Me Hizo Mujercita
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Desde esta noche cambiará mi vida.
Desde esta noche, desde esta noche.
No quiero ser ya más la abandonada.
No quiero serlo, no quiero serlo.
Ahí en el medio de la sala, yo me veía bailando como la mismita Rafaella Carra… Cuantas lágrimas he derramado.
Cuantos besos he desperdiciado.
Él decía que era culpa mía, que anulaba yo su libertad…
Todo esto lo veía en mis pensamientos, en esas fiestas que hacían en casa, mamá, tías y muchos cuanto le gustaban a la Carra, era indispensable en una fiesta.
Esto me trae recuerdos, que son triste, morbosos << ¡Sí morbosos! >> Una añoranza grande de vivir esa época de nuevo…
Yo le dije si no estás tú
que voy a hacer si no estás tú.
Y he sabido que es peligroso
decir siempre la verdad.
Si un día te has sentido enamorada
No le digas que le quieres cállalo.
La oía en el fondo allá abajo, la han repetido de nuevo y con ella, hacen juerga, bullosos, gritos, todos disfrutando.
Yo estaba ya acostado en mi cama, había un hombre en el piso; era mi tío Sergio, un camionero que ya borracho había llegado a la casa, en la fiesta de mi padrastro que cumple los 40 años, y no ha llegado hasta la parranda de la madrugada.
Olía su aroma masculino, a licor, a tabaco, a humo de carro y todo esto en mi estómago se hacía un morbo, así como con ganas de hacer algo malo, algo que ya había hecho.
Baje de mi cama, me acuesto a su lado, y de una monto mi rodilla sobre su entrepierna.
La sentí dura, ya conocía como era cuando estaba durísima, por eso llegué a mi mano hasta ella, palpando con cuidado por encima del pantalón.
Adivinando con mis ojos su tamaño, su grosor, su sabor, su olor.
Con él me estaba costando mucho bajar el cierre, ya que desabrochar el botón se me hacía imposible por su barriga pronunciada.
Al lograrlo, meto la mano y toco por encima de la trusa.
Es increíblemente grueso, duro y brinca como si tuviera despierto.
Yo estaba metido bajo su axila que olía fuertemente a hombre sin bañar, con mucho cuidado fui bajando, hasta quedar justo cerca de su entrepierna.
La saco de la trusa, el olor de su sexo alborota mi intención, acercándome y viendo fijo en la oscuridad, atinaba mi vista a la rendija delgadita de luz, que se filtraba por debajo de la puerta de mi habitación.
Le lamía solo el glande, para luego meterlo todo en mi boca.
Mi saliva lo mojaba todo, con mi lengua le caminaba todo el tronco.
Luego me hundía y olía sus pelos.
Ahora sentía su mano oprimiendo…
“Huy así papito, que rico lo sabes hacer”
Sabía que desde hace rato estaba despierto, pero cada vez que lo oía hablar, mi piel se erizaba toda, y los nervios toditos se me ajuntaban en la parte baja de mi abdomen.
Todas mis fantasías se aglomeraban en mi mente, ya perdía el control, y usaba a mi tío para hacer de todito con él.
Yo le dije si no estás tú
que voy a hacer si no estás tú.
Y he sabido que es peligroso
decir siempre la verdad.
Por eso aquí
tengo yo esta fiesta pero sin ti.
Una noche la estaba viendo cantar en un programa de la televisión.
Vivíamos en ese entonces mi madre y yo nada más, pero ya a mi padrastro Ricardo visitaba la casa; aquella casita humilde de donde él nos sacó.
Y no me di cuenta, pero él entró y me vio bailar como una nena.
Yo era muy tímido, de por sí ya él me intimidaba.
Caí al suelo y riendo como un tonto, buscaba tapar mi cara toda avergonzada.
Él se rió y dijo: “¡Pero baila, baila! Mira qué bonito lo haces”.
Apenado me fui al cuarto de mamá, al ratico llega él y sacando un billete, me lo da para que vaya a comprar.
Fue como un gesto de que todo iba normal.
Cuando Ricardo empezó ir más en serio con mamá, a veces se quedaba en casa.
Y cuando iba al baño, salía tapado con una toalla, yo le veía al bulto que se le formaba; por mucho que intentara no verlo, siempre lo hacía.
Una vez se lo apretaba por encima, mientras veía televisión.
Estaba yo a su lado, lo veía de reojo, note como se le puso dura.
Era una pinga gruesa, muy gruesa en el tronco y se le marcaba de lado.
Supongo que lo hacía con intención.
Al abrir mis ojos, estaba debajo del cobertor, ya me sabía de memoria, el patrón del diseño lineal que tenía estampado.
A mi lado sentí el cuerpo grandote de alguien, pensé primero que era mamá, pero al ver los pelos en la barriga, supe que era Ricardo.
Y cuando subí para verle la cara, vi su mentón sin afeitar.
Estábamos ambos arropados en el mismo cobertor, de pies a cabeza.
Debía ya de haber amanecido y me preguntaba si ya mamá se habría ido al trabajo.
Yo no dormía con mamá, tenía mi habitación, pero mantenía una costumbre que siempre cuando la oía despertar iba a su cama, acostarme en ella.
Y esta vez lo hice, pero nunca fue con la intención de quedarme acostado con mi padrastro, él era el primero que se levantaba, y esa mañana quizás yo por estar taciturno, no me percaté si dormía cuando fui a acostarme.
Se suponía que él iba al trabajo, qué hacía él ahí.
Como mi cuerpo ya ha comenzado a titiritar de frio, sabía que estaba excitado, por decirlo así.
Mi mente volaba con la imaginación, moviéndome con la intención que no me sintiera hacerlo, pude estar más cerca, y lancé la mirada a ver como estaba su entrepierna.
Al verlo, mi corazón parecía que iba a vomitarlo.
Toda mi piel estaba tensa, y a su vez, sentía que de una forma extrasensorial todo mi yo estaba palpitando.
Fue como ver el misterio de lo desconocido por primera vez.
Él solo estaba con la toalla puesta, pero ya la tenía desajustada.
Su cuerpo varonil, estaba perfecto, tan erótico que yo sentía las ganas de chillar como una perra en celo o, tal vez como una loba aullando a la luna.
No solo veía eso, sino que su glande brilloso, color rojo, babeando, se asomaba reposando encima de la barriga.
Veía el frenillo, como se movía ejecutando movimientos como si fuera el indicador de un reloj.
Aquel líquido ansiaba tocarlo, y no sé por qué debía saberlo, pero intuía que aquello debía probarlo con mi lengua.
Seguro que era la misma intuición de probar un dulce rico.
Quería verlo más, con mi mano izquierda le baje más la toalla, y salió con un resorte, brincando, completamente erecto.
Despegando un trazo de líquido viscoso entre su abdomen y glande.
Mis fuerzas se agotaba, pero todavía el raciocinio de mi temor estaba presente, no podía equivocarme e ir tocar así no más y ya.
Debía pensarlo mucho, y hasta que decido fingir estar dormido; hice mi papel mereciendo un galardón actoral.
Primero le abracé cruzando mi mano por todo su pecho cubierto de pelos — si le extrañaba que le abrazara, mi excusa es que yo lo hacía con mi mami —.
Luego monté mi rodilla encima, que justo en sus bolas al descubierto.
Como ya era tanta la osadía, mi cuerpo tenía embates de electricidad que no podía yo controlar.
De hecho mi dientes titiritaron como si tuviese yo congelado, pero sentía mi piel estar caliente como un horno encendido.
Alzando levemente mi rodilla, le rosaba todo el tronco y hasta tocaba su glande baboso.
Repetía lo mismo después de darme un breve descanso.
Luego lo hacía de nuevo, apoyando mi rodilla en su pinga gruesa y brincando.
Y como ya no fue suficiente, ahora quería verla muy de cerca.
Para hacerlo, primero tuve que fingir con mí “dormir” que ya no quería abrazarlo, esperé un momento estando acostado de lado frente a él.
Después de verle a la cara, prestar atención a su respirar, cercioré que tuviese dormido.
Cuando algo se quiere, coge uno habilidades especiales, la de esa mañana que desarrollé, fue moverme como una serpiente, y de paso de retroceso, iba arrastrándome de lado y hacía abajo.
Sentí que llegué tan rápido, y ya estaba mi cabeza al lado de su cadera.
Levante poco a poco mi cabeza, alargué mi cuello y cuando lo tuve tan cerca de mí, tener ese miembro viril masculino tan cerca, aprecie su olor, su sabor lo imagine en mi paladar, pero no fui capaz de probarlo si quiera un poquito…
Me eché boca arriba, viendo fijo al patrón lineal del estampado.
Ya había más reflejo matutino, se oían voces de trasuntes que iba rumbos al trabajo, un auto que pasaba a toda velocidad, un pitazo, todo lo oía y divagando sobre mi ser, perdí toda formas de sentir morbo sexual.
Introduje mi mano dentro de mi ropa interior, sentí la viscosidad en la punta de mi pinga y también en la tela algodón, acomodé mi pene hacía abajo y cuando ya pensaba darle un último vistazo a la vara de mi padrastro, de nuevo mis pálpitos extrasensorial se activó con letargo degradado.
Había colocado una mano encima de su entrepierna, justo tenía unos dedos en las bolas, y con otros dos, apretaba simuladamente la base del tronco, lo que hacía templarla más.
Esta vez no pensaba yo, aquella insinuación me invitaba, me moví sin cuidado alguno, apoyando mis codos en el colchón para levantar mi parte superior.
Ya él no se tocaba la verga con disimulo, ahora se cogía el cuero y se lo echaba todito hacía atrás, mi boca se hizo agua y acercándome más, pegue mi brazo a su pierna, como dándole a entender que yo estaba despierto, y ahora qué debía hacer y, fue así.
Se ladeó y apuntando su miembro a mi boca, yo iba también acercándome.
Todo mi cuerpo estaba tenso, mi lengua sentía diminutas sensaciones, algo así como parecido cuando uno tiene demasiado miedo, pero esto no era miedo.
Era un deseo que traía desde hace rato.
Probé y con la misma saque mi lengua, su liquido viscoso se untaba en mis labios, me lamí y ahora cuando siento su mano en mi cuello, empujando y yo abriendo bien la boca, me atiborro con ese trozo de carne de cabeza roja, tronco blanco y marcado de venas.
El aroma de su sexo se impregnó en mi nariz, este dulce nuevo que probaba lo degustaba con ahínco feroz.
Toda la llama que sentía por dentro, quemaba mi piel, mis orejas estaban encendidas, solito me topaba la garganta, sintiendo como su glande en mi garganta quemaba.
Pronto se fue montando encima de mí, con esto tuve que acostarme boca arriba, y ya teniéndole todo sobre mí, coloqué mis manos en sus glúteos contraídos, y con el mismo movimiento que ejecutaba su pelvis, yo le seguía mamando, chupando y atragantándome solito, mientras con la misma él me cogía por mi boca.
Le oí jadear, un sonido tan gutural y masculino, afincó se embestidas, para luego colocar sus dos manos en mis mejillas, apretarme con todo su peso, y sentir como su leche espesa, toda iba para dentro y yo tragando como un becerrito anhelando ese alimento.
Fue tan rico ese sabor << ¡Me gustó! >>.
En esta noche me siento contenta.
En esta noche, en esta noche.
Ha aparecido lo que yo esperaba.
Ha aparecido, ha aparecido…
Estaba todo oscuro en la habitación, pero me dejaba ver algo, y lo qué veía mucho más loco me ponía.
Veía esa vara de mi tío bien parada, un tanto curvada, gruesa, pero esta vez si la quiero en mi culo, esta vez la quiero sentir dentro de mí.
Algo que tengo ya rato intentado, pero esta noche sí que pienso lograrlo.
Mejor no hubiera alborotado a un hombre borracho.
Al irme sentado encima de su verga, me traspasó el glande, proporcionando todo dolor inimaginable.
Creyendo que ya no podía más, iba a poner de pie, pero mi tío me tenía sujeto por la cadera.
“Dieguito quedate quieto” fue lo que oí decirme.
Sintiendo como iba atravesado mi culito, ya el tronco donde más estaba grueso, fue lo peor y último obstáculo.
Cuando lo tuve todo adentro, y sentir sus pelos en mis nalgas, la sensación de imaginarme verme completamente penetrado, fue algo mágico.
Había dolor todavía, pero luego era un cosquilleo, que mi tío dejaba que yo solito lo descubriera; moviendo hacia atrás y hacia adelante.
Pegaba yo mi pinga en su abdomen, rápido se me puso dura de nuevo.
Ya cuando sentí sus dos manos apretando mis nalgas, ya el movimiento de cogernos, lo hacíamos ambos.
Él se atrincaba, yo me rozaba con fuerza, estaba sudando y algo muy de cerca sentía, algo que dentro de mí iba a explotar y lo que hizo detonarme fue las siguientes palabras… “así papito, así… date duro con mi pito”
“¡Ay tíoooo!” exclame temblando.
Mi culo se expandía, acababa en su barriga, mi culo se cerraba, y seguía acabando en su barriga.
Mi cuerpo ha gemido todo, mis ojos se quedaron taciturnos viendo a la oscuridad del techo.
Luego sentí como su leche llenaba por dentro mi upite, quemando con fuerzas, apretándome duro, jadeando como todo un macho.
Me hizo mujercita…
Fiesta, que fantástica, fantástica esta fiesta,
que fantásticaa, fantástica esta fiesta,
esta fiesta en la que descubrí su amor.
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ElMarques Sexo Y Eventual
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