La extraña vida de Laura.
Laura y Paulina, dos hermanas puestas a prueba por el encierro a cruzar la línea entre el placer y lo correcto..
Todo el tiempo hemos sido solo mi hermanastra y yo. Nunca he tenido el valor de decirle hermanastra o recordarselo, realmente, las cosas son tan naturales entre nosotras que no hace falta. No tengo mucho de qué quejarme, quién sabe dónde estaría si ella no me hubiera ayudado, sin nuestros padres siempre ha sido difícil.
Eso no significa que no peleamos. Vivir con ella es como vivir con un rival constante. No la odio, solo no me gusta que me mande.
-Lau -la voz de Paulina entraba amortiguada por la puerta de mi cuarto- ¡Ya levántate es muy tarde!
Maldición ¿No que tenías trabajo desde temprano? Pensé tallándome los ojos. La estúpida pandemia nos había dejado encerradas, confinadas a una obligada conciencia 12 horas al día.
-Hoy estoy desde casa -mire por un agujero entre mi cobija, mi hermana está en un pijama azul marino y con sus pantuflas grises- !Ya párate!
-¿Por qué? -respondió malhumorada-, tengo clases hasta la una.
-Eso no significa que vas a dormir hasta esta hora -Paulina tiró de mi cobija con fuerza, arrancándomela de las manos- ve a desayunar al menos.
Simplemente suspiré pesadamente.
-¿Me guardaste algo?
-De modo que no solamente te mantengo si no también debo cocinar… -Paulina se cruzó de brazos- ve y prepárate algo, huevona- y salió de mi habitación con una media sonrisa.
Pinche Pau, pensé, lo hace a propósito. Mi hermana era dos años mayor que yo, hija del primer matrimonio de mi papá y el único adulto de la casa, a sus 24 ya se enfrentaba a un trabajo y tuvo que cuidarme por unos años luego de que falleciera mi papá. Ahora solo somos nosotras. No te cuesta nada hacer un huevo para variar, pensé con una sonrisa. Salté de la cama, me puse unos shorts y una playera aguada y me fui descalza a la cocina en calcetas.
Paulina ya estaba sentada frente a la computadora. Parecía en medio de una discusión con alguien así que me fui hasta la cocina, agarré cereal, leche y me senté de piernas cruzadas en la silla del desayunador. En un momento del desayuno mire hacia su silla y Pau volvió la vista rápidamente hacia su pantalla. La atrapé un par de veces más durante todo mi cuchareo de cereal.
-¿Qué tanto miras? -pregunte y me deje caer en el sillón de tres plazas.
-Nada, solo te vigilaba para que no fueras a quemar la casa al cocinar.
Pau volvió al trabajo y fue mi turno de espiarla. Tenía el cabello negro y muy largo, la piel un tanto blanca y era más robusta que yo. Tenía más pechos que yo. Me desparrame en el sillón y miré a mis propios atributos. La genética es una perra, pensé quizás su mamá era más tetona que la mía. Jamás la conocí.
Los días pandemicos son aburridos. Trabajamos o estudiamos y luego cenamos juntas de allí en más, no hay mucho que hacer. Me tocaba la cena así que cuando terminó la clase de las siete comencé a freír algunos trozos de carne en una sartén. Mi hermana desapareció dentro del baño, supongo que no te veré hasta que la cena este hecha, dije para mí misma. Nos sentamos a la mesa, ninguna de las dos se había cambiado la ropa en todo el día.
-¿Cómo estuvo tu día? -fue Pau quien comenzó la conversación.
-No aprendí mucho hoy, no me gusta la pantalla que me regaña y me deja tarea.
-Eso solo temporal -Pau limpio su plato y lo llevo al fregadero- ¿Quieres ver una película?
-¿En serio? -hacía meses que no teníamos tiempo para reunirnos- ¿Y tú trabajo?
-Ya que hoy no me fastidiaste pude acabar temprano -dijo con las manos en la cadera- tengo cervezas en el refrigerador.
-Papá te va a jalar las patas en la noche por darme alcohol tan tarde -dije con una sonrisa.
-¿Entonces no quieres?
-Bien, escoge tu -me baje de la silla y fui hasta el refrigerador por la anilleta de cervezas. Pau encendió la tele y comenzó a buscar entre la página de Netflix algo que mirar. Me detuve unos momentos a observarla, era tan extraño verla hacer otra cosa que no fuera trabajar, dormir y ocasionalmente ir a comprar comida. Desconfíe unos momentos, no parecía ser cierto, dude, pero al ver que mi hermana elegía una película de Rápidos y Furiosos, decidí no darle un mal rato.
-¿Por qué te gustan esas películas? -dije dejándome caer al centro del sillón de tres plazas.
-Me hacen reír -dijo guiñandome el ojo. Pau estiró la mano y yo le di una cerveza. Estaba peleando contra la lata cuando Pau se subió al sillón y se sentó detrás de mí, pasando sus piernas por el lado de las mías. El calor de su cuerpo fue un poco confortable, hacía frío y estábamos en pleno diciembre. Pau se acomodó con cuidado detrás de mí haciéndome una cuna con su cuerpo.
-Hay más espacio en el sillón -dije dándole un trago a la cerveza.
-Aquí es mejor ¿No crees? -Pau pasó su mano por encima de mi abdomen y me dió un ligero apretón.
-Tus pechos me pican la espalda -suspire pesadamente y medio me recargue. Creo que son un poco más grandes que los míos, pensé para mis adentros, solo un poco. Podía sentir los pezones de mi hermana a través de la fina capa de tela de su pijama.
Vimos la película casi por la mitad. Bebí tres cervezas mientras que mi hermana prácticamente se fondeo el resto de las latas. Miramos la película, en algún momento de la cinta, Pau recargo su boca en mi nuca, pude sentir su cálido aliento a cerveza en mi cuello. No le di importancia, la película se había puesto buena para variar. Pau recargó su mejilla en mi hombro.
-¿Y ahora qué te pasa? -dije empujándole la cara con el hombro.
-Nada, solo quería ver qué estabas haciendo con la lata -Pau estiró el cuello y trato de mirar frente a mi -me gusta el color de tu piel -Pau miró un poco por debajo de mis medias.
-¿De qué hablas? Tu eres más blanca que yo -me terminé mi cerveza y dejé la lata junto al sillón.
-Tu si pareces de este país, eres un poco morena, yo no encajó -Pau dejó su lata vacía junto al sillón- tienes mucha suerte.
-¿Suerte? Lo dice la de pechos grandes -dije dándole a Pau un arrimón con la espalda.
-Es mejor medianos y flexibles ¿Sabes cuánto pesan? -ambas nos reímos ante ese comentario, nuestras risas se fueron apagando lentamente- pero a mí me gusta, tienes bonito cuerpo.
-¿En serio?
-Si -Pau apretó su pinza alrededor de mi estómago- por cierto ¿Tienes novio?
Esa pregunta me sacudió un poco. Pau jamás hacía esas preguntas tan personales.
-¿Y por qué quieres saber eso? -me recosté con mayor confianza sobre mí hermana y está respondió abrazándome con fuerza.
-Por que soy tu tutor legal, debo saber si estás saliendo con alguien de bien.
-Ya no eres mi tutor, soy un adulto ahora.
-Uno joven que aún necesita que lo guíen a veces -Pau me apretó un poco- ¿En serio no tienes? -el tono de voz de Pau se hizo serio de golpe y su abrazo más parecía una pinza de estrés que aún abrazo, impaciente, tembloroso.
-No lo sé -dije con una sonrisa.
-No puede ser que no sepas -Pau escurrio sigilosamente sus dedos por mis costados- !Dime tus secretos Laura Reviere! -Pau comenzó a hacerme cosquillas. Me rendí casi de inmediato, caí al sillón y se metió entre mis piernas escarbando en mis axilas y mis costados.
Peleamos durante unos minutos, me estaba riendo como loca mientras los dedos de mi hermana me provocaban una alegre agonía. Al final Pau sujeto mis brazos por encima de mi cabeza y cesó su ataque. Ambas estábamos agitadas, con amplias sonrisas en la cara. Hacía mucho que no nos divertíamos así.
-Tienes bonitos labios Laura -Pau me acarició la mejilla y yo no hice ningún esfuerzo por recuperar mi mano.
-Gracias, supongo -me sentí un poco mareada, el ataque de cosquillas había agitado las cervezas dentro de mi cuerpo. Pau se veía un poco mareada también.
Pau puso su frente contra la mía, su mirada se veía un tanto atontada pero firme, no despegó sus ojos de los míos en ningún momento. Yo rodee su cuello con un brazo. Quería tenerla cerca.
-Laura yo…
-¿Si? -apreté un poco mi brazo en el cuello de mi hermana. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué no…? Qué es lo que … mi mente no dejaba de trabajar, una parte de mi gritó que me alejara pero no la escuché. Se meterá en muchos problemas si no hago algo…
-Regalame un beso, Lau -Paulina hizo una declaración increíble.
Mis ojos se abrieron muchísimo. Mi respiración paró casi por completo. Y por alguna razón, me sentí muy emocionada por aquella petición.
-¿Sólo uno? -dije siguiéndole el juego. !Detente¡ ¡Es Paulina¡ ¡Es tu hermana, carajo!
Pau se acercó y a mí me valió madre. Le eché los brazos al cuello y abrí un poco mi boca. Pau metió su lengua entre mis labios. Fue un momento extrañamente mágico. Nuestras lenguas se encontraron en medio de un mar de saliva, chapotearon con fuerza, mi lengua recorrió sus dientes. Nos besamos con pasión, como dos amantes.
-Lau, qué bien besas hermanita -Paulina decía cosas extrañas que me entumieron el cerebro. Entre más saliva compartiamos, más flojas se ponían mis manos y más me relajaba entre sus brazos.
-Pau, espera… -apenas podía decir algo, mi hermana apenas daba espacio para respirar. En ese beso, fue como si escaneara a mi hermana, que parecía tener muchos secretos ocultos. De repente, Pau metió su mano bajo mi pijama y mi mente saltó a la defensiva. Empujé a Pau con todas mis fuerzas y se cayó del sillón. Pau se me quedó mirando, agitada y muy sorprendida. Yo aproveché y salí huyendo, dando un enorme salto por encima del respaldo del sillón.
-!Laura, espera¡ -Pau trato de atraparme pero corrí hasta encerrarme con seguro en mi cuarto- perdóname no quise… perdón Laura, por favor abre la puerta -se escuchaba la voz de Pau detrás de la madera.
Me quedé tirada en el suelo alfombrado. Apenas con aliento, un poco asustada y confundida. Mi hermana trato de entrar durante casi 10 minutos hasta que se rindió y se fue a su habitación. No quise ponerme de pie, tomé la cobija de mi cama y me cubrí hasta la cara, me daba lo mismo si dormía en el suelo.
Fin de la primera parte
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!