Por culpa de mi padre
Se detuvo al borde de la cama con la polla en la mano, dura, tiesa como un palo, mirándome.
La primera vez que mi padre me violó fue cuando tenía 15 años. Quizás fue algo buscado porque disfrutaba haciéndoselo pasar mal. En verano me paseaba por la casa desnuda y me aseguraba de que me viera, eso sí, cuando mi madre no estaba. Él trataba de disimular haciendo que no me veía, pero de reojo le miraba y sabía que se excitaba.
Una vez, estaba en la ducha y dejé la puerta totalmente abierta. A través de la mampara pude ver que mi padre me observaba tratando de ocultarse tras el marco de la puerta. Hice como si no le hubiera visto y me masturbé sabiendo que me observaba.
Hasta que llegó aquella noche de verano, una de las más calurosas de aquel año. Mi madre se había ido de fiesta con las amigas. Yo estaba totalmente desnuda sobre la cama tratando de conciliar el sueño. Vi que mi padre entraba en la habitación sigilosamente, creyendo que dormía. Entrecerré los ojos y pude ver con la luz de la calle que estaba desnudo. Se detuvo al borde de la cama con la polla en la mano, dura, tiesa como un palo, mirándome. Instintivamente abrí las piernas y fue cuando de repente se puso encima de mí abriéndome más las piernas mientras con una mano trataba de introducir su polla en mi coñito virgen. Traté de quitármelo de encima, pero fue imposible dada su envergadura. Sentí aquel palo introduciéndose en mi interior y fue, al principio, doloroso. Luego todo fue una mezcla de dolor, excitación, placer y sentirse usada.
A la mañana siguiente estábamos desayunando en la mesa de la cocina y mi madre entró con las sábanas manchadas de sangre. Mi padre me miró con cierto temor ante mi respuesta y le dije a mi madre que me había venido la regla. Mi padre no dijo nada. Bajó la mirada y continuó desayunando.
Cuando a mi madre no le apetecía hacerlo con mi padre sabía que esa noche iba a ser yo su sustituta. Me decía:
– La zorra de tu madre no quiere follar hoy, así que es tu turno.
El día que tenía la regla le daba igual. Me ponía boca abajo y me violaba por el culo. A veces ni se cortaba cuando mi madre estaba en casa. Una vez, cuando ella estaba en la ducha y yo en la cocina entró a por mí, me reclinó sobre la mesa y me folló como a una perra.
A veces me acompañaba en coche al instituto. Si estaba cachondo, antes de salir del parking se la sacaba y me obligaba a mamársela. La primera vez que se corrió en mi boca vomité, luego ya me acostumbré. Otras veces me obligaba a mamársela antes de entrar en casa, en el tramo de escaleras que daba a nuestro piso. Aprendí a hacer buenas mamadas, incluso a alguno que se la chupé en el instituto se debió ir de la lengua y más de uno venía a buscarme para probar suerte. Casi había cola en los lavabos del instituto esperando turno para follar mi boca.
Cuando cumplí la mayoría de edad me emancipé y me fui a vivir con unas amigas de la facultad. Mi madre jamás se enteró de la cantidad de veces que mi padre me usó como su puta.
Mis amigas y yo hicimos la típica fiesta de fin de curso en el apartamento. Éramos tres chicas, el novio de una de ellas y 4 chicos más. Todo fue alcohol, porros, más alcohol… Mi amiga se fue a su cuarto con su novio mientras todos le decíamos entre risas que no hicieran mucho ruido. Un chico estaba tratando de camelar a mí otra amiga mientras los otros tres se arrimaban como pulpos a mí mientras bailábamos. Me sobaban por todas partes. Sus manos no dejaban de recorrer todo mi cuerpo hasta que uno, el que estaba detrás, metió su mano bajo mi falda llegando a agarrarme el culo. Debido al alcohol casi apenas podía quitármelos de encima. El que tenía detrás me llevó al sofá y se puso sobre mí, manoseándome. Su mano se deslizó bajo mi vestido y me penetró con los dedos a la vez que su lengua quería introducirse en mi boca. Trataba de huir, pero apenas podía moverme. Al poco sentí su polla en mi coño penetrándome mientras los demás se habían puesto alrededor a mirar y a jalear al tío que me follaba. Recuerdo a mi amiga sonreír mientras su novio le agarraba las tetas por detrás y simulaba follarla. Cuando el tío acabó, otro me puso a cuatro patas y me folló bien duro mientras se la chupaba al que quedaba. Mi amiga me azotaba el culo mientras todos me decían lo buena puta que era entre risas y jadeos. Los chicos estaban tan salidos que no tardaron en correrse, uno en mi boca y el otro inundando mi coño por segunda vez. La sorpresa fue cuando ya creía que habían terminado, el novio de mi amiga me obligó a estar a 4 patas y me penetró por el culo mientras su novia le decía que no parase. Mi amiga se puso delante de mí, se abrió de piernas y me obligó a comerle el coño mientras su novio se excitaba aún más. En mi boca todavía quedaba restos de semen del tío que se corrió, semen que fui esparciendo con mi lengua por la raja del coño de mi amiga que gemía como una loca de placer, apretando mi cabeza contra su clítoris, obligando a seguir lamiendo sin parar. No recuerdo la de veces que me corrí yo también aquella noche. A la mañana siguiente desperté con un terrible dolor de cabeza, sucia y desnuda en el suelo. Quién sabe. Lo mismo me volvieron a violar mientras dormía, usándome como a una puta.
Años más tarde me casé. Mi matrimonio es de lo más convencional. Fueron unos años de normalidad hasta que una noche salí de fiesta con las compañeras de trabajo. Fuimos a una discoteca de moda que estaba a rebosar de gente. Demasiada para mí gusto.
Dos chicos, más jóvenes que yo no dejaban de arrimarse. Yo les sonreía, era gracioso ver cómo bailaban. Uno fue situándose estratégicamente detrás de mí dándome arrimones muy sutiles. Sin querer, mi mano rozó el paquete del otro chico y pude notar su dureza bajo los pantalones, al igual que la del otro que tenía detrás. Llegó un momento que estaba saturada de tanta gente y les dije a mis amigas que salía un momento a fumar un cigarrillo y que volvería luego.
Salí a la calle y respiré aliviada. Saqué un cigarrillo y antes de encender el mechero ya tenía uno frente al cigarrillo. Lo encendí y tras dar una buena bocanada vi frente a mi a los dos chavales que me habían sobado antes. Les sonreí dándoles las gracias y uno de ellos me preguntó si me había gustado sentir su polla dura sobre mí culo. Me reí y les dije que no había notado absolutamente nada. Dicho esto me cogieron y me arrastraron al callejón tapándome la boca para que no pudiera gritar. El que me daba arrimones por detrás me empotró contra la pared, me arrancó el tanga y comenzó a violarme con fuerza mientras me preguntaba si ahora la notaba bien dura. El otro se la había sacado y me obligó a cogérsela y me preguntaba si así estaba bien dura para mi gusto. El otro seguía embistiéndome, como un perro en celo. Me cogió de las piernas haciendo que rodeará su cuerpo con ellas y continuó metiéndola y sacándola una y otra vez hasta que se corrió. Baje6 las piernas que me temblaban cuando el otro chico me soltó una bofetada que hizo que me cayera al suelo boca abajo. Se puso encima de mí notando su enorme polla dura sobre mí culo, buscando mi agujero, hasta que lo encontró y me la clavó hasta el fondo arrancándome un gemido de placer y dolor. Sentía su aliento y sus gemidos en mi oreja mientras me decía lo mismo que me decía mi padre cuando me follaba:
– Puta… Zorra… ¿Te gusta que te den duro, verdad, perra?
Cuando eyaculó dentro de mi culo me quedé tumbada en el suelo, con mi coño palpitando aún después del orgasmo, orgasmo que ellos no sabía que había tenido.
Cuando llegué a casa me fui directa a la ducha y me masturbé como tres o cuatro veces más pensando en lo que aquellos hijos de puta me habían hecho. Luego, me acosté al lado de mi marido que dormía plácidamente. Ajeno a todo.
Ahora estoy tratando de convencer a mi marido para tener fantasías mientras me folla, tales como que me violen delante de él. Por el momento le excita mucho y a mí más… mmmmm
Muy bueno, a mi también me gusta que me cuenten cómo se las meten mientras yo me las cojo
Menos lo lésbico me gustó, aunque prefiero vaginal