Ciber sex
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Como muchos de vosotros ya sabreis me llamo Carmen, aunque mi familia y amigos allegados me llaman Mamen, y tengo cuarenta y dos años. No esta bien que yo lo diga pero me considero una mujer muy atractiva y con un buen cuerpo. Llevo casada trece años con un hombre maravilloso en casi todos los sentidos. Es cariñoso, bueno, romantico, inteligente, sensible, comprensivo, atractivo, trabajador y bastante bueno en la cama. Sin embargo, a mi modo de ver, tiene dos notables defectos: Es tremendamente celoso y muy poco liberal.
A diferencia de el, yo soy una mujer muy liberal, que sabe separar el amor del sexo. En este sentido tengo que confesar que he mantenido relaciones sexuales extramatrimoniales con otros hombres, porque en el fondo me gusta ser bastante puta. Pero ello no significa en absoluto que no este enamorada profundamente de mi marido y que le quiera con locura. Es mas, soy de la opinion que dichas relaciones han fortalecido nuestro matrimonio, ya que han evitado que cayera en la rutina cotidiana de pareja, lo cual entiendo que termina por destruir una buena relacion sentimental.
Y efectuada esta pequeña introduccion, os paso a relatar una de mis ultimas aventuras extraconyugales, que tuvo lugar hace unos quince dias.
Mi marido se marcha a trabajar todos los dias a las siete y media de la mañana, y no regresa hasta las ocho o las nueve de la noche, por lo que paso mucho tiempo sola. Aquel dia me levante razonablemente temprano. Despues de desayunar, ducharme y arreglarme, baje al mercado del barrio para hacer la compra. Al llegar al puesto de carne, del que soy clienta habitual, el carnicero me recibio con las miradas picantes y los halagos de todos los dias. Oscar, que asi se llama el carnicero, es un chico joven no muy guapo, pero con un cuerpazo espectacular. Despues de dos años comprandole la carne, he llegado al convencimiento de que le gusto mas que a un tonto un palote.
Oscar nunca me habia tirado los tejos claramente, pero me lanzaba miradas lascivas y me piropeaba con suma educacion y delicadeza, sin obscenidades. No obstante, aquel dia se decidio a probar fortuna conmigo y, tras venderme la carne, me dijo que tenia dos horas libres y que le encantaria que me tomara un cafe con el. Sin dudarlo acepte su invitacion. Me dijo que le diera diez minutos para lavarse las manos y quitarse el delantal. Yo le propuse quedar directamente en el bar de la esquina, asi, mientras el se preparaba yo tendria tiempo de comprar la fruta en el puesto de al lado.
Cuando acudi a nuestra cita, Oscar ya se encontraba sentado en una mesa del bar. Llevaba unos pantalones vaqueros descoloridos bastante ceñidos, un polo de color crema que resaltaba su musculoso torax, calcetines blancos de algodon y deportivas. En el respaldo de su silla colgaba una cazadora de cuero negra. En el lobulo de su oreja derecha lucia un pendiente, y llevaba barba de dos dias. Pedimos los cafes y comenzamos a charlar. Me conto que tenia veinticuatro años, que todavia vivia con sus padres, y que desde hacia cinco años salia con una chica del barrio con la cual estaba prometido. Tambien me dijo que le atraian profundamente las mujeres maduras, pese a que su novia contaba tan solo con veinte añitos. Yo le dije que estaba casada y que mi marido se pasaba el dia trabajando. Luego estuvimos hablando de las cosas que nos gustaban a ambos, hasta que poco a poco, la conversacion fue girando en torno al sexo.
Oscar me conto que le entusiasmaba el sexo oral, sobre todo hacerlo el, y en ese momento, abriendo ligeramente su boca, me mostro el "piercing" que le taladraba la lengua. Entonces me vino a la imaginacion aquella lengua lamiendome el clitoris con el "piercing", lo que provoco que se me mojaran las bragas subitamente. El chaval debio notar algo en mi forma de actuar y, tras pedirle la cuenta al camarero, me pregunto que porque no le invitaba a otro cafe en mi casa. Debo reconocer que estuve dudando durante unos segundos si le seguia el rollo a aquel muchacho, ya que si aceptaba su propuesta dejaria muy claro mis intenciones hacia el, pero la humedad de mis bragas provocaron que finalmente accediese a su excitante invitacion.
Oscar pago la cuenta, me cogio de la mano y comenzamos a caminar en direccion a mi domicilio conyugal como un par de tortolitos. Cuando estabamos llegando a mi portal, le sugeri que entraramos por separado para evitar las miradas indiscretas de los vecinos. Asi lo hicimos. Me adelante hasta subir a mi piso y le espere en silencio detras de la puerta. Cuando oi el ascensor detenerse en mi planta, comprobe por la mirilla que se trataba de Oscar y le abri rapidamente la puerta. Una vez dentro la cerre suavemente.
Los acontecimientos se sucedieron como la polvora. Comenzamos a besarnos en la boca compulsivamente, como si llevaramos años sin practicar sexo. Los besos de nuestros labios dieron paso a que nuestras lenguas se entrelazaran como serpientes rabiosas, y comenzamos a intercambiar saliva. Oscar comenzo a sobarme las tetas por encima de mi blusa, mientras que yo hacia lo propio con su paquete. La excitacion de ambos fue brutal. Minutos despues nos internamos en mi dormitorio sin dejar de besarnos y meternos mano por todas partes. Un sentimiento de vergüenza afloro en mis mejillas cuando me di cuenta que no habia hecho ni la cama, pero a Oscar parecia importarle muy poco aquel detalle.
Seguimos besandonos con lujuria mientras nos quitabamos la ropa el uno al otro. La imagen que tenia creada del muchacho no desmerecio en nada a la realidad. Tenia un cuerpo casi perfecto, plagado de musculos y con el estomago liso y duro como una tabla. Su pene, bastante mas grande que el de mi marido, le colgaba semi-erecto entre sus robustas piernas, y tenia el culo duro y prieto como una manzana verde. Oscar me tumbo sobre la cama, boca arriba, y, recostandose entre mis piernas comenzo a lamerme el coño de arriba abajo. Luego me restrego suavemente su "piercing" en el clitoris, haciendo que alcanzara rapidamente un fenomenal orgasmo.
Todavia convulsionada por el placer que me habia proporcionado, me arrodille entre sus piernas y comence a lamerle la comisura de los huevos. Su polla fue creciendo hasta alcanzar la maxima ereccion, y su prepucio se fue retirando dejando al descubierto un hermoso y rosado glande que supuraba las primeras gotas de liquido pre-seminal. Le recorri el capullo con mi lengua, haciendo circulos suaves y lentos, lo que provoco que el chico enloqueciera de placer. Luego, abri mi boca y le fui engullendo el rabo hasta alojar su glande en mi garganta. Mis labios recorrian todo aquel tronco, de fuera adentro, mientras que con mi lengua le seguia lamiendo el capullo y mis manos estrujaban sus huevos como si le estuviera ordeñando.
Yo estaba loca de excitacion y morbo, por lo que le pedi que me follara. Sin poner objecion alguna a mis ultimas palabras, Oscar me cogio por la cintura y me subio a horcajadas sobre el. Luego me hundio su glande en mi raja y, de un solo empujon me la metio entera en el coño. Yo comence a cabalgarle la polla sin parar hasta conseguir encadenar tres orgasmos seguidos. Cambiamos varias veces de posicion, en cada una de las cuales volvia a correrme rapidamente. Por cierto, cuando practicamos la posicion del "perrito", Oscar utilizaba mis tetas como punto de apoyo para follarme el coño por detras, lo que me hizo alcanzar las estrellas de placer.
Despues de media hora de interminable polvo, durante la cual perdi la cuenta de los orgasmos que me habia proporcionado, note como Oscar estaba a punto de correrse. A pesar de la tentacion de que el chico terminara en mi coño, y del deseo de notar su esperma caliente en mis entrañas, para evitar tener problemas, ya que no se habia puesto un condon y podria dejarme preñada, paramos de follar y me la meti de nuevo en la boca. A los pocos segundos, un autentico torrente de leche tibia y espesa me fue inundando la garganta. A medida que su glande iba escupiendo borbotones de semen, me lo iba tragando con sumo placer y vicio. Le estuve estrujando los huevos para que los vaciara por completo en mi estomago. Luego le rebañe los restos de lefa con mi lengua, hasta dejarle la polla brillante como una patena.
Todavia abrazados en la cama, encendimos sendos cigarrillos, comentando el extraordinario polvazo que habiamos echado, y la satisfaccion mutua que habiamos obtenido. Al terminar el cigarrillo nos besamos en la boca y nos dirigimos al cuarto de baño para lavarnos los bajos. Oscar levanto la tapa del water y me pidio que me arrodillara a su lado. Sin preguntar la finalidad de aquella peticion obedeci. El chico apunto su polla, ya mas relajada, en mi cara y comenzo a mear. Su calida orina se iba estrellando contra mi rostro, en un chorro firme y abundante. Cuando su meada comenzo a amainar abri mi boca para permitir el paso de sus ultimos chorreones y me los trague sin vacilar.
Luego nos duchamos juntos. Por descontado que durante la ducha, Oscar me volvio a follar. Esta vez lo hicimos de pie, en una posicion que yo desconocia, pero no menos placentera que las otras. Y esta vez le deje que se corriera dentro de mi coño, a pesar del riesgo que ello supuso. Gracias a Dios que no me dejo preñada.
Desde aquel dia suelo follar con el carnicero bastante a menudo, unas veces en mi casa, otras en un hostal cercano, y hasta incluso en su coche. Pero, para poder hacerlo sin condon y evitar embarazos no deseados, he comenzado a tomar la pildora anticonceptiva sin que se entere mi esposo.
Fin.
Autor: Anonimo
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