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Incestos en Familia, Intercambios / Trios

Mi hijo, mi único alivio parte 6 «Rodri se une al juego»

Yo penetrando y abriéndole por primera vez el culito a un niño de 8, mientras mi propio hijo lenguetaba la boca de su amigo. Saqué mi verga completamente humeda e inmediatamente Dani la devoró de los huevos al glande..
Parte 6 de Mi hijo, mi único alivio.
Puedes encontrar la parte 5 aquí:

Mi hijo, mi único alivio parte 5 «Rodri el amiguito de mi hijo»

 

El lunes después de ir por Dani a la escuela, llevamos juntos a Laura a la estación de camiones, su tío le había dado un día más por el poco trabajo que había en el hotel. Laura abrazó y se despidió de Dani.

Cuando estabamos en casa y recibí una llamada. Era Sara, la mamá de Rodri.
Mi corazón comenzó a palpitar muy rápido, temía lo peor de esa llamada. ¿Habría Rodri ya intentado algo con su papá y lo cacharon? ¿O él mismo había revelado lo que hizo el domingo con Dani?
Mi mente se llenaba de las peores ideas.
– ¿Bueno? -respondí-.
– Ay, oye Javi, perdona que te ande jodiendo. Pero, Rodri anda chingue y chingue que quiere ir a jugar con Dani mañana, pero le digo que no, ¿puedes decirle que no se puede? Para que lo escuche de ti.
– No te preocupes, Sara. Tráelo, mañana no me toca ir a ningún lado y lo puedo cuidar para que juegue con Dani.
– Ay, no como crees Javi. Es que mañana va ir por él su abuela, porque José y yo iremos a checar unos papeles de la casa y pasaríamos por él como a las 6 pm.
– Ah, no hay problema, te digo, no me toca salir a ningún lado.
– ¿De verdad? No te quiero molestar.
– Nada, a ver si de agradecimiento me sueltas al José para que vayamos a pistear por allá.
– Uhmm, me conviene para que me lo vigiles que no ande viendo viejas.
– Jaja, cómo crees.
– ‘Tá bien, Javier. ¿Entonces pasas tú por Rodrigo?
– Sí, No te preocupes.
Colgué y miré a Dani.
– Mañana jugamos con Rodri.
Dani sonrió y siguió mamando mi erección en el sofá.

Para el martes, le había negado su mañanero a Dani, con la excusa de que necesitaba más lechita si la quería compartir con Rodri.
Durante el carro le dije:
– Entonces, ¿de verdad él te dijo por sí mismo que quería jugarlo con su papá?
– ¡Qué sí, papi! No le dije que lo juego contigo, él solito me dijo eso.
– Ok. Pues entonces, le dices que sí juegas conmigo, para que llegando no le de miedo que yo sepa lo que hacen.
– Ok, papi.
Dejé a Dani a la escuela y me fuí.

Ya para la salida, me encontraba fuera esperándolos. Dani salió con Rodri detrás, y justo recibí la llamada de su mamá.
Le aseguré que cuidaría de su niño y me agradeció.
Ya en el carro notaba a Rodri nervioso, solo susurraba con Dani.
– Dile. -dijo mi hijo en viz baja-.
– Me da pena. -susurró Rodri-.
– ¿Qué es? Dime Rodri, no tengas pena.
Cobró valentía y suspiró.
– Dice Daniel que usted y él juegan a estar desnudos y usted pone su pene en su colita. ¿Es cierto? -dijo Rodri, en voz baja-.
– Así es. ¿Pero te dijo que no le puedes decir a nadie?
Asintió levemente pero aún nervioso.
– Es que yo, también quiero jugarlo con mi papi. Y Daniel me dijo que usted me puede enseñar cómo.
– Ándale. Cuando lleguemos te enseño cómo.

Al llegar, Dani entró corriendo y feliz por incluir a su mejor amigo en el juego. Mi mente daba vueltas a lo que estaba haciendo, una cosa era jugar con mi hijo, pero otra incluir a otro niño, aparte de riesgoso, nos podían cachar y yo acabar muy mal. Pero no voy a mentir, la idea de coger a otro niño era increíble, y aún más era la de lograr que ese mismo niño seduzca a su papá.
Cerré la puerta y aseguré todas las ventanas.
Nos encontrábamos en la sala. Yo con un short holgado negro y una playera blanca. Los niños llevaban su polo blanca y sus shorts azul, parte del uniforme.
– Ok Rodri. Antes de enseñarte cómo jugar, tengo que decirte cómo empezar con tu papá.
Primero, no puedes decirle directamente qué quieres porque se va enojar, tampoco agarrarle su pene porque recuerda que este es un juego de niños que los adultos no quieren que jueguen.

Rodri y Dani estaban sentaditos en el sofá, mientras el amiguito de mi niño asentía ya sin mucha pena.
– Tienes que tocar por «accidente» su pene. -proseguí-. Siéntate en él y sin que se vea intencional, muévete en su pene, cuando se bañen muéstrale tus nalguitas y abrazalo así desnudo para que te acerques a su pene. Si se le empieza a parar, es que le está gustando.
– Ok. -decía Rodri-.
– Tú papi debe empezar el juego, tú solo sé paciente, ¿vale?
Rodri asintió y era momento de iniciar el nuestro.
– ¿Estás listo? -pregunté frente a ellos-.
Rodri asintió, mientras mi niño sonreía.
Aquella situación, me tenía la verga morcillona. Bajé mi short y salió mi verga disparada y apuntando al cielo.
– Wow. -dijo Rodri-.
Los ojitos de aquel niño se pelaron al ver mi verga rosada completamente erecta. Me recordó a la primera vez que Dani me la vió, ese recuerdo y la escena me hizo estremecerme y mi verga se movió en respuesta.
– Te dije que mi papá la tenía grande. -le decía Dani-.
– ¿Ya se la has visto a tu papá? -pregunté mientras me masturbaba lentamente-.
– Cuando nos bañamos, y cuando mi papá lo pone en la cosita de mi mamá. Pero, así verlo grande como el de usted no, en el baño siempre se le ve arrugadita. -dijo el inocente niño, mientras yo me reía-.
– ¿Los has visto desnudos? -pregunté con una sonrisa. Ya sé de donde sacó el querer jugar con su papá y la facilidad de hacerlo.
– En las noches cuando creen que ya me dormí, escucho que mi mami se queja y cuando veo la puerta de su cuarto abierta, veo que papá pone su pene en mi mamá y sé que a ella le gusta, porque siempre le dice que le de más. Por eso quiero jugarlo, se ve que a mi mami le gusta mucho y yo quiero intentarlo.
– ¿La tiene más grande tu papá? -dije mientras Rodri solo veía fijamente mi erección-.
– No sé, creo que está igual. Mi papá la tiene grande también, pero solo sela he visto así grande cuando se lo mete a mi mamá.

Le hice una seña a Dani y se acercó.

Se arrodilló y se llevó mi verga a la boca. Comenzó a mamar expertamente, mi verga entrando y saliendo completamente de aquella boquita.
Rodri veía fijamente con expresión nerviosa pero llena de morbo.
Tomé la cabeza de Dani y comencé a embestir su boquita, Dani salía de mi verga buscando aire mientras su saliva escurría por mi tronco.
– Inténtalo Rodri. -dije azotando mi verga en la lengüita de mi bebé-.
– Es que no sé cómo.
– Hazle como al helado, sin usar tus dientes y ya. -le aconsejó Dani mientras seguía lamiendo mi tronco-.
Rodri se acercó y dudando tocó mi verga dura con un dedo. Me estremecí sentir la mano de otro niño que no era Dani.
Abrió su boquita e intentó meter mi glande, pero en su novatez me lastimó con sus dientes.
– Mejor con tu lengüita nada más, en lo que aprendes. -dije separándolo de mi glande-.
Rodri sonrió apenado y sacó su lengua. Lameó mi glande nerviosamente. Dani lo orientó mostrándole cómo haciendo que sonría.
Finalmente, tuve a dos bellos niños de 8 con su uniforme de primaria, mamando mi verga.
Rodri lenguetaba mi glande mientras Dani lamía mis huevotes y mi tronco.
Me senté en el sofá y los niños me siguieron gateando y regresando a sus posiciones.
Rodri seguía lamiendo torpemente mi glande, en eso Dani se posó también y juntos lamían mi cabecita. Dani se metió nuevamente mi verga completamente haciendo que me estremezca. Sentí la saliva correr por mi tronco y la presión que la garganta de Dani hacía.
– Wow. -decía Rodri-. Yo quiero meterlo así.
– Abre tu boquita, papi. -Le dije-.
Rodri abrió completamente su boca e inserté mi verga dentro. Solo llegó pasando el glande, pero Rodri ya no usaba sus dientes, conseguí que se ahogue e inmediatamente se separó de mí. Pronto Dani le bajaba la cabeza para que mi verga entera entrara.
Rodri se comenzó a ahogar, salió a tomar aire y lo volvió a intentar. Si bien, no era un experto, ya le entraba más verga sin que me lastimara. Además, tener a otro niño de primaria mamándome el pito, ya era excitación suficiente para que yo lo disfrute.
Pronto, los dos lamían mi verga juntos, jugando con sus lenguas cuando estas se topaban.
Era la escena perfecta, dos lengüitas compartiendo verga mientras se besaban.
Pronto con la verga babeada, me levanté ordenando que se pusieran en cuatro en el sofá.
Veía aquellos culitos regordetes aprisionados en ese apretado shorcito. Dani movía su culo como la putita que ya era.
Tomé el shortcito de Dani y tiré de él dejándome ver aquel culito blanco, hice los mismo con Rodri y ya tenía 2 culitos desnudos en mi sofá.
Con una mano tomé el culo de Dani y con otra el culito de Rodri. Coloqué mi verga en cada uno, azotando sus tiernos culitos. Ambos niños solo reían.
Me agaché y ensarté mi rostro en el culito de mi niño. Olía a sudor y a bebé. Tomé su cintura y hundía mi lengua dentro, mientras mi bello niño gemía de placer.
Rodri nos veía con suma atención.
Me dirigí al culito de Rodri y uff, como mi niño al inicio, olía a sudor y estaba sumamente apretadito. Yo sería el responsable de abrir ya dos tiernos culitos virgen, me sentí el hombre más afortunado.
Tomé sus dos nalgas y las abrí, su anito era blanquito y ni separando con ganas podía ver el interior dado a lo apretado.
Escupí y comencé a lamer con desesperación. Rodriguito comenzó a estremecerse y gemir. Dani se dirigió a la boca de su amigo y comenzó a besarlo torpemente.
Metí un dedo y tardó en entrar, Rodri comenzó a quejarse pero estaba más ocupado comiendo la boca de mi niño.
Metí 3 dedos con dificultad y Rodri se quiso safar, pero Dani y yo lo sostuvimos.
– Te va doler, porque tu colita está cerrada pero luego de va gustar. Así me pasó. -Le dijo Dani-.
Saqué mis tres dedos y me paré.
– Ponte en 4 otra vez Dani, para que Rodri vea cómo es.
Mi niño abandonó la boca de su amigo y se colocó en 4. Tomé su cintura y clavé mi verga, Dani gimonetó y comenzó a autoembestirse en mi verga. Completamente en cuatro, mi niño se hacía hacia atrás para meterse mi verga, yo solo bufaba y nalgueaba su nalgas blancas que quedaban rojas a cada golpe que daba.
– Mira Rodri, cuando ya no te duela así te vas a ver. -dije señalando como mi nene gemía en la verga de su papi-.
A esa frase para animar a Rodri, se sumó los gemidos de placer de mi niño, quien él mismo se penetraba en mi pene con salvajismo y ponía los ojos en blanco. Mi mayor orgullo, hace un tiempo él era un novato y ahora, era la mayor puta que conocía.
Tomé nuevamente la cintura de Dani y comencé a embestirlo con fuerza. Dani aumentó sus gemidos mientras clamaba por su papá.
– SÍÍÍ PÁ. DAME MÁS PAPI. -gritaba mi niño mientras mis huevotes cargados rebotaban en él-.
Rodri aun en cuatro solo veía fijamente como mi vergota entraba y salía de su mejor amiguito, después posaba su mirada en las expresiones de mi niño perdido en el placer.
– ¿Lo intentas? -dije sacando mi verga húmeda por el interior de mi bebé-. Como nunca lo has hecho te va doler, pero después te gustar como a Dani. ¿Verdad, mi amor?
– Sí, Rodrigo. Duele porque te ponen el pipí grande en tu colita que está chiquita, pero luego se siente rico porque sólita se abre. -dijo Dani-.
– Pero, ¿me va doler mucho? -preguntó muy angustiado Rodri-.
Negué.
Tomé su cintura y me agaché para volver a mojar su anito de saliva. Rodri volvió a gemir.
Esta vez solo metí dos dedos, entraron con algo de dificultad pero fácil. Rodri se quejaba levemente. Con mis dos dedos dentro, masajeé su interior ocasionando que el putito gima más fuerte.
Mis dos dedos ya lo penetraban con más facilidad, entraban y salían del anito de aquel niño que solo podía gemir. Retiré mis dedos y pude ver cómo su anito ya se iba abriendo.
Escuché que Rodri le susurró algo a mi hijo.
– Papi, dice Rodrigo que porqué se lo sacas, que le estaba gustando.
Rodri se avergonzó y escondió su rostro.
– Porque ya toca que le meta mi verga dentro, amor. -dije masturbando mi erección y prepaparandola para entrar en ese culito-.
«Ves, te lo dije» escuché que mi niño le susurraba a su amiguito.
Tomé la cintura de Rodri y punteé con mi glande. Dado al juego previo, su anito cedió y así una pequeña parte de mi pito ya estaba dentro.
Rodri ahogó un gemido. Puta madre, ese niño estaba bien apretadito, su interior hacía presión en mi verga y tuve que reprimir el deseo de embestirlo con fuerza. Dejé que su interior se acople a mi gruesa verga, cuando sentí que su anito ya se estiraba, comencé a moverme suave y delicadamente. Aquello no era igual que la primera vez de Dani, a quien penetré salvajemente hasta que se acostumbró. Si lastimaba a ese niño, me podía acusar, así que como nunca, tuve que hacerlo muy delicadamente.
Su interior se sentía húmedo y calentito, la presión me estaba volviendo loco de excitación.
Cuando sentí como mi verga se movía con más espacio, comencé a penetrarlo suavemente pero llevando ya un ritmo constante. Rodri comenzó a bufar con aquella vocecita de niño que me puso a mil.
Minutos después, ya penetraba con más fuerza a ese niño, suspiré hondo y se la llevé al fondo provocando que gritara. Mi bello Dani, rápidamente calló a su amiguito comiéndole la boca, y así estábamos en nuestro gran juego, yo penetrando y abriéndole por primera vez el culito a un niño de 8, mientras mi propio hijo lenguetaba la boca de su amigo.
Saqué mi verga completamente humeda e inmediatamente Dani la devoró de los huevos al glande.
Abrí las dos nalgas de Rodri para ver su anito ahora abiertote y rojo de mi previa invasión.
– ¿Qué tal, te gustó? -Le pregunté mientras Dani seguía pegado a mi verga-.
– Sí… -alcanzó a decir Rodri intentando recuperar el aliento-.
Volví a abrir el culo de ese niño y levanté a mi hijo, lo acerqué al culo de su amigo y lo restregué salvajemente en aquel ano abierto. Mi hijo sin emitir queja, comenzó a comerse el culo de su amigo, el cual solo gemía sin parar.
Tomé a Dani y lo recosté en cuatro sobre Rodri, de forma que ambos culitos regordetes miraban hacia mí.
– Uff, ¿Quién quiere verga en su culito? -pregunté mientras con mi verga erecta golpeaba sus culitos-.
Ambos respondieron al unísono y me dibujó una sonrisa en el rostro.
Tomé mi verga y la ensarté sin piedad en el anito de Rodri. Él intentó levantarse de un grito, pero el peso de Dani era suficiente para retenerlo en el sofá. Seguí embistiendo, sintiendo como sus paredes anales se abrían cada vez más y el gritaba, pidiendo que pare e intentando empujarme con sus dos manitas.
Seguí embistiendo, hasta que sus súplicas de para se convirtieron en más gemidos.
– ¡ahora yo, papi! -se quejaba Dani, con lo que noté como una voz con algo de celos-.
Se la saqué a Rodri, y mi verga apuntaba al cielo, más humeda aún y con pequeños atisbos de sangre en la punta.
Apunté mi pito al anito de mi bebé, quien de tan puta, rápido cedió a la embestida y tal cual como lo hice con su amiguito, comencé a penetrarlo con salvajismo mientras yo bufaba como toro.
Mi niño gemía de placer, me pedía más, ponía los ojos en blanco y me abría su culito con desesperación para su papi. Estaba tan orgulloso de la putita en que había convertido a mi bebé, solo para mí.
Se la saqué a Dani, quien pedía más y más.
– Síganme. -les ordené yendo al cuarto-.
Ambos sin chistar me siguieron.
Les pedí que se suban a la cama, boca arriba y ambos abriendo su culito para mí, y ahí los tenía, 2 bellos niños con el anito ya abierto por mi verga, mientras el de Rodri se encontraba rojito por haberlo desvirgado hoy, el de mi niño ya estaba entrenadito y bien abierto.
Ambos culitos escurrian babas y humedad de mis lengüeteazos y embestidas.
Tomé la cintura de Rodri, coloqué mi tronco en su anito y sin penetrar, restregaba mi erección en su rajita, mi verga subía y bajaba chiclosa y ya roja de tan hinchada que me la traían esos culitos.
– Prepárate, papi. -Le dije a Rodri-.
Tomé mi glande y sin esperar, embestí el culito recién desvirgado de aquel niño. Rodri gritó retorciéndose, pero esta vez no intentó safarse, quería mi verga dentro.
Dani nos veía con ojitos llenos de lujuria, mientras se dedeaba. No podía estar sin algo en su culito, la putita.
Seguí penetrando mientras mis huevos llenaban de sonidos la habitación, junto con los gemidos de niño.
Rodri cerró sus ojitos mientras mi verga entraba y salía de él, sostenía sus piernitas para darme entrada completa a ese hoyito. Ese niño cada vez estaba más abierto, le entraba más pito en cada embestida.
Sentía la leche subir a mi glande, así que tuve que obligarme a salir de ese anito. Tomé sus dos nalgas y hundí mi rostro, todo su anito estaba húmedo y rojito.
Me acerqué a mi niño y lo embestí con tal fuerza que los sonidos de chapoteo eran más fuertes que los gemidos de mi bebé.
Gotas de semen comenzaron a escurrir de mi glande, así que intentando aguantarme, saqué mi verga morcillona y les ordené abrir boca.
Ambos niños se levantaron y sacaron su lengüita en busca de lechita, sin esperar varios chorros volaron a los rostros de esos tiernos niños. Sus rostros ahora estaban cubiertos de mi espesa lechita que escurrían sobre sus tiernos rostros, en una escena espectacular que lograría una segunda corrida.
Mi Dani, recibió cada chorro con alegría, devorando cada gota que aterrizó en otra parte que no era su boquita.
Rodri, por el otro lado, me hizo reír cuando cerró sus ojitos mientras mi semen caía en su rostro. Tragó lo poco que su boca atrapó, hizo una mueca y se limpió los restos que cayeron en su rostro.
– ¡Puaj! ¿Qué es eso? Sabe raro. -dijo Rodri mientras se seguía limpiando-.
– Es la lechita que sacan los hombres, ¿verdad, papi? -agregó Dani-.
– Así es, bebé. Cuando a un hombre le gusta el juego, saca lechita. Eso es lo que tu papi va sacar, si juegas con él.
– Sabe feo. Sabe bien salado. -agregó Rodri mientras saboreaba la sensación de su lengua-.
Reí. Mi verga seguía durisíma, ver a un niño tan inocente bañado en mi semen era una imagen que antes jamás pensé ver, y que ahora era la rutina de cada día.
– Te va gustar después, Rodri. -Le aseguré-. Así empezó Dani, ya luego no lo para de comer.
Dani asintió y el rostro de Rodri se aligeró.
– ¿Y bien? ¿Te gustó? -Le pregunté-.
– Sí, al principio me dolía mi colita muy feo, pero luego se sentía raro, como cosquillitas dentro de mi colita. -Rodri río-.
– Es porque te gustó. -Le aseguré-.
– Creo que no me gusta la lechita, cuando juegue con papi le voy a decir que no la voy a tomar. Y ahorita, me duele mucho la colita, me arde mucho. -dijo palmando su culito recién abierto-.
Lo calmé diciéndole que era normal por ser su primera vez, pero el miedo me invadía si al rato lo mencionaba con su mamá. Así que le hice prometer que aunque le duela, no debe decirlo.
Saqué del cajón de mi habitación una cremita, es la que usaba mi esposa cuando Dani se rozaba. La coloqué en el anito de Rodri y le pedí a ambos que se bañaran.

Ya eran las 2 pm, al ser la primera vez de Rodri, decidí usar las cuatro horas restantes en juegos normales, para dejar que el dolor disminuya y no hayan sospechas. El resto del día, vimos películas y los niños jugaron juntos.
Sara me mandó mensaje cerca de las 6:30 pm, avisando que pronto llegaría por Rodri. Así que repasamos los puntos sobre seducir a su padre y prometer que no diría nada.
– Oiga señor Marco. (Rodri me habla con mi otro nombre jaja) -Rodri se veía apenado-. ¿Podría volver a jugar con usted y Daniel?
Sonreí.
– Claro que sí, Rodri. ¿Entonces sí te gustó el juego?
– ¡Sí! Pero le voy a dar una última oportunidad a la lechita que sacan, sino me gusta a la segunda, yo no lo voy a comer. ¡puaj!
Dani y yo reímos fuertemente, minutos después llegó Sara y Rodri se despidió.

Mi bebé y yo cenamos juntos, estábamos cansados de jugar, pero los juegos normales claro. Desde encantados, a Fútbol, a luchitas, ambos estábamos acabados. Nos tumbamos en mi cama y dormimos plácidamente.

47 Lecturas/25 septiembre, 2025/0 Comentarios/por Gabito180
Etiquetas: amiguito, baño, gays, hijo, hotel, madre, mayor, padre
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