Navegación de altura
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando entré en Sexosintabues por primera vez, lo hice con curiosidad y con la secreta esperanza de poder llevar a la realidad alguna de las fantasías que siempre he tenido en temas sexuales.
Pero he de decir que, quizá porque vivo en una provincia periférica y lejos de las grandes ciudades nunca pude quedar con nadie para tener una relación real. Bueno, uno nunca sabe cuándo las cosas van a suceder: un día recibí la llamada de mi amigo Joaquín.
– Qué pasa tío, por dónde andas
– Hola Joaquín, pues me pillas currando
– Jajaja, ¡pues te jodes!, yo estoy jugando al golf
– Si me llamas para darme envidia, no lo vas a conseguir….
– No, te llamaba porque me iba a ir con Nani la primera semana de julio a Ibiza, pero no se puede venir y le he dicho que de todas formas yo me voy con el barco. Si quieres venirte hacemos unos días de navegación.
He de decir que Joaquín es el amigo rico del grupo, tiene una empresa en Madrid y como habéis podido ver, un velero en el que a veces salíamos los cuatro (su mujer, Joaquín, la mía y yo). En esas salidas tanto él como yo habíamos fantaseado con cambiarnos las mujeres, pero la cosa nunca llegó a más.
– Por supuesto que si, ya convenzo yo a María de que me deje, pero una semana igual no puedo.
Quedamos en vernos ya en el barco, y hablar antes para organizar la compra.
El caso es que chateando en SST con una de mis conocidas (una chica de 25 años con la que solía hablar y a la que le gusta relacionarse con hombres maduros), le dije que me había surgido esto y que por fin me iba a Ibiza, la meca del sexo en verano. Me quedé de piedra cuando ella me dijo:
– Vaya, y por qué no me invitas a ir?
Mi polla se endureció de golpe y me provocó una erección que me dolió al quedarse restringida por el vaquero que llevaba en ese momento.
– Venga ya, dejate de faroles. Ya sabes que si vienes es para follar con los dos.
– Estoy pensando en algo más.
Ahora si que casi eyaculo.
– ¿Como? ¿qué quieres decir?
– Que verme encerrada con dos maduros y convertida en su juguete sexual es una de mis fantasias, y un barco es un sitio sin escapatoria. Podreis hacerme lo que queráis sin causarme dolor y usarme cuando y como queráis, ¿qué te parece?
Pensé en llamar a Joaquín y decírselo, pero después pensé que era mejor darle la sorpresa.
– Si eso va en serio, llámame para decírmelo.
– Dame el número y hablamos.
Lo cierto es que nunca habíamos pasado de chatear en SST, así que su llamada y la conversación que tuvimos me dejó convencido de que era cierta su propuesta y estaba decidida a venirse.
Y pasaron las dos semanas que faltaban para salir. Ni que decir tiene que ese tiempo lo recuerdo con un ansia y una expectación difíciles de describir. Mi mujer me llegó a decir que si tomaba viagra porque estaba con una erección casi constante que sólo podía rebajar a base de masturbaciones y algún que otro polvo con María.
…y por fín llegó el gran día. El barco estaba en Valencia y Eva, que así se llamaba mi amiga, llegaba desde Barcelona en el tren de la mañana, así que fui a recogerla antes de ir a ver a Joaquín, que había dormido en el barco como era su costumbre. Yo estaba un poco preocupado, porque no conocía físicamente a Eva y aunque a mi me da igual el físico, sabía que J era mas ‘selectivo’. Prefería que él se implicase, pero había decidido que si él no quería follar, yo me iba a pasar unos días de sexo sin parar.
La llamé al móvil para saber dónde estaba.
– Detrás de ti.
Me giré y le solté a la pelirroja que tenía delante una sonrisa de oreja oreja.
– ¿Eva?
– ¡Hola!
Nos dimos un par de besos y enseguida nos fuimos para el coche: teníamos que salir cuanto antes. Por el camino al puerto me asaltó el miedo de que a pesar de lo impresionante de Eva (como he dicho una pelirroja, con dos tetas no muy grandes pero que resaltaban en su cuerpo delgado y un culo bien perfilado), a J no le hiciera gracia. ¡A ver qué hacía yo si se negaba ahora a embarcarla!.
En esto que ya estamos en el club y nada más aparcar me encuentro de cara con J cargado con dos bolsas de hielo.
– ¡Llegas tarde campeón!
– Es que he tenido que recoger un bulto.
– Un bulto?
Y de pronto se quedó de piedra mirando a Eva. Le pegó un repaso de arriba abajo y como un tio listo que es, dijo:
– Vámonos cuanto antes no vaya a ser que venga alguien.
Yo respiré y casi no dije nada hasta que soltamos amarras y enfilamos la bocana del puerto. Eva se había sentado en un sitio en el que no molestaba en la maniobra y se había arremangado la camiseta para ponerse morena la barriga. Entre J y yo arranchamos, izamos las velas y nos dejamos llevar por el levante suave que nos llevaba hacia el sur. J se quedó a la caña y yo le dije a Eva de bajar a la cabina.
Una vez abajo, sin decirle nada la besé profundamente durante un largo minuto, en el que nuestras lenguas jugaron a penetrar la bosa del otro mientras nuestras manos estaban aguantando el balanceo del barco para no caernos.
– Bueno, en este momento te tomo como sumisa hasta que volvamos a Valencia dentro de tres días.
– Si Amo.
Yo ya no podía más después de tantos días.
– Quítate la ropa
Eva obedeció y yo la imité.
– No llevarás ropa sin pedir permiso, ni siquiera en puerto o en tierra.
– Si mi Señor.
– Tu nombre será Puta.
– Si es tu deseo Amo.
– Cómemela.
Eva se arrodilló y se tragó de golpe mi polla. Todo lo que me contaba en el chat era cierto: la comía como una verdadera puta. No conseguí aguantar mucho antes de eyacular en su boca provocando que se atragantara.
– Ahora ve a J y comésela
– Si Amo
Salimos a cubierta, desnudos los dos y pude ver que a J se le empalmaba.
– Pon el piloto automático
No tuve que decirle más. Lo conectó y acto seguido se quitó el bañador y se sentó con las piernas abiertas y su pollón de 20cm como si fuera otro mástil.
Eva se arrodilló delante de él y volvió a hacer un ejercicio de tragasables encomiable, tanto que J eyaculó aún antes que yo en su boca de la que recogió los restos de semen relamiéndose con la lengua.
– Así Amo?
– Bien hecho Puta
Para entonces mi polla ya se había recuperado y la hice separar las piernas y agacharse con la cabeza metida en el tambucho de acceso a la cabina. En esa posición, su coño depilado, pero con vello pelirrojo a lo brasileña quedaba abierto y reluciente. La muy puta estaba lubricando y su flujo le chorreaba por las piernas.
Sin decir nada más, la penetré con un empujón que casi la tira dentro del barco y empecé a bombear. Al cabo de un rato, antes de volver a eyacular, le dije a J que se pusiese él, que no hacía más que meneársela. Se levantó y se puso a follar. Los gritos de placer de Eva resonaban en la quietud del mar, y por un momento me imaginé a los pescadores de un barco cercano, masturbándose muertos de envidia.
Me senté con la piernas colgando delante de Eva mi polla todavía en erección y llena de semen. J bombeaba sin parar y con cada empujón, la cara de Eva chocaba contra mi polla. No tuve que decirle nada, abrió la boca y se la volvió a tragar.
Yo estaba como loco, viendo a ese pedazo de tía, follada por delante y por detrás y pensé que el paraíso debía ser algo así.
En esto que Eva empezó a estremecerse y a gemir aún más fuerte conforme los orgasmos le venían. J y yo nos corrimos a la vez, el en su coño y yo en la cara y el pelo, de lo que quedaron restos aunque recogió con sus dedos y lengua.
La besé de nuevo como antes y ella se volvió y ofreció su boca a J que la besó también largo rato.
El viaje había comenzado y esto era sólo el aperitivo de lo que nos esperaba en los próximos días. ¡Qué prometedor principio!
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