Confesiones del Padre Arturo: Romina 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PadreArturo2.
Era sábado por la tarde un día después de lo ocurrido en el anterior relato junto a Anita y me encontraba conversando con los últimos asistentes a la reunión de coordinación de jefes de cada grupo de la parroquia. En estas reuniones los jefes de cada grupo acuerdan las fechas y horas respecto a todas las actividades a realizarse durante el mes en la parroquia así como otros detalles menores.
Como os recuerdo sin pertenecer a un rango jerárquico de la parroquia (ya que no era un sacerdote en realidad) me gustaba participar por la influencia que llegaba a tener en mis exposiciones, claro esto no sería posible si no tenía un respaldo como el que me otorgaba el Padre Eugenio, párroco general quién me otorgaba la palabra siempre que lo pedía.
Al final de la reunión justamente cuando llega a pasar Sara que ya se dirigía hacia la salida la llamo:
– Sara! Espera un momento.
Ella voltea al oír mi llamado.
-Sí, Padre, Que sucede? – pregunta. Mientras verifico que aún hay algunas personas dentro de la sala le respondo:
– Me pareció ver que hoy día tienes una reunión con tu grupo.- pregunto mirando una lista de actividades del mes que había repartido durante la reunión.
-Sí, es una pequeña reunión que hacemos una vez al mes.- me responde ella esbozando una sonrisa.- Va a ser muy entretenida.
-Ya veo. ¿Crees tener un lugar para alguien más?-pregunto.- Hoy día vamos a tener dos pequeñas invitadas y quisiera ver si las convencemos para que se unan a tu grupo. ¿Qué te parece?
-Genial. No hay problema, Padre.-me responde.
Y así fue como quedo pactado, mientras miraba de reojo las bancas de la parroquia me percataba de la hora por instantes. Pasaron algunos minutos y no tardo en atisbar a una hermosa niña de pelo rubio con un abrigo rosado acercarse a las bancas sin mucho entusiasmo mirando a otros pasar hacia la salida y quizás sintiéndose perdida.
Me entretuve mirándola desde lejos hipnotizado por su belleza, sin embargo desvié mi mirada por un momento para atender otro asunto.
Parecía algo confundida y asustada ya que nunca había entrado a un centro religioso y todo aquello le parecía algo extraño. Pasaban los minutos y de seguro se sintió muy abrumada y opto por levantarse y ya irse de la parroquia.
Ya se encontraba por cruzar a la puerta cuando salgo desde un pasillo alterno. Al verme se impresiona por un momento y me mira con gesto de temor.
– Romina- me acerco a ella.- es un gusto que hayas venido.- le digo con voz amable.
Ella retrocede.
-Que sucede, no tengas miedo.- le digo poniendo mi mano en sus hombros y conduciéndola adentro.- No voy a hacerte nada malo. Te encuentras en la casa de nuestro Señor.
-Vine, como me pidió…-afirma algo titubeante.
-Y has hecho bien, me preguntaba si ibas a tardar, pero no, has llegado a la hora correcta.-dije.- Hubiera deseado recibirte más temprano, pero no eres la única invitada.
Nos vamos acercando a un quiebre del pasillo y al voltear este nos encontramos con una niña que también esperaba en la puerta de una oficina.
– Romina, permíteme presentarte a Marina.- le digo al oído a Romina.- Estoy seguro que se llevaran bien.
-Pero…-empieza Romina.
-Ah, claro, tu castigo.-interrumpí. El temor creció en el rostro de Romina.- Pues parte de ello es que pases un tiempo de compartir con otros niños. Luego veremos sobre tu castigo. Ahora diviértete. Te la encargo, Marina.- le digo mientras le hacía un guiño a esta última.
Salí con dirección hacia mi habitación esperando que las cosas se sucedieran de acuerdo a la lógica. Hace poco cuando me aparte de Romina, me había dirigido a la entrada para recibir a Marina. Si todo iba como pensaba…
Una vez empezó la reunión me dirigí hacia la habitación y espiaba desde una rendija que había entre un pasillo y la puerta, no sin antes percatarme que todos hubieran llegado y nadie me sorprendiera acechando.
Aparentemente la reunión fue amena y agradable para los niños y niñas del lugar, Romina algo tímida solo iba del lado de Marina con quien parecía haber cogido algo más de confianza desde que las deje. Evidentemente impresiono mucho a todo el grupo por su belleza, como si fuera la celebridad del lugar y no era para más.
Con el transcurso de la reunión se fue haciendo más sociable, fruto del buen trato que Sara tenía con los niños, hasta tal punto que al final de todo la observe más feliz de lo que hasta entonces la había visto.
– Padre Arturo, nos ayuda con la oración de despedida? – pregunta Sara al verme entrar ya que a veces lo hacía en las reuniones que tenían. En ese momento mi intención era dar la idea a Romina de que los demás niños y Sara me respetaban y tenían una gran confianza que ahora esperaba de ella.
-Por supuesto, niños, tomémonos de las manos. -digo mientras me acerco al lado de Romina y tomo su manito y pronunciamos juntos la oración. Aparentemente se le veía tranquila y solo me miro un momento de reojo cuando tome su mano.
Una vez finalizada la reunión dispusieron todos los niños a retirarse junto a Sara que despachaba a los últimos.
– Y sus papis demoran en llegar?-les pregunta Sara amablemente a Romina y Marina ya que veía que eran las únicas que quedaban.
– Por ser la primera vez de seguro es así.- dije interviniendo desde la puerta. Sara levanto la vista al verme entrar.-No necesitas demorarte, Sara. Pueden esperar aquí yo les abriré cuando lleguen.
-Gracias Padre.- respondió Sara tomando sus cosas. Se despidió de ellas haciéndoles prometer que volverían la siguiente semana a lo cual ellas respondieron con entusiasmo.
-No dudo de que desearan hacerlo.- le digo.
Sara sale apresuradamente y cierro la puerta tras ella. En la parroquia solo quedaban esas dos niñas y yo. Regreso hacia las bancas donde se encontraban ellas.
– Muy bien Marina, Romina.- digo acercándome e interrumpiendo su charla sobre los juegos que habían tenido en la reunión.- Es momento de su penitencia. Síganme.
Marina se levanta y toma del brazo a Romina que solo se deja llevar algo sorprendida por la situación.
Nos dirigimos a una sala que tenía una pequeña puerta hacia un pequeño santuario dedicado a Santo………….
-Porque no entras y te preparas Marina. Tú serás la primera.- digo una vez cierro la puerta con seguro, como si lo que estuviera por venir se tratara de algo normal.
Romina miraba algo confusa mientras observaba a Marina dirigirse a la pequeña puerta, la atravesaba y luego silencio. Estaba algo confundida así que decidí acercarme a ella.
– Marina también debe hacer penitencia igual que tu.- le digo al oído mientras la tomaba de los hombros. – Así que es mejor que ella te demuestre que no tienes nada que temer, más que a la ira de nuestro Señor si lo desobedeces y decides no hacerlo.
– ¿Qué debo hacer?- pregunta Romina.
– Porque mejor no lo observas?- pregunto. La acerco a una ranura de la puerta por donde podía verse el interior.- Así sabrás que debes hacer durante la penitencia. Por este pequeño agujero podrás ver lo que sucede adentro. Ahora yo debo entrar y ayudar a Marina con su penitencia.
Dejándola algo confundida ingreso por la pequeña puerta y me dirijo donde se encontraba Marina. Por el rabillo del ojo logro vislumbrar la pequeña abertura moverse, símbolo de que Romina se encontraba observando lo que sucedía adentro.
Marina ya me espera con su faldita en el suelo y los ojos vendados como ya ha ido aprendiendo en nuestros anteriores encuentros. Procedo a bajarme el cierre y liberar mi verga ya erecta, aplico un poco de lubricante que llevaba para la ocasión observando de reojo a la abertura para de esa forma comprobar que Romina se encontraba aun observándonos a pesar de que quizás pudiera asustarle esa escena. Eso me tranquilizaba, ya que en el peor de los casos esperaba que se asustara tanto como para forzar la salida. El hecho que siguiera observando revelaba que tenía una cierta curiosidad por lo que estaría por pasar.
– Estas lista, Marina?.- pregunto bajándole sus braguitas.
– Estoy lista Padre.- responde Marina.
Momento en el cual avanzo y procedo a colocar mi verga entre los labios de su vaginita para empezar con los roces de nuestros miembros. Todo ello lo hago de modo que desde el ángulo que se encuentra Romina no se vea mi verga. Solo logra ver a Marina con la falda abajo mientras yo me acerco por detrás
Quería darle la idea de que me encontraba penetrando a Marina y no solo rozando nuestros miembros. Aun no había logrado penetrar a Marina ya que no me decidía si era seguro o no, a diferencia de las otras niñas no tenía un cierto control sobre ella, mis interacciones con ella se debían mas a su curiosidad de niña y sentía que debíamos ir al ritmo que ella deseara sin asustarla.
Sin embargo eso no se aplicaba a Romina, donde deseaba aprovechar la oportunidad y lograr algo más con ella. Fue así que mientras nuestros cuerpos unidos se rozaban al ritmo que nuestros miembros, seguía mirando de reojo a Romina que al parecer seguía observando la escena. Ello me excito más y procedí a acelerar el ritmo de las embestidas.
-Mmmmm!- gemía por momentos Marina y al ser un cuarto pequeño se escuchaba hasta donde estaba Romina.
Eso era lo que deseaba que ella se diera cuenta: que lo que hacíamos le gustaba a Marina y no le hacía daño, que no había razones para temer ante su “penitencia”. Excitado por la idea de que pronto tendría a Romina en esta posición seguí embistiendo hasta que termine por correrme manchando el piso del lugar.- Ohhhhh!!
-Lo has hecho bien, Marina.- le digo relajándome por un momento mientras me apartaba y volvía a subirme el cierre.
Suena el timbre de la puerta principal mientras Marina terminaba de limpiarse y acomodarse sus ropas.
-Vamos, debe ser tu mami que llego a recogerte.- le digo terminando de acomodarme el cinturón.
Abrimos la puerta y pasamos junto a Romina que había regresado apresuradamente a su asiento y se le veía algo roja y sorprendida por todo lo visto.
Las niñas se despiden y Marina sale del lugar con dirección a la puerta donde se encontraba su mamá. La despido diciéndole a su mamá los detalles de la reunión que tanto le gusto a ella. Me dedico a platicar un momento mientras en mi interior trato de recuperarme un poco de mi encuentro con Marina, me dedico más que otra cosa a escucharla y asentir.
Luego de volver a cerrar la puerta me dirijo nuevamente donde se encontraba Romina.
-Bueno.- digo al entrar.- Es tu turno Romina.- abro la pequeña puerta y señalo hacia el lugar donde debe ubicarse para recibir su “penitencia”. La niña obedece y se dirige hacia allí de manera obediente, quizás en parte movida por la curiosidad aunque debo decir que aún se le notaba algo temerosa, no obstante era en menor grado que antes que entrara Marina.
Se coloca en frente del Santo.
-Muy bien, yo creo que ya sabes que debes hacer.- le aliento cerrando la puerta.
Romina me mira con gesto de desconfianza y temor.- ¿Qué sucede?-pregunto.
-Me da pena…- responde después de permanecer callada un momento sin responder.
-Sin embargo no te da más pena desobedecer a nuestro Dios??- pregunto en forma de reproche.
La niña no me mira a los ojos y desvía la mirada aun asustada.
– O acaso te dará más pena que se enteraran todos de lo que hiciste?.- pregunto.
Había dado en el clavo, Romina me miro con cara de mayor susto.
– No se lo diga, por favor.- suplico. Me acerco a ella y la coloco de espaldas a mí.
– No se lo quiero decir, pero tú me obligas.-le respondo al oído.- Si vuelvo a escuchar otra queja le diré a todos lo que hiciste. Me has entendido?
Romina asiente asustada, sin embargo parece haber entendido que no le quedaba otra opción que obedecer mis órdenes. Lentamente comienza a bajarse la faldita en el instante en el que le ayudo a quitarse el abrigo que llevaba puesto.
Momento en el cual ella se termina de bajar la faldita yo comienzo a bajarle las braguitas y dejar el camino listo para por fin disfrutar a Romina.
Saco la venda que llevaba puesta Marina y comienzo a taparle los ojos con ella hasta asegurarme que no viera absolutamente nada.
-Romina, vamos a prepararte para la penitencia, ya que es la primera vez que de seguro haces una, es mi deber instruirte en esto así que prepárate.-le digo mientras me pongo de rodillas y comienzo a hurgar en sus partes.
Abro sus nalguitas en dos para poder disfrutar de su rajita y anito los cuales comienzo a lamer. Saco mi frasco de lubricante y comienzo a untar en sus agujeritos.
– Ahí… no.- comienza Romina como queriendo apartarse.
-Si… debo hacerlo Romina. Debes quedar limpia para nuestro Señor. El valora a las niñas llenas de pureza. – repito dando lengüetazos a diestra y siniestra por su rajita y anito.
Sube mi excitación y decido ser aún más audaz con ella, introduciendo de cuando en cuando un dedo en sus agujeros.
-Ahhh…!!!- se queja Romina, aun no acostumbrada a esas sensaciones a pesar de hace poco haber sido desvirgada por mi.- Ahhhhh!!!! Padre….
La niña gime al sentir mis dedos entrar en ella y masturbarla de una forma que no conocía. Poco a poco llegaba a conocer el placer del cual quizás volvería a buscar por sus propios medios.
-Romina, eres una niña muy hermosa y tierna… Nuestro Señor estará feliz de recibir tu “penitencia”. –repetía excitado cuando comenzaba a masturbarla con un dedo en su rajita.
Esa pequeña con cara de ángel de solo ocho años era una delicia de niña, tan hermosa y perfecta que enloquecía de ganas por gozarla, a pesar de haberme corrido hace poco con Marina, mi verga no tardo en ponerse dura de nuevo. En esta ocasión no aguanto y me bajo los pantalones para así liberar a mi verga totalmente dura que solo tiene como objetivo la panochita de esa tierna niña.
– Prepárate Romina, para tu penitencia…-empiezo acercándome con mi verga y forzando la entrada de esa niña.- Agáchate un poco.- le digo al oído colocándola en posición de perrito.
Romina algo mareada por las caricias y manoseos en sus partes solo atiene a obedecer. Se prepara para recibir estoicamente lo que sabe que sucederá y quizás ha estado esperando desde que llego.
Mi verga comienza a frotarse en su rajita encontrando la forma adecuada para volver a penetrarla como hace una semana.
– Ohhh…- balbuceo cuando al fin comienzo a penetrar a esa niña.
– Ahhh… *lloriqueo*…ahhh- gime entre sollozos Romina al sentirme volver a entrar a ella. Por fin he logrado regresar de nuevo a ese hoyito que tanto placer me brindo la semana pasada.
En esa tierna niña que recibe verga de nuevo.
-Muy.. bie..n mi vida….- balbuceo dejándole mi verga en lo más profundo de su rajita, como acostumbrándola a recibir mi verga a plenitud mientras ella solloza y se queja por el dolor.
– Noo.. no…!!-repite entre lloriqueos Romina por momentos queriendo apartarse.
– No te muevas!.- repito en sus oídos aferrándola a mí. Poseso de placer ante semejante niña, mini-modelo por su espectacular belleza, no la dejo escapar y la aferro con una fuerza animal del típico macho que no permite que su hembra se le escape en plena copula.- No te voy a dejar ir Romina.- le repito al oído.
Ella solo lloriquea al sentirse aprisionada por mí y solo le queda aguantar mi verga en su vaginita que me aprieta con una fuerza increíble como si no quisiera dejarme escapar jamás.
– Ya estás aquí y no te voy a dejar ir. No me voy a volver a ir.- le digo excitado por esa niña hasta el punto que decido aventurarme un poco más.- Yo voy a ser tu nuevo Padre y no te voy a abandonar como lo hizo tu papa, porque eres una niña muy hermosa.- le digo al oído totalmente ido por el placer que sentía al apretarme esa rajita. Realmente hay pocas cosas que disfruto tanto como es el sentir a mis niñas experimentar el placer de su primera vez. En la última ocasión ella no estuvo consciente de ello, así que esta era para ella su primera vez.
Ya pasado un rato de estar así pegados junto a Romina comienzo a querer moverme. Empiezo el mete y saca primero lentamente ante los gemidos de Romina que solo se deja llevar al ritmo de mis embestidas como si fuera una marioneta. Entra y sale mi verga de esa niña que solo gime mientras la penetro aumentando la velocidad de ellos.
-Duele…Ahhh.- gime Romina.
-Yo se… que al principio duele… preciosa.- le digo al oído.
-Ahhhh…Ahhh
-…Pero luego… luego te acostumbraras…
-Ahhhh…..Ahhhh….
-Voy a entrenarte bien… Romina… Voy a entrenar bien tu rajita….Ohhhh..-balbuceo de placer.
Con el paso de los minutos sus lloriqueos van menguado en frecuencia y solo se escucha a Romina quejarse y gemir.
-Eres una… niña buena… Romina.- le digo al oído mientras embisto.- Y tan hermosa…- al mismo tiempo que paso mi lengua por su tierno cuello con total deseo.
-Ahhhh….ahhhh…noo..-gime Romina al acelerar mis embestidas.
La situación era totalmente excitante con esa hermosa niña en mi poder. La deseaba demasiado y no se me ocurría dejarla ir por ningún motivo.
-Ya… falta poco… mi amor.- le digo al oído mientras aun la tenía aferrada a mí con fuerza.
– Ahhhh…. Ahhh…- solo atinaba a gemir en respuesta por la cogida que le daba. Ya cuando me sentía acabar:
– Voy a …. acabar ….. Romina, voy a acabar…… dentro de ti y soltarte……… la bendición…- le digo. Romina no responde y solo continua gimiendo.- Pide la bendición, Romina. Di: Si Padre, Córrase y deme la bendición.
-Ahhh….Ahhh…Ahhhh
-Dije que lo digas. Obedece…-le ordeno al oído con toda la autoridad que me fue posible sacar en esta situacion.
– Si… Pa…dre..,Córra…se y deme la be…ndici…ón.-repite Romina totalmente sometida por mí.
-Ahí… lo tienes…. Ohhhh … Romina… – digo al finalmente correrme dentro de ella….
Al retirarme de ella y ver que aún quedaban restos en mi verga procedo no a limpiarme con papel que usaba para el aseo, sino que tomo las braguitas de Romina y comienzo a limpiarme con ellas.
Romina se recupera de lo sucedido mientras yo termino de limpiarme con sus braguitas. Ella se sostiene algo perdida porque aún conservaba la venda en los ojos. Me acerco a ella y procedo a quitársela.
-Puedes vestirte Romina. Hazlo deprisa antes de que lleguen a recogerte.- digo mientras yo terminaba también de subirme el cierre y acomodarme los pantalones.
Romina se queda aún por un momento aturdida y poco a poco comienza a recobrar la conciencia y busca sus braguitas.
-Buscas esto?.-digo mostrándoselas.
-Si…-responde algo avergonzada.
-Me voy a quedar con ellas.- le respondo.- Serán un recuerdo de tu ”penitencia”. Puedes vestirte sin ellas, pero cuando llegues a casa ponte otras. Me has entendido?.
-Si, Padre.- responde Romina.
-Muy bien. Lo has hecho muy bien para tu primera penitencia.- la felicito al salir de ese pequeño cuarto y llegar a las bancas.- Dime, te gusto ofrecer esa “penitencia” a Dios.
La niña se queda callada y no responde al salir hasta que llegamos casi a la puerta:
-No se.- se escucha salir de sus labios.
-Es muy duro al comienzo… pero te iras a acostumbrando a ello…-le respondo.
Ella permanece callada un momento mas hasta que pregunta:
-Siento que esto…
-Si?-pregunto.
-Siento como si esto… lo hubiera pasado antes…-me dice inocentemente a los ojos.
-Ya veo…-respondo.- Quizas … Diosito te ha mostrado en sueños como hacerlo…Quizas…Bueno… quizás será mejor que te lo diga la próxima semana.
-La próxima semana?- pregunta ella.
-Si, Romina. Prometiste a Sara que vendrías la siguiente semana. No lo olvides.-le recordé.- Ella se podría muy triste si faltaras.
Se escucha el sonido del timbre y nos dirigimos hacia la puerta. Justo en el momento que me encuentro por abrirla me acerco a ella y le masajeo su panochita mientras le digo al oído:
-Créeme que yo también lo estoy deseando.
No dejándole tiempo de replicar abro la puerta de la parroquia y recibimos a su mami que llegaba para recogerla y frente a la cual no atino a revelar nada, como se lo había ordenado.
-Se ha portado bien? No le ha dado problemas?- me pregunta su madre.
-Al contrario… es una niña muy obediente… si es algo traviesa los niños son asi a su edad..- le contesto con una sonrisa en los labios.
Las despido y cierro la puerta de la parroquia, termino de ordenar el lugar que después de las reuniones a veces quedan algunas cosas desordenadas, como sillas o mesas.
Mientras regreso a mi habitación después de ordenar me pongo a pensar en la última mirada de Romina hacia mí luego de que su madre le ordenara que debía portarse bien y confirmaba que ella sentía total autoridad en mí para ordenarle ya que su madre así se lo había dejado ver.
No buscaba agradarle o gustarle, deseaba que Romina se sometiera a mí para luego ella misma buscara mi contacto, esa autoridad del padre que le faltaba y del que deseaba poder aprovecharme. Muy pronto lograría conseguirlo e incluso ir mas allá, pero eso…. Eso será motivo de otro relato. Hasta entonces.
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