yasna tenía mi verga bien estrecha en su mano − ¡oh! Mauro … mira como has crecido … la última vez que vi tu polla estábamos en la básica y mamá nos bañaba juntos … ¿recuerdas? – dijo mi hermana nerviosamente – en realidad hermanita no recuerdo bien, pero tú también te has desarrollado en modo increíble … mira nomas tus tetas … son grandes como las de mamá … y tu culo luce tan bello como el de ella … es inaudito que aún seas virgen … ¿cómo no encontraste algún chavo que te hiciera la fiesta? – le dije acariciando sus voluminosos pechos – pretendientes he tenido varios, pero me he dejado tocar los senos y nada más … intuía que alguien especial se iba a llevar mi coñito virgen y ese eres tú hermanito … para mi eres muy especial – Yasna me lo dijo mientras acercaba su boca a mi verga − ¿quieres que te lo chupe, hermanito? – su mirada ardorosa casi me hace acabar – ni siquiera preguntes hermanita … todo lo mío te perteneces y puedes hacer lo que quieras – Yasna no me respondió, porque mi pene anuló todo sonido proveniente de su boca, su lengua se enredó en la superficie de mi glande y trazo figura que me provocaron escalofríos.
Me acomodé sobre ella en tal modo que nos enfrascamos en un sesenta y nueve espectacular, su dulce chocho hiper bañado era todo mío, aún había pequeñas trazas de sangre pero no me importó, su sabor no dejaba de ser exquisito, volví a follarla con mis dedos, pero ya no se quejaba, gemía de placer, este era el día más afortunado para mí comiéndome la almejita virgen de mi hermanita, no sé cómo lo tomara mamá, pero tendrá que habituarse ella también, con dos mujeres así de hermosas no necesito más nada, mi lengua recorría los delicados pliegues de la conchita de mi hermana y su néctar descendía por mi garganta estimulando mis papilas gustativas, mi pensamiento estaba analizando toda la situación lo que lograba hacerme perdurar en mi erección y no llenar de semen la boca de Yasna, yo lamiendo intensamente su coño, la había hecho revolcarse en un orgasmo esplendido, ahora la sentía pronta para lo obvio e inminente.
Cuando le saqué mi pene de su boca, Yasna intento oponerse brevemente, pero inmediatamente asumió que debía prepararse para la penetración, me senté en mi talones y apoyé mi verga en su vientre, alcanzaba unos dos centímetros más arriba de su ombligo − ¡guau! … recuerda de no hacerme daño – dijo tocando mi glande lustroso, estaba buscando la mejor forma de hacer el amor con ella sin provocarle un dolor que impidiese el acto en sí, coloque un cojín bajo sus glúteos y luego apoyé la cabezota de mi pene en la entrada de su panocha, era como tratar de inserir un dedo en un guante quirúrgico, logré con mucho esfuerzo meter la puntita, Yasna puso su mano en mi vientre, me detuve por un momento pensando en que podría estar causándole algún dolor, pero ella estaba inmóvil y su rostro no reflejaba malestar, así continué empujando mi lanza dentro de ese estrecho canal, la estrechez natural de ella impedía a mi polla de adentrarse en ella, luego de mucho forzar, mi glande resbaló dentro de ella − ¡aaarrrggghhh! … ¿no! … detente – gritó Yasna tratando de alejarse, pero mi pene ya había entrado en ella.
− ¡Cálmate! … ¡no te muevas! … ¡cálmate! … − le dije tomándole sus manos e inmovilizándola, yo también me quede inmóvil, comencé a besarla y ella sollozaba sin moverse, tratando de responder a mis caricias, ayudado por la fuerza de gravedad, poco a poco mi verga se hundía en su chocho estrechísimo, Yasna me había tomado por la cintura y me apretaba contra su cuerpo, estoicamente quería más de mi verga en su chocho adolorido, la tibieza, la suavidad y la estrechez de su coñito me tenía a punto de erupción, la lava caliente de mi semen ebullía dentro de mi pelotas y se agitaba alistándose a ser expelida por la fuerza de mi orgasmo, las uñas de ella me estaban haciendo sangrar − ¡ooohhh! Mauro … ahora no me duele … fóllame como lo haces con mamá – me dijo entre gemidos y susurros, si comenzaba a moverme muy rápido iba a acabar justo ahora porque estaba sobre excitado y su chocho apretado ayudaba a la sobre estimulación de mi pene, así que más que mete y saca, comencé a hacer un movimiento rotatorio, sentí el amarre de las piernas de Yasna sobre mis glúteos y caderas.
− ¡Ooohhh! Mauro … ¡aaahhh! que rico hermanito … que rico que me coges … que rica tu verga grande y gordita … tienes mi panochita llena … dame tu lechita hermanito … dámela toda … quiero tu lechita … ¡ooohhh! Mauro … ¡ssiii! … − Yasna se estaba desencadenando, había comenzado a rotar sus caderas y a apretarme contra sus duras tetas que meneaba de lado a lado, yo ya no podía resistir más − ¡ooohhh! hermanita … que tienes tu almejita tan apretadita … va a hacer que me corra … ¡ooohhh! … ¡aaarrrggg! … ¡aaahhh! Yasna … ¡ooohhh! … toma … tomate mi lechita ¡aaarrrggg! … es toda tuya … − estaba gimiendo y soltando palabrotas, mientras mi semen corría a litros dentro el chocho de Yasna, sin ningún miramientos me la estaba culeando con todas mis fuerzas y energías, mi verga no dejaba de palpitar y lanzar chorros y chorros de esperma en su vagina, Yasna por su parte gritaba, lloraba, se contorsionaba, me volvía a arañar mis brazos y hombros, se revolcaba bajo de mi como una culebra, estábamos los dos sudados y había un ruido como sopapo entre nuestros vientres empapados, un charco de fluidos escapaban de su estrecha conchita y mi pene continuaba a hurguetear en la rosadas profundidades de mi hermana, me quedé sin fuerzas mordiéndole el lóbulo de su orejas izquierda y diciéndole lo hermosa que era y agradeciendo la estupenda follada a su coño ya no más virgen.
Yasna me empujó dulcemente hacía un costado y se sentó en la cama a mirar su panocha inflamada y enrojecida − ¡uy! que rico que se siente, hermanito … todavía mi chocho me hace temblar … jamás pensé que era tan rico follar contigo … imagino que mamá no te deja tranquilo ¿verdad? – me preguntó sin intención de que yo le contestara, estaba así como razonando ella sola – mira como hemos dejado la cama … menos mal que la mancha de sangre es pequeña … aquí quedó mi virginidad … ¡que rico! – después de limpiar su sexo, Yasna comenzó a secar el sudor de sus esplendidas tetas que todavía lanzaban destellos brillantes de traspiración, luego con la misma remera comenzó a limpiar mi pene y a jugar con mi prepucio hacia arriba y hacia abajo, se recostó de lado y paso su brazo sobre mi panza, mi miembro quedó oculto por su cabellera rubia, luego sentí la tibieza de su lengua envolviendo mi glande, eché mi cabeza hacia atrás, estiré mis piernas e hice subir mi pelvis hacia arriba, ella se tragó mi pene y comenzó a succionarme como una puta profesional, en dos minutos me tenía duro como una roca.
− ¡Ooohhh! Yasna vas a hacer que me corra de nuevo si continuas con eso – le solté casi en un gruñido de placer, ella como si nada movía su cabeza arriba y abajo como poseída, repentinamente ella me montó dándome la espalda y se enfiló mi enhiesto pene en su panocha empapada, con un poco de dificultad y algunos quejidos y lamentos por parte de ella, mi miembro entró hasta que sus glúteos se apoyaron en mi pelvis, como que se acomodó y mi polla termino de estirarse en el interior de su coñito, sus manos se apoyaron a la altura de mis rodillas y sus caderas comenzaron un movimiento rotatorio muy rápido, la tomé de sus caderas y mientras acababa reventando a chorros dentro de su apretado chocho, ella se estremecía en otro orgasmo fabuloso, Yasna mantenía sus movimientos oscilatorios y más parecía desfallecer, así que puse mis manos en sus hombros y acompañé su caída hacia atrás y sobre mi pecho, automáticamente mis manos se apoderaron de sus túrgidos pechos que se movían al ritmo de su jadeante respiración, besé su cuello y mordí su lóbulo, Yasna trataba de girar su cabeza para besar mis labios, pero no lo lograba, luego se quedó quietecita y quizás somnolienta.
Nos quedamos tratando de recuperar la respiración − ¿te gusto? … ¿mamá lo hace como yo? – mi hermanita menor me preguntaba sobre mis relaciones sexuales con mamá – mamá es fogosa como tú … es linda como tú … se parecen mucho tú y ella … hacerlo contigo o con mamá es maravilloso – dije tratando de mantenerme imparcial − ¡Dios mío! … eres tan joven – dijo ella – soy mayor de edad … ya cumplí mis dieciocho años … soy un hombre – dije magreando sus estupendas tetas − ¿y te gusta? … ¿fue ella a seducirte? – continuó ella − ¡no! … ella jamás se me insinuó … todo sucedió en forma espontánea y podría decirse natural – mientras le decía esto, mi pene reaccionaba entre sus cálidos glúteos, ella se mantuvo en silencio, yo le abrí sus piernas para que mi pene endurecido acariciase su perineo, casi rozando sus labios vaginales humedecidos con sus fluidos y mi esperma que escurría fuera de su panocha.
Descansamos y no fuimos a la ducha, viendo el agua que se deslizaba sobre su piel, hizo que mi verga se mantuviese dura, ella mojó sus cabellos cerrando sus ojos, en ese instante la atraje hacía mí para sentir sus senos contra mis pectorales, al mismo tiempo ella alzó su rostro y unimos nuestros labios una vez más, Yasna aferró mi pene con su mano y se acuclilló para tomarlo en su boca, una vez más, mi hermanita me chupaba mi polla con gusto, luego se levantó como si nada y me beso en los labios, depositando el sabor de mi propio pene en ellos – quizás a cuanta te has cogido ya – dijo Yasna escrutando mis ojos – no a muchas – dije yo con una cierta confianza – sí … pero dime un numero … dos o ¿quizás tres? − me dijo ella – mamá fue la primera … después mi profesora de educación física, la tercera Jenny, tu mejor amiga, la cuarta fue Margot, la del almacén de la esquina y la última eres tú, hermanita mía – me gustaba la conversación que había comenzado Yasna − ¿te cogiste a tú profesora? … ¿y cómo fue eso? – pregunto ella – pues … podría decir que fue ella que me folló a mi … hace cosa de un mes, ella me castigo porque sin querer se me salió el pene por la pierna del shorts, me ordenó de quedarme después de clases a ordenar las colchonetas y los taburetes de gimnasia, como era la última hora, se hizo tarde y cuando ella regresó a ver si había terminado me sorprendió masturbándome, yo muy avergonzado le estaba pidiendo excusas y ella me agarró … bueno tú sabes … y se volvió loquita, se quitó sus pantalones de gimnasia y me folló sobre la colchoneta – los ojos de Yasna estaban desorbitados – y tú no la denunciaste … eso se llama abuso … ella está abusando de ti – dijo un poco enojada … − y a Jenny … te culeaste a mi amiguita … mi mejor puta amiga … eres un pervertido … solo porque tienes una verga grande y fabulosa no deberías ir por ahí cogiéndote a cualquier chica – Yasna ahora sonada como celosa, de hecho me dejó ahí plantado con mi pene duro, salió rápidamente de la ducha y se puso su bata de baño, entendí que había cometido un error al tratar de vanagloriarme como amante de frente a mi hermanita celosa, me sequé rápidamente y la seguí a su habitación, pero había puesto el seguro, me había dejado afuera, por cerca de diez minutos golpee a su puerta, la llamé, le supliqué, le pedí perdón, pero ella no abrió, yo a pesar de todo continuaba con mi pene erecto, así que me fui a terminar de masturbarme en mi pieza.
Masturbarme es mi pasión, creo que descubrí cómo hacerlo antes de que mi cuerpo desarrollara la posibilidad de producir semen, mis primeras pajas eran secas, tenía todas las cosquillitas ahí debajo de la ingle, pero no me salía ni una sola gota de semen, debo haber tenido unos nueve o diez años, así que me metí sobre la cama y comencé a jugar con mi herramienta, estaba concentrado jadeando y a pocos instantes de acabar, cuando siento que se abre mi puerta y entra Yasna – eres un puerco … lo sabía que vendrías a pajearte … no puedes estar sin eso ¿verdad? … − mi hermanita me decía todo eso, al parecer sin darse cuenta que estaba con su bata semi abierta y sus exuberantes tetas se cimbraban cada vez que se movía, mi pene estaba más duro todavía, apuntando a mi pene le dije – y vos crees que me puedes dejar así … con mis huevos que estaban por explotar … no sabes que eso duele … no sabes que eso no se le hace a un hombre – Yasna me miraba como boba – ven y termina lo que dejaste pendiente … ven a sentir como está durito solo para ti … − ella no dejaba de mirar mi pene duro y lustroso, con mi glande que palpitaba a punto de expeler una cuantiosa descarga de lechita temperada, se arrodilló en la cama inclinada hacia adelante, con sus grandes tetas pendiendo de su armonioso cuerpo, con esos pezones minúsculos que apenas sobresalían de sus masas mamarias, estiró sus dedos para tocar mi verga como para cerciorarse de su dureza.
Los dedos de mi hermanita envolvieron mi polla y comenzó a pajearme lentamente – ayúdate con tu boca … me gusta más y también a ti te gustará – le dije sintiendo las vibraciones de un clímax inminente, poco a poco ella bajó sus labios hasta mi pene y engullo toda mi longitud, al principio hizo algunas arcadas, pero pronto consiguió controlar su garganta y sus movimientos se hicieron más regulares, aun cuando estaba al umbral de una exquisita acabada en boca de mi hermanita, me apetecía mucho más su coño estrecho, así que tomándola por sus hombros, la acerque a mis labios y bese su boca con sabor a verga, susurré en su oído – siéntate sobre mí … te quiero coger ese hermoso y apretado coño que tienes tú – muy obediente, ella me monto a horcajadas y tomando mi polla con una mano, gimiendo y tremando se penetra ella misma, hasta quedar con sus glúteos en mis muslos, me quedo quietecito mientras sus carnes se acomodan en torno a mi verga enorme, no quiero lastimarla, así que la dejo hacer, Yasna se queja y gime y entierra su cabeza en mi almohada ahogando un grito cuando tomo sus caderas y la empiezo a follar, luego siento sus jadeos en mi oído – culéame más fuerte hermanito … que rico se siente tú pija en mi chocho … que grande que es … dámela toda … ooohhh! – Yasna me mordía el hombro y me enterraba sus uñas, pero nada me importaba, si ella me lo pedía, yo la complacía embistiendo su cuerpecito con fuerzas y sacándole algunos gritos, agudos chillidos y algunas risotadas que no podía contener, de pronto comenzó a estremecerse todas y se agarró con ambas manos de mis hombros, había levantado su cabeza y con guturales sonidos, comenzaba a experimentar un poderos orgasmo, sus contorsiones y convulsiones, hacían contraerse a su concha que succionaba mi pene en forma exquisita, casi ordeñando mi polla que reventaba en su interior lanzando chorros de semen a sus paredes vaginales, nos besamos y acariciamos por largos minutos, yo enterraba mi pene en su chuchita una y otra vez y ella apretaba sus piernas fuertemente, haciendo sentir el estrecho apriete sobre mi glande aprisionado en su interior.
Yasna se quedó rendida sobre mí, era la segunda vez que me descargaba en su concha caliente, de seguro no iba a ser la última, después de algunos minutos y todavía jadeando, me dijo − ¿Cómo lo hacemos con mamá … tenemos que decírselo … tarde o temprano lo va a saber … la conozco y no nos va a perdonar si nos sorprende … es mejor decírselo – su ceño fruncido por la preocupación de que mamá nos descubriera, me hizo sentir más morbo, me imaginaba al lecho con las dos, dos hermosísimas mujeres, ella y mamá, de solo pensarlo empecé a recuperar mi erección, hice rodar a Yasna sobre la cama y mientras besuqueaba y mordía sus tetas, le iba diciendo – tienes razón … mamá debe saberlo … yo se lo diré … nada más dame un par de días … − mientras hablaba mis dedos chapoteaban en el charco de semen y fluidos en que se había convertido la conchita de ella, Yasna había puesto su cabeza de lado, había abierto sus piernas dejándome libre acceso a su sexo empapado, sus ojos estaban cerrados y su boca entre abierta me indicaba que disfrutaba mis dedos en su vagina.
Los gemidos de Yasna habían completado la incitación a mi pene, ahora totalmente erecto, me acomode entre sus piernas y comencé a comerle el coño rebosante de líquidos, el olor de su sexo me enajenaba, me concentré en su clítoris tumefacto, ella agarró mis cabellos mientras sus gemidos iban en aumento, mejor dicho sus gritos, pues no se podía contener, su coño se refregaba en mi rostro y sus manos me empujaban contra su pelvis, comienzo a deslizarme por su vientre buscando sus túrgidos senos y me dedico a masajearlos y mordisquear sus pequeños pezones, más que morderlos, se los chupo ávidamente, ella trata de meter toda su teta en mi boca famélica – ¿quieres que te folle? – le pregunto torturando su clítoris entre mis dedos, Yasna gime y se aprieta más a mi cuerpo − ¿quieres que te culee? … quiero sentirlo de tus labios … dime que quieres mi verga dura dentro de ti … dímelo – Yasna jadeaba con desesperación acariciando mis brazos y mi torso – sí … fóllame … quiero que me lo metas todo dentro … dame tu pene … quiero tu verga dura en mi conchita … dámelo – ella había tomado mi torso con sus brazos y se movía para colocar su chocho en línea con mi pija, siento que sus deseos intensos la están descontrolando, así que la penetro de una sola estocada − ¡aaarrrggghhh! … bruto … no tan fuerte – me dice ella casi paralizada – perdóname, pero estás tan rica … amo tu chocho – le digo besando su cuello y mordiéndole los lóbulos – solo mi chocho … ¿qué dices del resto? – dice ella juguetonamente abriendo sus piernas y dejándose penetrar toda – bueno … sí … tus tetas, tu boca, tus cabellos, tus piernas … te amo toda enterita … eres tan linda – le digo besando castamente su frente − ¡ooohhh! hermanito … que rica pija tienes … la siento come se hincha y se mueve dentro de mi … ¡aaahhh! … ¡ssiii! … sigue … así … − empiezo a cogerla con fuerza, levanto su pierna en el aire y se las mantengo abiertas dándole con todo a su concha en ebullición, noto que sus pies están encorvado y sus dedos encrespados en modo increíble, le doy con más fuerza, junto sus piernas y la aprisiono contra mi pecho haciéndola levantar ligeramente su culo, la martilleo con energía hasta que veo que su cabeza se sacude de lado a lado, ella se muerde una mano ahogando sus gritos de placer, después encorva su espalda haciendo sobresalir sus tetas, sus manos contorciéndose y abiertas casi como si estuviera crucificada, suelto sus piernas y me aferro a sus hombros para empujar mi verga con más fuerzas dentro de su chocho, a cada golpe ella exhala un gemido y un grito apagado, hasta que se contuerce, levanta su torso y toma mis nalgas tratando que mi penetración sea mayor, luego es solo su pelvis que se mueve descontrolada cuando alcanza su intenso orgasmo, haciendo que mis cojones descarguen una vez más semen fresco y tibio, siento sus músculos contrayéndose alrededor de mí verga.
Su boca está abierta y sus sonidos son guturales, ininteligibles, destemplados con un susurro ronco ella me tira ulteriormente hacia su sexo − ¡uuuhhhrrrggg! … ¡aaahhh! … sí … culéame fuerte … que rico que es … ¡ooohhh! – Yasna resta inmóvil y no permite que yo me mueva, me quedo quieto para que su orgasmo sea completo, no quiero perturbarla en su goce, pero me encanta que ella se sienta así apasionada en el sentir su placer y expresarlo libremente, sin mojigaterías, ella es mujer y quiero que se sienta libre, relajada y deseosa.
Yasna me liberó finalmente y con cuidado hice salir mi miembro semi flácido, todavía algunas gotas de semen dejaron algunas estrías en sus muslos, luego me desplomé a su lado exhausto – vamos al Mall – dijo Yasna improvisamente − ¿qué? – dije yo sin entender su sugerencia – levantémonos y vamos al mall … este fin de semana es el cumpleaños de mamá … vamos a comprarle su regalo … − me pareció buena idea, solo a una mujer se le podría ocurrir de ir a comprar después de una follada bestial, denotaba la diferencia de género que había entre ella y yo, ya habíamos perdido la jornada del colegio, así que tanto valía de aprovechar el día en otra cosa y que más productivo que comprar algo para mamá y festejar su natalicio, así regresamos a la ducha, luego nos vestimos y nos fuimos al mall de la mano, como buenos hermanos …
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