Me adecué al cambio.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Unos tres meses antes de la noche que relato, Luciana me acompañó a San Pablo – Brasil donde participé de una reunión de la empresa para la cual trabajo. En el viaje de regreso a Buenos Aires, tuvimos una demora pronunciada en el aeropuerto de partida. Fue ahí que conocimos a la otra pareja. En el bar en el cual “matábamos” el tiempo a la espera del embarque.
La simpatía fue mutua. Sospecho, que la gracia en el semblante sumada de la hermosura de las facciones, del dúo femenino del cuarteto, tuvo mucho que ver. La afabilidad en la conversación y el trato, de los cuatro, también.
Las dos chicas, altas, estilizadas, apenas mayores a los 30 años, son realmente atractivas. Nosotros los varones, arrimándonos a los 40, ambos de talle, figura y disposición del cuerpo bastante correcta, no desentonamos.
Ya de regreso, comenzamos a tener citas solamente para salir y conocernos más a fondo, pero sin llegar más allá de lo normal, por lo menos eso creía yo. Con el “diario del lunes” creo que ellos lo hacían para tantear el terreno y, pensándolo mejor, estoy persuadido que Marcelo hizo sus avances con Luciana.
Aquella noche de sábado, habíamos aceptado cenar en la casa de ellos.
La invitación: “…nos juntamos en casa, los cuatro. Nuestros críos los dejamos con los abuelos. ¿Uds. tampoco tienen problemas para que les cuiden los vuestros, no? Así estaremos tranquilos, y libres de estorbos….”.
Hasta ahí no le di relevancia al “..libres de estorbos…”. Ya caería en cuenta del significado.
Luciana se “produjo” con esmero: cambió peinado, tratamientos faciales los días previos, maquillaje cuidado, minifalda ajustada y blusa negra aún más ajustada que le resaltaban las curvas y sus hermosos senos. Alicia no desentonó. Se veía preciosa y sexy con su pollerita negra, ajustada y bastante arriba de las rodillas, blusa -también ceñida- de color azul, su cabello lacio estaba suelto y desprendía un perfume sugestivo.
A la hora de sentarnos a la mesa, con las bebidas y platitos con picada ya dispuestos, caí en cuenta que “esa nube traía agua..”: Luciana, sin que nadie le dijese, se ubicó al lado de Marcelo, Alicia a mi izquierda, con la reducida pollerita, subida, dejándome ver una generosa porción de sus muslos. ( y, por instantes, también podía vislumbrar su bombachita violeta, la parte que cubre lo que realmente importa.)
Durante la cena, con frecuencia la mano de Marcelo desaparecía debajo de la mesa. En el rostro de Luciana, por momentos, se adivinaba por donde andaba esa mano.
Alicia, adhirió al jueguito de esconder, de vez en cuando, la mano, con la que, de movida, comenzó a rozar mi pierna izquierda con el dedo meñique y el anular. Con el correr de los minutos tomó confianza y manoseó con más entusiasmo aunque sin llegar a mi bulto. Esperaba reciprocidad pero yo quedé inhibido.
A la hora del postre, flotaba en el aire, por sobre el aroma de bebidas y comida, el de la carne inquieta, perturbada.
Alicia se fue a la cocina, para traer el postre y, desde allí llamó al marido (¿para que la ayudara o para dejarnos a solas?). Sabía lo que hacía.
-Decime, Luciana ¿Qué es esto? –
-¿A qué te referís?-
– Te lo digo con todas las letras: estos dos nos quieren coger. Él te está manoseando debajo de la mesa y ella lo hace conmigo ¿Vos lo arreglaste con ellos?-
– Carlos, Marcelo hace un tiempo se me está insinuando. Y Alicia está enterada. Pero te juro que no sabía nada que esta noche…..ni que ella también está con vos… ¡cómo no te iba a decir, de saberlo, algo así? –
– No te veo para nada sorprendida ni incómoda con la situación. –
– ¡Te repito no tengo nada que ver con la previa!!!! Vine a cenar y a pasar un buen rato en compañía. –
Hizo una pausa. Bajó la vista , y cuando la levantó la clavó en mis ojos y se sinceró sobre lo que tenía in mente:
-Vos te la comes con los ojos a la mina…y yo…y a mi…yo…. últimamente cambié de parecer sobre la exclusividad….. me intriga como sería con otro….si no te jode demasiado,… mientras vos te la comés a Alicia,….que seguro agarra viaje por lo que puedo apreciar…. por ahí me largo……. ¿qué decís?-
-¡No te puedo creer!!! Me dejas sin palabras…. –
En ese momento volvían, sonrientes (con caras de expectativa) nuestros anfitriones de modo que no seguí hablando de mi desconcierto.
Luciana asumió aquello de que “el que calla otorga” ya que una vez que dimos cuenta del postre y el café (éste último, sentados en el living) vi como Marcelo la besaba, fugazmente, en la boca.
Tuve sensaciones encontradas: irritación, celos, excitación y morbo.
Acudieron a mi mente dos pensamientos adicionales del genial Stephen Hawking:
“Solo somos una raza avanzada de monos en un planeta menor..”
Como tales, pienso yo, somos presas fáciles de los instintos que por siglos, gobernaron el comportamiento de los primates. ¿Qué instinto es más fuerte que el sexo? ¿Cuál raza de primates es monógama? Me temo que ninguna.
"La inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios."
Asumí, rápidamente, el nuevo cuadro de situación: me sorprendí besando, en el sofá, a la mujer del que estaba besando a la mía. Y me agradó.
Me volví a mirar lo que hacían los otros dos, ya no estaban en el living.
-Vení, a nosotros nos toca la otra habitación. – me informó Alicia incorporándose, para llevarme, de la mano.
Mi esposa se había mandado por su cuenta y yo fui testigo de la apertura de la fiesta de sus sentidos, con otro.
Entonces me aboqué a la mía con Alicia, ni bien cerrada la puerta. Reanudamos el boca a boca y comencé a acariciar sus senos por encima de la blusa y el corpiño…no demoré en quitarle ambas prendas para que quedaran libres… ¡por fin los podía tocar¡ …libres para mis labios que besaron y chuparon a más no poder. Ella replicó con su lengua en el interior de mi oreja, ¡uhhhyyy!, me recorrió un escalofrío y una sensación como de una descarga eléctrica. Enseguida sentí como sus manos comenzaron a manosear mi bulto hinchado tremendamente por la excitación. Alicia redoblo el asalto, me sacó la camisa, me bajó el pantalón y obligó a sentarme en la cama para quitármelo, igual suerte corrió el slip y comenzó a chuparme la verga mientras me miraba como para medir el placer que provocaba. La interrumpí, poco después, la atraje, tomándola del cabello, la puse de espaldas y le quité, febrilmente, la pollerita y el calzón, abrí sus piernas y la penetré sin ninguna delicadeza y seguí con un bombeo tranquilo por momentos y desaforado en otros; su boca no paraba de besarme, de morderme y gemir.
Seis o siete minutos bastaron para que percibiera la proximidad de la eyaculación:
– ¿Tomas la pastilla?- alcancé a murmurarle
– ni se te ocurra ….. sacarla …..damela …. toda la lechitaaa ….la quiero …- exigió, con voz entrecortada por mis embestidas finales.
Un profundo gemido y un gritito anunciaron su orgasmo y yo di rienda suelta al mío, inundándole la concha con semen.
Transcurridos unos minutos y normalizadas las pulsaciones fui a ducharme. En el pasillo, al salir del baño, me llegó el jadeo, los suspiros y las palabras deshilvanadas de Luciana, cuando está compenetrada en hacer el amor. Marcelo la tenía “empernada” ¿de nuevo? Lo cierto es que estaban cogiendo y disfrutando, a lo grande. A mi no me gustó lo que oí e imaginé estaba ocurriendo en el otro cuarto, para nada. Cerré la puerta de la habitación, le impedí a Alicia salir a ducharse y, bajo débil protesta de ella, reanudamos el cuerpo a cuerpo. Este segundo episodio, con variaciones en las posiciones y entra y sale vehemente, desmedido, fue el último de la noche y tan bueno a más que el primero,….para Alicia:
-Me encantó. Por momentos sentí que me estaba haciendo el amor un cavernícola….- comentó.
También yo lo disfruté pero mi mente no pudo evadirse del cuarto de al lado y evitar la turbación, el desconcierto de saber que Luciana estaba cogiendo con otro.
Estábamos los dos, duchados y vestidos a media, intercambiando halagos por los respectivos desempeños, cuanto Luciana golpeó a la puerta:
-Vamos Carlos, se hizo tarde. Tenemos que ir a buscar a los nenes-
Terminamos de vestirnos y salimos al living. Luciana y Marcelo nos habían precedido.
Nos despedimos con un “gracias por todo”. “Que se repita, deslizó, Marcelo.”
Ya en el auto, después de andar unos 10 minutos en un silencio que podía cortarse con cuchillo, hablé de lo único que cabía hablar, visto lo ocurrido:
– …¿cómo te fue? ..¿te sacaste la intriga…de cómo es hacerlo con otro?….-
Demoró unos instantes, como dudando hasta donde explayarse o buscando las palabras adecuadas:
-….no te voy a mentir…me puse re-volada con él… me gustó….no te lo voy a ocultar… primero me hizo acabar sin culiarme… me cogió con la boca… me lamió los labios de la chocha, de arriba hasta abajo, me puso toda la lengua adentro, me chupó el clítoris, me lo lamió a mil, haciéndome retorcer de placer, hasta que le acabé en la cara ….Después si me cogió….impetuoso, con fuerza… Estuvo bueno.. y ¿vos? Apuesto que la pasaste de primera con Alicia, ¡con las ganas que le tenías!!-
-Si, la verdad está rebuena….y le pone todos los sentidos y la garra en coger….es ardiente y llena de pasión….Me alegro por vos que disfrutaste la velada….-
Tenía ganas de seguir escarbando, por cómo se abrió el juego de esa noche estaba convencido que Luciana y Marcelo habían tenido preliminares, quería más detalles de cómo se organizó la “cena”, y varias preguntas más. Pero me contuve y no volvimos a tocar el tema por el resto del viaje.
Como dije antes, me adecué al cambio. Aunque no totalmente.
El día a día con Luciana sigue sin grandes cambios, en general y en la cama. Disfrutamos el uno del otro, de nuestros hijos, nos queremos, nunca aludimos al episodio ni a otros extramatrimoniales, probables, visto el giro en los patrones de comportamiento de ella.
No sé, ni quiero saber, qué hace Luciana (con Marcelo u con otros), yo la quiero….ella sigue siendo la misma de siempre…otro tipo no se queda con nada suyo que la convierta en otra mujer….
Pero no me presto a nuevas cenas (o lo que sea) con intercambio de pareja.
Yo y, supongo, los humanos en general, somos egoístas: nos queremos coger a las mujeres (los hombres) de los otros (las otras) pero saber que, simultáneamente, en otra cama, otro (otra) se está cogiendo a la tuya (el tuyo) nos trastorna el orden y concierto y mengua el goce de la propia relación sexual.
Eso sí, con Alicia, tuvimos un par de encuentros a solas, en un motel (Las Torres) en una ruta cercana a su casa. Fueron muy calientes y placenteros, más que el primero en su dormitorio.
Esos ya son infidelidadades y no voy a abundar en ellos.
Si usamos la inteligencia para adaptarnos a los cambios, la vida puede ser maravillosa con muchas cosas divertidas por hacer.
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