PRIMERA OPORTUNIDAD DE NUESTRO MATRIMONIO ABIERTO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola, somos Sofía y Carlos, casados hace 26 años.
Tenemos 53 y 58 años, vivimos en la capital, y desde hace un tiempo incursionamos en el matrimonio abierto, por idea de mi marido.
Formaba parte de cada noche de sexo tal fantasía, la hablamos mucho, y si bien a mi me costó decidirme, un día llegó el momento.
La verdad es que con mi marido la intimidad siempre fue muy buena.
El mide 1.75, es delgado, y tiene un pene estándar, de 15 cm de largo por casi 5 de ancho.
Me conoce muy bien en la cama, y es suficiente para hacerme disfrutar.
Sin embargo, toda esta situación de empezar a tener permiso para tener sexo con otros hombres, hizo que el morbo fluyera, busque ponerme linda para agradar a otros y cosas así y empecé a lucir más mi cuerpo.
Soy rubia, pelo largo y lacio, 1.70 de altura y mis medidas son 92-65-95.
Todo natural, enfundado en vestidos sueltos, escotados, ajustados, un poco más largos o un poco más cortos, me gusta usar faldas.
El tema es que justo en esa etapa en la que estaba empezando a lucirme, hace un mes, me encontré con un amigo, al cual conocí antes que a mi marido.
A Mateo lo había conocido por amigos en común, tuvimos inicialmente una noche de sexo maravillosa, nos encontramos varias veces solo para eso y luego perdimos contacto.
Los dos estábamos algo apurados con trámites, pero alcanzamos a intercambiar teléfonos para hablarnos después.
Regrese a casa, mi marido ya había llegado, y mientras tomábamos un café le dije muy sin importancia: Me encontré hoy con Mateo.
– Ah, aquel amigo con derechos?- me preguntó entre sorprendido y expectante.
-El mismo- le dije sonriendo, y quedé en silencio.
Yo ya le había hablado de él, y le había contado sobre las experiencias sexuales de antes de casarnos.
-Se habrán puesto al día- me dijo.
-La verdad que no mucho, andábamos apurados- hice una pausa y completé- pero nos pasamos los teléfonos, así que pensaba llamarlo – si no te molesta- Y rematé con guiño y sonrisa.
Mi marido estaba sorprendido, pero se contuvo.
-Claro, mi amor, como quieras.
Decidí excitarlo un poco más, saqué el teléfono y llamé a Mateo.
Mi marido presenció la conversación, aunque no escuchaba lo que él me decía.
-Hola, Mateo, soy Sofía.
-Hola, linda, si, ya te tengo agendada
-Discúlpame que no pudimos hablar hoy, andaba apurada con trámites, y me quedé con ganas de conversar.
Cómo andas?
-Bien, muy bien, también me quede con ganas de charlar, estás muy linda.
-Ah, gracias, vos también.
Solo o en pareja?
-Solo, sigo picoteando nada más, jaja.
-Jaja, que bueno, es lo tuyo.
-Y vos? supe que te casaste.
-Sí, estoy casada y muy contenta.
Pero bueno, ahora que te encontré me gustaría verte.
y que hablemos.
-Que bueno, me encantaría.
No sé, supongo que para vos puede ser más complicado estando casada.
-No, no hay problema.
-Bueno, nos tomamos un café por ahí?
-Dale, me parece bien.
– Bueno, decime cuando nos vemos.
-Qué te parece el jueves? a eso de las 6 y media? o tenías planes? (mi marido estaba en estado de éxtasis)
-Dale, te espero.
Hablamos en estos días sobre el lugar.
-Que bueno volver a verte, un beso.
-Chau, hermosa.
Corté, me acerqué a la silla de mi marido, le abrí el pantalón y lo empecé a masturbar.
Estaba muy erecto, muy caliente.
-El jueves veo a Mateo, le dije.
Y con eso acabó.
Por un rato no hablamos.
Quedamos pensativos.
En un momento decidí tomar la iniciativa.
-Mi amor.
Espero no te moleste.
-Por mí no hay ningún problema, ya lo sabes.
Para cada cosa habrá su tiempo.
No hacía falta decir nada más, así nos entendemos con Carlos.
En eso somos pura complicidad.
Era lunes, así que me quedaba martes y miércoles para depilarme, elegir ropa, ponerme linda.
Mi marido se ofreció a comprarme la ropa para que fuera muy bien vestida.
Le pedí no fuera muy sugerente.
Sin embargo me sorprendió con un tanga y corpiño a tono y una bata negra de falda corta a media pierna, y medias de liguero.
Sin mangas y con cierre atrás.
Zapatos negros con tacón, para completar.
El jueves en la tarde, al momento de prepararme, acordamos con mi marido que le mandaría un mensaje cuando estuviera con Mateo, como despedida, y que luego viera si podía volver a comunicarme o no, pero que se quedara tranquilo.
Y si me demoraba le mandaría un mensaje.
La ventaja de conocerlo bien, era que mi marido estaba tranquilo de que no haríamos nada en aquella primera cita.
Mientras me vestía, el me miraba excitado.
-Estas quedando muy hermosa- me decía
La verdad es que sentirme tan halagada en ese momento me dio más confianza, y se lo agradecí.
Cuando estaba lista y por salir, mi marido me dio un vino.
-Y me dijo… así te animas.
-Por supuesto mi amor.
Nos vemos más tarde y te cuento.
Me fui en el auto, le avise a Mateo que iba en camino al sitio que habíamos hablado pero me propuso que mejor nos viéramos en su departamento y me dio la dirección.
Cuando llegue la puerta se abrió, entré me relajé completamente y me dejé llevar.
Nos besamos en cuanto cerramos la puerta, nos abrazamos y nos tocamos un poco.
Nos separamos y ya más tranquilos tomamos una copa.
Sentados en el sillón nos tomamos de la mano.
No tardamos en empezar a besarnos nuevamente, muy suave y acariciarnos.
Me sentía muy relajada, lejos de la sensación que se supone podría tener por estar con otro hombre que no fuera mi marido.
Tan a gusto me sentí que me levanté, bajé el pequeño cierre de atrás del vestido y lentamente lo dejé caer.
Mateo me miraba embelesado mi cuerpo.
-Estás más linda que nunca- me dijo, mientras se levantaba para acariciarme.
-Gracias, me puse así para vos, que bueno que te guste.
-Me encanta- dijo, y me hizo dar una vuelta.
Se quedó mirándome la cola un momento y sentí que me la acariciaba.
-Qué linda estas, me gusta tu lencería- dijo.
– Me la regaló mi marido.
Pensé que iba a causar cierta desorientación el comentario, sin embargo sólo dijo:
-Que buen gusto.
Me voy a encargar de sacártela.
Y apoyándome su bulto en mi cola desabrochó mi corpiño y me lo sacó.
Mis tetas quedaron al aire y no tardaron en ser acariciadas suavemente por sus manos.
-Qué lindo, como me gustan tus tetas, muñequita.
Me di vuelta y le desabroché el pantalón.
Se lo bajé y lo hice sentarse en el sillón.
-Déjame que te muestre lo que hago con ellas.
Empecé a acariciar su pene.
Estaba durisimo.
Cuando apareció, lo vi más grande de lo que lo recordaba.
-Uy, no me acordaba que lo tenias tan grande – le dije, mientras sacaba la lengua y empezaba a acariciársela.
Sonrió sin decir nada.
Después de chupársela unos momentos la puse entre mis tetas y empecé a pajearlo.
-Sii, que lindo volver a sentir esas tetas abrazando mi polla- dijo
-Me acordaba muy bien que te gustaba esto- le dije, mientras agachando un poco la cabeza mi lengua llegaba a tocar la cabeza de su polla.
Después de un rato se levantó, me tomó de la mano y me llevó a su cama.
Me acostó, se terminó de desnudar, y se puso entre mis piernas.
Me quito la tanguita y me empezó a pasar la lengua.
Yo estaba muy mojada, tenía mucha excitación y con su lengua me dejó al borde del orgasmo.
-Qué rica estás- me dijo.
En eso se levantó y sacó de la mesa de luz un preservativo.
Cuando se lo puso, volvió a acomodarse entre mis piernas.
Tanto me calentó que yo misma se la agarré y la guié a la entrada de mi concha.
Sentí su cabeza abriendo suavemente mi intimidad y enseguida tuve un orgasmo increíble, cuando termine mi orgasmo, el con su mete y saca ya me la tenía toda adentro.
-Cuanta suavidad para hacerme acabar- le dije mientras lo besaba
-Te voy a derretir- me dijo, mientras empezaba a cogerme con más fuerza, pero sin ser violento.
Cambiamos de posición, me pidió que me pusiera de perrito.
Así lo hice, al borde de la cama, de tal manera que el quedaba parado en el piso.
Me agarró de las caderas y me la empezó a clavar, primero suave después más fuerte, y cuando se aseguró que estaba acostumbrada a su tamaño empezó a darme con fuerza.
Me sacudía de las caderas y mis tetas se movían hacia atrás y hacia adelante.
Apenas acercó un dedo a mi clítoris, sentí que me venía otro orgasmo.
Acabe a gritos y caí rendida sobre la cama.
Suavemente, Mateo me dio vuelta, puso mis piernas en sus hombros y muy lentamente me la empezó a meter de nuevo.
-Te dejé exhausta, no?
-Sí, increíble.
– apenas susurré, mientras el terminaba de meterla y sacarla muy lentamente.
-Te mereces un premio- le dije.
Parado en el borde de la cama, me volví a poner de perrito y le dije:
-Ahora quiero que acabes en mi culito como siempre te gusto.
Y quitándose el preservativo empezó a entrar y salir de mi culito hasta que me dijo… -Cumpliré mi deseo y me lleno con su lechita.
Recibí todo el semen que expulsaba entre temblores.
Cuando se relajó, me la saco y mirándolo a los ojos le dije… uhmmm que rico lo haces y le sonreí.
Nos abrazamos, dándonos suaves besos.
La verdad es que no quería moverme, y para completar las viejas complicidades ya habían aparecido, le dije a Mateo:
-Le aviso a mi marido que me demoro un poco más?
Claro, no quiero que te vayas tan pronto, quiero que estemos otro rato:
-Dale, llámalo así no se preocupa.
Después de avisarle a mi esposo sobre mi demora no paramos de coger en todas las formas y ya en la madrugada me pidió que me quedara, pero le dije que sería otra vez, en ese momento yo ya quería regresar a mi casa y contarle a mi esposo todo lo acontecido y sabia que él me daría una rica recompensa.
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