INSPECTOR DE TRÁNSITO 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ProfeRicardo.
LOS PERSONAJES:
Raúl (R) era un muchacho de apenas 24 años; alto de 1.82m, de piel trigueña, pelo corto, contextura maciza, agarrado, practicaba mucho futbol, una sonrisa pícara y un trato muy agradable.
Él estaba contento pues a pesar de no contar con estudios universitarios, y solo haber estudiado un par de años de computación, había logrado entrar a trabajar en la Municipalidad de Chiclayo como asistente en el área de recaudación, pero por rotación de personal terminó como Inspector de Tránsito.
Esta labor consistía en ir en equipos de 4 ó 5 personas debidamente uniformados a cada uno de los puntos más críticos de congestión vehicular en las afueras del centro histórico de la ciudad para imponer papeletas o multas a quienes conduzcan vehículos que no estén debidamente autorizados, por ejemplo vehículos muy antiguos, o combis (peceras) o taxis no registrados, etc.
A veces, estos equipos necesitaban del apoyo de la Policía Nacional, en caso algunos conductores quieran darse a la fuga o puedan presentarse situaciones de enfrentamiento verbal y físico.
Graziela (G) es una joven ama de casa de 35 años; de 1.75m, es decir alta a pesar de sus raíces étnicas pues es del interior del país, específicamente de la sierra de Jaén, de piel blanca, de mejillas a veces muy chaposas, con respecto a su cuerpo se volvió más voluminosa después de convertirse en madre; lindos pechos, y unas hermosas y pomposas nalgas que atraían miradas masculinas y femeninas; además de unos hermosos y típicos ojos pardos.
Allá en su natal Jaén conoció, hace unos años, a un comerciante chiclayano que constantemente viajaba a provincia, y con quien se casó y se fue a vivir a Chiclayo; de ese matrimonio nacería Keyla, su única hija, ahora ya de 11 añitos.
Jaime (J) es un señor de 46 años de típica complexión madura, de cuerpo llenito, con una barriga ligeramente prominente, brazos y piernas gruesas, y nalgón; no muy alto, apenas 1.
67 m, de poco cabello y entrecano además.
Él era un comerciante consumado en Chiclayo, bastante conocido en los mercados principales de la ciudad y algunas tiendas locales a los que abastecía cada cierto tiempo; además de ser prestamista, viajaba constantemente, sobre todo desde la zona norte del país hasta la capital.
Graziela era su segunda esposa y Keyla era su tercera y última hija, pues de su anterior matrimonio tenía ya 2 hijos, ambos universitarios a quienes él soportaba económicamente pero vivían con su ex esposa.
LOS HECHOS
Día 1
Los hechos sucedieron, exactamente, la primera semana de abril en que empezaba demorado el año escolar 2017, por un tema de lluvias fuertes a destiempo en esta parte del país.
Resulta que Don Jaime tenía una combi, un medio de transporte que hace algunos años él utilizó como movilidad escolar, (muy parecidas a las peceras en México), pero él ahora lo utilizaba para llevar algunas cajas y productos que tendría para repartir.
Su esposa sabia manejar pero raramente lo utilizaba, más ese lunes, a la señora se le hizo tarde para llevar a su hija al primer día de clases en su nuevo colegio, ya que empezaba a cursar el 1er grado de secundaria, y ya no tenía la comodidad de tener una escuela, como la inicial y primaria del año pasado que quedaba tan solo a unas cuadras de su casa; además no habían previsto aun las rutas para llegar rápido a su destino.
Entonces, aprovechando que Don Jaime estaba de viaje y aun vendría el miércoles, ella se arriesgó a manejar la combi y llevar a su hija al colegio guiándose del celular, ambas aguerridas comenzaron a hacerse de un camino, pero igual llegaron a pasar por unas calles donde estaba prohibido el acceso a combis salvo que sean aquellas acondicionadas correctamente para movilidad escolar, pues era en pleno centro de la ciudad.
En un momento dado, observó a unos inspectores deteniendo a algunos autos, pero ella no lo dudó ni un segundo y esquivó la fila para seguir su curso; escuchó unos silbatos, pero no le dio importancia y luego de salir de la zona critica, y manejar muchas cuadras más llegó finalmente al colegio de la niña, justo a tiempo.
Al regresar, prefirió rodear el centro histórico para aprovechar y hacer unas compras en el mercadito local de su urbanización.
Al parecer había sido un primer día exitoso, a pesar de los apuros, pero más adelante se enterarán de como su accionar de este día le trajo algunos problemitas futuros.
Día 2
El mismo problema, el mismo apuro, su hija se reía de ver a su mamá corriendo por aquí y por allá, terminando la lonchera, buscando las llaves, el material de trabajo.
En fin, salieron nuevamente en la combi, y volvieron a cometer el error de tomar la misma ruta.
Esta vez, el tráfico las atrapó, y a lo lejos en pleno cruce de calles principales del centro de la ciudad, el inspector la guio para estacionarse y hacerle algunas preguntas.
Era Raúl, que con una sonrisa muy amable la saludó, se presentó a sí mismo, y observando en el interior del vehículo le pregunto básicamente ¿porque estaba transitando por esta zona?
R: Buenos días, señora ¿tiene papeles de circulación de movilidad escolar?
G: ¿Movilidad escolar? No, para nada, es particular.
R: Aquí su placa me arroja que hay registro de hace varios años.
G: Debe haber un error, joven.
Estamos apuradas, necesitamos llegar al colegio.
R: Bueno, puede circular, pero igual tengo que registrar la multa.
En eso momento, la señora bajó intempestivamente, sorprendiendo aún más al inspector con su belleza, para pedirle por favor que no le ocasione problemas con su esposo.
G: ¿Cómo es eso? Señor, debe haber un error, mi esposo ya tiene todo en regla, por favor, ayúdeme con este tema, mi esposo está de viaje en estos momentos.
Dígame ¿a dónde tengo que ir? ¿A las oficinas? Porque este vehículo ya no hace movilidad escolar.
El lujurioso inspector Raúl vio una oportunidad de oro para saciar sus deseos sexuales, y que mejor que con una ama de casa muy bella y aparentemente desesperada.
R: A ver señora, dígame algo, ¿la dirección con la que aparece el vehículo registrado es correcto?
G: Si, claro.
R: Si usted gusta puedo ir para hacer una verificación adicional, y luego sacarla del sistema porque ahora la multa ya está entrando al sistema, todo lo tenemos conectado con estos equipitos tipo GPS, mire.
G: Esta bien, joven, claro, yo lo espero en mi casa, para que usted confirme.
R: Claro que iré, y además le mostraré otros problemas que veo con su vehículo; tiene otras moras, al menos así me sale en el sistema, señora.
G: ¡Esta bien! Está bien, vaya, yo lo espero.
El día transcurrió rápidamente.
Ya por la tarde, a las 5:30 pm exactamente, Raúl, el inspector se apareció en la casa.
Graziela abrió la puerta, cómodamente vestida con unos simples shorts rosados de boca ancha que le cubrían sus mulos, y una blusa blanca y semi transparente que dejaba ver un poco del sostén que cubría esos ricos pechos.
La señora lo hizo pasar y se dispusieron a conversar en la sala.
Raúl, guardó silencio inesperadamente, mientras veía y movía sus papeles y sus folders.
Graziela se extrañó por ese comportamiento, pero después le causó gracia, a lo que le invitó a tomar un refresco, dándole la espalda a Raúl para dirigirse a la cocina, ofreciéndole una vista privilegiada de ese hermoso culo y esas piernas blancas.
G: A ver señor Raúl, explíqueme bien ¿cuál es el problema?
R: No se preocupe señora, la verdad es que el problema de la multa de esta mañana lo solucioné hace un rato antes de salir de la oficina, mire (mostrándole los papeles, indicándole que ya no figuraba ni la falta ni la multa ni el número de placa)
G: Ah qué bien, yo sabía, tenía el presentimiento que usted era un joven muy servicial.
Yo sé que mi marido podía solucionar el tema, pero es muy renegón a veces, y se suponía que yo no debía sacar la combi.
Discúlpame usted por el inconveniente.
R: Ah por supuesto, no se preocupe señora, pero ese tema si está pendiente, al parecer él no ha presentado el último documento para retirar el vehículo del servicio antiguo de movilidad escolar, es algo que se le olvidó a su esposo, pero no hay problema.
Con multas, ahí si es más complicado ¿entiende, señora?
G: Si le entiendo, Raúl, ya que estás en mi casa, mejor nos tuteamos y entramos en confianza, por favor llámeme Graziela, te agradezco mucho por haberme salvado esta vez, jajaja.
¿Cómo podría devolverle este favor?
R: Este refresco esta delicioso, Graziela, creo que es suficiente, no se preocupe de más.
G: No diga eso, jaja.
Me voy a sentir mal (de pronto, ella bajó la mirada inofensivamente, para toparse con el tremendo bulto que se le había formado en el pantalón del inspector, que por cierto aún seguía uniformado).
Ehmmm ¿le sirvo un poquito más?
R: Si no es mucha molestia (alcanzándole el vaso, rosando sus dedos gruesos, con los suaves y bien cuidados de ella)
Fue como un click, una emoción rara que despertó en Graziela, había sentido algo placentero, no solo el inofensivo rose de dedos, sino también esta suerte de coqueteo adolescente entre dos personas adultas.
Ella no sintió aún culpa, no pensó que estaba haciendo algo malo, solo estaba siendo amable con Raúl, quien por cierto, estaba que explotaba de calentura por dentro, no dudó en amasar su tremenda verga por encima del pantalón al ver nuevamente las nalgas redondas de esa hermosa mujer.
Tenía que actuar rápido y así lo hizo.
G: A ver, un poco más de refresco, joven Raúl, me imagino que ustedes toman mucho líquido ya que están en la calle todo el día poniendo papeletas, jaja.
R: Si, claro, pero creo que ya tomé de más, me va a disculpar mucho pero me dieron ganas de orinar, mejor me voy.
G: Pero que ocurrencia, pase por aquí joven, el baño esta en este pasillo, la 2da puerta.
En el baño, de hecho, Raúl si orinó, y después de hacerlo estaba nuevamente con una erección tremenda, estaba con ganas de follar a esa señora, la imaginaba toda suya, pero bueno, solo eran fantasías, así que se acomodó como pudo, y al lavarse las manos, accidentalmente mojó un poco sus pantalones cremas.
Igual, así salió a la sala, pero no encontró a la señora, así que se sentó nuevamente en su lugar.
La señora, obviamente también estaba excitada, pero trataba de contenerse por ser casada, aunque viendo en perspectiva, se sentía con suerte por tener un esposo que la provee y la trata bien, pero no se sentía muy aliviada sexualmente.
Su vida se había hecho muy rutinaria y monótona después de casarse.
Mientras Raúl estaba en el baño ella aprovechó para entrar al cuarto de su hija y decirle que siga haciendo sus tareas y que no salga pues estaba viendo un tema importante.
Graziela no sabía exactamente que quería hacer, pero quería hacerlo, después de coquetear con ese joven y más aún después de ver ese enorme y provocativo bulto.
G: ¿Todo bien, joven?
R: Si, señora Graziela, solo que creo que me manché un poquito, pero ya secará.
G: Uy… Espérame un tantito.
Aquí tengo una toallita de cocina.
Fue y regreso rápidamente, y empezó a sobarle en su pierna, pero rápidamente su mano estaba acariciando en el lugar incorrecto, como buscando algo más.
Ella no levantaba la mirada y rápidamente cayó de rodillas, para sobarle el tremendo bulto de aquel morocho portentoso, quien no dudó en abrir más las piernas y relajarse.
Finalmente, él tomó su mano, y sobándolo descaradamente en su tronco por encima del pantalón, le pidió con señas de ir a un lugar más privado.
G: ¡La habitación no! Está cerca de la de mi hija, ven aquí (poniéndose de pie ambos)
Ella lo guio hacia la cocina, la parte posterior donde había un patio que estaba alfombrado con grass artificial, era muy iluminado a pesar del techo pues era de policarbonato de colores claros; aparentemente ese fue el lugar de juegos y diversión de Keyla cuando era más pequeñita.
Allí se enfundaron en un profundo y apasionado beso; sería escandaloso ver a estos dos amantes, tratando de quitarse las prendas.
Ella fue más rápida en agacharse, y desabrochar la correa y botón y bajar el cierre de pantalón, para bajárselo con todo y bóxer hasta las rodillas.
Que tremenda verga, de 21 cms.
gordísima y morena, totalmente distinta a la de su marido, que era de 16 cms.
aunque también gruesita, pero nada comparada con la de Raúl.
Se abalanzó a mamar muy desesperada esa verga.
Raúl la cogía de sus cabellos para empezar el vaivén, minutos después, él también se arrodilló para desatarle la blusa, y bajarle el sostén, y chuparle esas ricas y hermosas tetas blancas de Graziela; sus pezones eran un espectáculo de ver, tan hinchados y tan rojos, más aun con las succiones que le hacia su nuevo macho.
Esa posición le incomodó, así que ella mismo se quitó el sostén, y se echó boca arriba en el piso, para sacarse sus shorts, y mostrarle esa hermosa vagina peluda pero bien cuidada.
Se nota que es de esas señoras que usan muchas cremas y lociones en su piel.
Entonces Raúl se pone de pie, quitándose los zapatos, el pantalón y el bóxer, meneándole la pija y echándose encima de ella.
Ufff… Un grito apagado de la mujer que, a pesar de estar bien lubricada, le costaba contener la presión de aquel moreno, quien bufaba como un toro, para empezar a bombear la rica concha de esa mujer.
R: Ahhhh estas mojadota… ¡Qué rica! (la manera de mover las caderas de ese tipo era envidiable, es que claro, era joven, fuerte, con todas las condiciones físicas para satisfacer a cualquier hembra)
G: Si… ¡Dame más! Mmmm me mojo toda.
Dame más Raúl (mientras le clavaba sus uñas en las nalgas de su amante)
R: Me vengo.
Ufff… ¡Ahhhhhh! Que rica concha, amor…
Antes de venirse en semen, se incorporó, echándole la leche en los pechos y en la barriga de esa mujer caliente, que también se vino, y a pesar de que su macho ya no estaba encima de ella, seguía meneándose, tocándose la concha y las tetas, para finalmente caer rendida ahí mismo.
Raúl no tardo en vestirse rápidamente, contemplando a su nueva hembra.
Ella apenas reaccionó cuando él bajo a darle un beso en los labios.
R: Ya me voy, cualquier cosa, aquí te dejo mi número de celular.
Estuvo rico, mi reina.
G: Cierra bien la puerta, Raúl.
Continuará…
Atte DON PATO
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