Mi patética confesión de amor.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Midoristar21.
Era un chico bastante normal, no muy alto y de pelo oscuro rizado, algo gordo. El tipo de chico que no tiene oportunidad con las chicas.
Aun así tenía un par de amigas con las que conversaba todos los días. Camila, una chica tímida, delgada y de piel clara, de pelo oscuro generalmente tomado en un moño y pecas en las mejillas, bastante mona, pero no especialmente guapa; y por el otro lado estaba Paulina, al contrario de su amiga, era muy atractiva, usaba su pelo liso color castaño hasta los hombros, tenía unos hermosos ojos color pardo enmarcados por anteojos y unos labios carnosos. No era delgada, pero tenía bastante buen cuerpo, destacando sobretodo sus pechos, que eran bastante grandes y también tenía hermosas piernas y el trasero redondo y levantado.
Está más decir que Paulina me gustaba bastante, estaba con las hormonas revolucionadas y me pajeaba casi todos los días pensando en esas deliciosas tetas y añoraba el momento en que pudiese lamerlas y jugar con ellas.
Así pasó hasta el último año de colegio, y llegó el paseo de despedida, una semana al sur del país, todo el curso. En las fuentes terminales pude ver a todas mis compañeras en trajes de baño y con mis compañeros comentábamos cuales tenían mejores tetas, a cuales se le marcaban los pezones y cosas así. Todos notoriamente excitados y haciendo maniobras para que no se notaran los erectos penes.
En el penúltimo día del paseo, se me ocurrió una idea estúpida, y fue "declarar mi amor" a Paulina, más que amor, era más bien calentura, pero yo era demasiado inocentón para saber en ese tiempo, me acerqué donde estaba ella y le dije que tenía que decirle algo importante. Se veía guapísima, con el pelo suelto, con sólo la parte de arriba de su bikini con líneas de colores y una falda larga de lino, que se traslucía lo suficiente para darse cuenta que abajo solo llevaba la parte de debajo de su bikini.
-“P-p-pauli, sabes, tengo que decirte algo”. Le hablaba torpemente y rojo como tomate, mis habilidades sociales nunca fueron buenas.
-“¿sí? ¿Qué cosa?” Me respondió algo molesta. Estábamos en un pasillo de la pensión donde nos alojábamos, lejos del grupo del resto de los chicos.
-“b-bueno, sabes es que t-t-tum-me gustas harto” tartamudeaba y arrastraba las palabras, estaba muy nervioso y no podía dejar de mirarla, alternando entre sus ojos y sus tetas, que se veían blancas y suaves.
Me quedó mirando fijamente, “Ay Andrés, lo siento, si tú sabes que ya tengo novio”, las palabras retumbaron en mi cabeza, de rojo e puse blanco, sabía que eso pasaría, la había visto muy coqueta con un chico de otro curso. De pronto, siento que ella me quedó mirando “Ay Andrés, no te pongas así, ya que mi novio no está aquí y es nuestra despedida como compañeros de colegio, te voy a dar un regalo” y de pronto se me lanzó encima abrazándome, yo no sabía qué hacer y sólo tartamudeaba, no entendía nada. “Esto es secreto y nadie debe saberlo, y no significa que pasa algo entre nosotros, sólo somos amigos, ¿cierto?” Asentí torpemente con la cabeza por que las palabras no me salían. Mientras ella me miraba divertida “Ay que te ves tierno, jjijiji” me dijo abrazándome fuerte, podía sentir como se aplastaban sus tetas contra mí y eso causó que mi pene comenzara a levantarse, parece que ella lo notó y riendo me dijo mostrándome la puerta del dormitorio más cercano. “Bueno entremos aquí, y te doy tu regalo especial”
Entramos en el dormitorio y nos sentamos sobre la cama, ella aun divertida, me dijo que cerrara los ojos. Yo aun sin saber qué hacer, obedecí lo que me decía. De pronto sentí como se acercaba y comenzaba a darme un cálido beso, en un principio no supe que hacer pero luego comenzé a sentirme exitado y a responderle con mi lengua. Cuando nos separamos ella estaba roja y respirando de forma agitada y con una voz muy suave me dice simplemente “míramelas, yo sé que te gustan” mientras levantaba pequeño sostén que tapaba sus grandes pechos. La visión de ese tremendo par de tetas, redondas suaves, con una pequeña diferencia de color por el bronceado y coronados por una amplia areola de color café muy claro y un pequeño pezón; hicieron que mi verga se pusiera más dura de lo que ya estaba, al punto de que sentía que me iba a estallar, instintivamente comencé a frotarla por sobre el pantalón, mientras ella me miraba lascivamente y comenzaba a acariciar esas enormes tetas dando gemidos suavecitos, y preguntándome si me gusta lo que estaba viendo, entre tartamudeos respondí que sí, que me gustaban mucho. “Se nota” dijo riéndose e indicando mi entrepierna, donde se notaba un gran bulto con la punta un poco húmeda.
“Déjame que te ayude con eso” me dijo mientras sacaba mi erecto miembro de su prisión y comenzó a tocarlo, descubriendo mi hinchado glande y luego a mover su mano de arriba abajo, pajeandome hábilmente. “H-hazlo c-con las te-tetas” apenas logré mascullar, ella sólo obedeció, al parecer el olor a verga la volvía loca. Sentí como esas suaves y deliciosas ubres de colegiala envolvían mi erecto miembro y comenzaban a subir y bajar, de pronto la veo que abre la boca y se traga la puta de mi verga que sobresalía de su escote mientras me miraba a través de sus anteojos. Yo no daba más del placer, Paulina era una verdadera putita, y tan respetable que se veía en la escuela. Sentía que mi orgasmo estaba cerca, ella se dio cuenta y soltó mi pene, abrió la boca y sacó la lengua mientras con ambas manos se levantaba los pechos, esa visión fue demasiado para mí y estallé en un tremendo orgasmo lanzándole varios chorros de espeso semen que cayeron en su cara y tetas, algunos sobre sus anteojos. Ella parecía disfrutarlo porque gemía y frotaba sus tetas.
De pronto sentimos algo que nos dejó blancos del susto
“E-eh eh… yo” dijo una voz que no era la nuestra.
Miramos hacia la puerta, Pauli apenas se cubrió sus tetas llenas de semen y vimos que alguien había entrado, era Camila. Estaba plantada en la puerta, con una expresión que nunca había visto, estaba entre impresionada y satisfecha, con la cara muy roja y respirando de forma agitada. Tenía las manos cubriéndose su entrepierna y nos seguía mirando “yo… los andaba buscando… y lo vi todo… todo lo que hicieron…ummm”. Camila siempre había sido muy tímida e inocente y verla así era impresionante. “yo …ummmm … se …veían …” estaba vuelta loca, había comenzado a frotar su entrepierna. Yo estaba choqueado, pero a la vez estaba excitándome de nuevo Paulina no sabía qué hacer, sólo se tapaba la cara mientras su amiga comenzó a bajar su pantalón, pero al hacerlo se tropezó y cayó, pero pareció no importarle y comenzaba derechamente a masturbarse frente a nosotros “ayy…. Lo ví..toooodooo..ufff” seguía diciendo, mientras abria sus piernas y frotaba descaradamente su vulva.
Semejante espectáculo hizo efecto en mí y mi pene se había puesto erecto de nuevo, lentamente me acerqué donde Camila estaba retorciéndose del placer que se estaba dando ella misma y comenzé a tocarla, primero las piernas, luego sus caderas, lo que ella respondía con más gemidos. Subí hasta sus pechos, eran pequeños, apenas se notaban, le quité la ropa que llevaba y la dejé sólo con sus empapados calzones (que dicho sea de paso, eran muy de niña, con dibujos de flores). La manoseaba, chupe sus pezones, que estaban durisimos, ella sólo gemía y babeaba, estaba totalmente fuera de sí.
“Ay Camila que haces, tapate” le dijo Paulina tratando de sonar imperante, pero no podía ocultar la excitación en su voz. De pronto Camila se soltó de mis manos, y saltó donde estaba su amiga “umm Pauliiii…” Dijo lanzándose directo a las tetas de su amiga, vuelta loca, comenzó a estrujarlas, a apretarlas y a lamer los restos de mi leche que aun estaban sobre ellas. Paulina trató de resistirse, pero también estaba excitada y comenzó a gemir por las caricias que le daba su amiga "ayyyy esas tetas ummmm" le decía Camila.
Yo tampoco me aguante y coloque mi de nuevo erecta verga entre las pequeñas, pero respingonas nalgas de Camila, que sólo respondió moviéndose para acomodarse. La sostuve de las caderas y comenze a frotarme por sobre su calzón, hasta que de pronto siento las manos de Paulina, que estaban quitando la ultima prenda de ropa que le quedaba a su amiga, la que sólo respondió levantando más su trasero, haciendo que pudiese ver todo su ano y su mojada concha,
Camila no perdió el tiempo y le quitó la falda a su amiga y el calzón de su bikini, quedando ambas totalmente desnudas mientras seguían frotándose una con la otra, mezclando sus jugos. En un momento me detuve y alejé un poco sólo para mirarlas, era un espectáculo impresionante, mis dos amigas teniendo sexo enfrente mío. Estaba concentrado mirándolas, hasta que la voz de Pauli me sacó de mis pensamientos diciéndome “ay, no nos dejes solitaaas” y Camila que sólo agregó un par de gemidos inentendibles. Me acomode detrás de ellas, y puse mi verga, que apenas daba de sí en el espacio que quedaba entre las vaginas de ambas, Camila tenía vellos, mientras que Pauli usaba totalmente depilada; y comenzé a moverme y manosearlas, me sentía como en el cielo.
Estuvimos mucho rato disfrutándonos entre los tres, cuando nos detuvimos, agotados y sudados, ya había oscurecido, nos vestimos y acordamos que todo sería un secreto, Camila se veía especialmente avergonzada y me pidió muchas veces disculpas por su comportamiento.
Después del paseo de curso, no volví a verlas, ya que me fui a estudiar a otra ciudad.
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