Malandro Si… Pero Marico No
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Deseaba ser yo, Elenaia; era ella la chica más linda del barrio. Todos los varones, la querían besar. Yo no quería besarla, pero que afortunada era, cuando Sergio le daba un beso en sus labios rosados. Es ella la representación femenina que llevo dentro de mí. Es Sergio, el varón de mis noches en velo, pensando que era a mí, a quien le daba ese beso.
En el frente de la casa, del lado de adentro, detrás de la ventana, veía jugar a los demás. No es que yo tuviera prohibido salir, pero era lo mejor que podía hacer. Mamá una tarde salió a la calle, para hablar con una vecina, estaba yo jugando al avioncito con los muchachos del barrio.
En ese momento, era mi turno, había lanzado la piedra, y cayo dentro del dibujo pintado en el asfalto.
Quizás, era por mis saltitos de niñas, yo creía que los chicos, murmuraban y reían, por como había logrado dar la vuelta al dibujo sin fallar. Mi cara estaba roja y sudada, Sergio también estaba ahí jugando, el me intimidaba. Mamá dejo de hablar con la vecina y cuando ya está por entrar a la casa, pega un grito y me llama. Adentro de la casa, apenas llegamos al porche, desde ahí, jalo mi oreja izquierda, y templado fui llevado jalado, hasta al patio.
¿Qué te he dicho yo? ¿Ah? ¡Compórtate como un hombre!
La oreja, sentía que palpitaba, la tenía caliente y en efecto roja debía estar. No era primera vez que mamá, me daba trancazos por mi comportamiento afeminado. Primero fue por la manera de caminar, por ello, me dio una paliza con una correa. Luego por como hablaba, fue la primera vez que toca mi cara, y sentí un par de abofeteadas.
Después de eso, deje de jugar en la calle, tan solo veía por la ventana. Esa vez comprendí, que mamá me había pegado, porque se dio cuenta, como los varones se burlaban de mí, por la manera de saltar.
Actualmente trabajo en una peluquería, ahí me conocen como Canelita. Frente al espejo estaba yo delineado mis labios, era de mañana y poca clientela teníamos en el local. En eso llega mi tía Betzaida, traía el cabello húmedo, sonreía incómodamente. Como no es primera vez que lo hace, entendí que viene, a que le seque el cabello de gratis. << Es la familia debo hacerlo >>
Te traigo una buena noticia — dice ella, mientras eso le estoy soltando el cabello.
¿Si tía? ¿Y qué noticia buena es esa? —
Ay hijo —se lleva las manos al pecho y ve a mis ojos.
<< ¡Hija! Si me ves, vestida de mujer ¿Qué te cuenta decir? ¡hija! >>pienso.
Mi expresión es neutra y mi tía haciendo un mohín ridículo con los labios, parece que nunca va a desembuchar la notica que trae…
En la casa está Yohalver… ¡Salió esta mañana del penal! — los ojos se le ponen aguados y rojos, al decirme aquello.
¡Tía qué bueno! Gracias a dios — le respondo y le doy un abrazo.
Por eso he venido a que me seques el cabello ¡hoy celebramos eso en la casa! — se queda viendo ella, su rostro en el espejo. Yo la estoy peinando, no la miro, para no comprometerla. Ya ella había hablado demás << ¿será capaz de invitarme? >>.
Al terminar de secarle el cabello, como siempre, hablaba de cosas que no me interesaba. Viéndose ella comprometida por no pagarme el secado, como un acto de desespero por irse, no le queda de otra, y termina haciéndome la invitación.
Ok tía, si no salgo cansada yo voy…
DOS
Fue a los 15 años, que decidí —y bueno obligada también— irme de la casa de mamá. Ya ella no pudo más conmigo; mamá no solo dio el cien por ciento, para que yo no fuera marico, ella dio más de eso, pero igual fue en vano, y solo adelanto mí huida de ese hogar.
Bastante que viene mi tía por aquí, a que le planche el cabello, también a veces vienen mis primas. Ella fue mala conmigo, y sin ninguna vergüenza, viene por aquí como si yo hubiese olvidado todo del pasado. Recuerdo que una vez llego con el chisme a la casa, le dijo a mi mamá, que yo andaba metido por el monte con fulanito de tal.
¡Yajaira! ¿Dónde estás? —Llegaba gritando— al hijo tuyo se lo estaban pegando, metido allá en un monte—. Después de que mamá me daba con un cabresteo, ella seguía con el tiqui-tiqui — ¡No que va mijita! Menos mal que tuviste uno solo, ¿imagínate? Hubieras parido más, y hasta malandros tuvieras—. Ahora que soy consciente, en cierto modo comprendo a mamá. Si no me daba la paliza, cuando venían y le metían cuento, era criticada. Pero una vez que, que me daba tremenda coñaza, también era criticada. — ¡Deje a ese muchacho quieto! Árbol que nace torcido, jamás endereza —a veces le decía la vecina de al lado, o cualquier otro, si estaba por ahí cerca.
Al suspender la mano, Juan temblaba mucho. Ya lo había hecho antes, y desde la primera vez que lo hizo, era como una adición a repetirlo de nuevo. Bajo la mano, y la descanso encima del paquete abultado. Palpitaba como un mismo corazón, hizo presión y responde a los impulso de Juanito; << ¿tara despierto? >> Se pregunta el chico.
A diferencia de las otras noches, esta vez no solo pulsaba su verga. Puso la mano sobre la de Juan —casi brinco de miedo el chico—presionando la mano hacia abajo, extasió el placer de apretarle la verga. Todo su cuerpo titirita de pavor y excitación. La noche se había vuelto sórdida, solo los grillos era lo que tenían un canto repetitivo.
En la penumbra, el deseo es mudo. El silencio es un frenesí, a los nervios del cuerpo. Juanito da la espalda, con ayuda del otro, se baja el short a media pierna. Siente como le tantean el culo con el dedo. Luego siente algo más caliente y grueso; se lo rozan como una brocha en lienzo. La sensibilidad al tacto, fue un gusto, más aún, cuando escupieron y ensalivaron su orto. Juanito se coloca boca abajo, el corazón lo oye latir en los oídos. Esta evaporando la agitación del sexo, se suben arriba de su cuerpo, y percibiendo un miembro viril, en la raja del culo, el movimiento de cadera, simula embestidas suaves, parecida a una penetración interna. Juan levanta la pompa, siente el garrote duro, apoyado fuertemente en su raja; lo siente brincar. Una leve humedad viscosa, le cae en la cadera. El peso del otro, cae más pesado y se tumba todo abajo.
Presencia la calentura febril del cuerpo, debajo de él, revuelca su piel en la hombría. Al oído, le respiran agitado, siente los labios secos, cerca de su mejilla. La presión entre sus nalgas, es más prensada y comprimida. El tallo en el culo, palpita vehemente, anuncia con un hilillo de voz, cerca de su oído. El otro queda privado, impetuosamente afinca todo hacia abajo. El cuerpo se tensa todo, y arroja la primera simiente. A borbotón escupe todo el semen, riega toda la leche en el cuerpo del adolescente. Se puso de pie, y el olor a esperma, palpa todo el aire en la habitación. Juan oye cuando sale del cuarto, no regresa de nuevo. Se pregunta si dirá a decir algo, mientras eso, con los dedos, se toca el semen acabado en su cuerpo; lo huele y se atreve a probarlo. Excitado, se lame la mano, introduce la otra, dentro de su entrepierna, se acaricia el vello púbico, luego se prensa la verga. Imagina todo lo sucedido, y luego en su ropa interior, se corre toda la tensión acumulada en su cuerpo…
TRES
Ven claridad
Llega ya,
Amanece de una vez
Claridad, por piedad
Mata sombras,
Dame luz, resplandor, libertad
Para no soñarla más,
No ya no, nunca mas
Que vuelvo a su esclavitud
Ahh, ahh…
Después de haber hecho la limpieza en la tarde, medio cerraba la puerta, y ahí en la sala, prendía la tele, y esperaba que el algún momento pasaran las canciones que me gustaban. Mamá estaba en el trabajo, y esa tarde tuve la suerte, que Los Menudos estaban pasando por la televisión —y como si no supiera— al ritmo de su coreografía, bailaba yo también.
Empujan la puerta, y casi Freddy me ve bailando, pero debió darse cuenta, que lo hacía. Estaba yo tirado al suelo y sudado, con la televisión encendida y Los Menudos bailando.
Así como encontró la puerta ajustada, después de entrar a la sala, la ajusto de nuevo, y toma asiento en una silla, que estaba ahí cerca.
¿Y tu mamá ya llego?
Ya debe estar por llegar —le respondo sin verle a la cara.
Freddy era el novio de mamá, a veces se quedaba, otras veces no. Esa tarde que llego, a lo mejor venía a conciliarse con mamá; todo el tiempo, peleaban porque Freddy es casado, y nunca pensaba dejar a su familia. Mi madre tenía que conformarse ser, la amante y el plato de segunda mesa.
A cada rato se tocaba por encima del pantalón. Freddy no es mal parecido —quizás por eso mamá no lo deja—. Siempre anda vestido pulcramente; pantalón negro, sin una pelusa, y una camisa de cuadro, bien planchada. Usa un perfume, que va con su varonil y machista actitud. No se dejaba crecer la barba, pero es de esos hombres, que apenas se han afeitado a la mañana y al otro día, ya tenía una incipiente de pelos largos.
Siendo el pantalón jean, negro. Era poco lo que podía apreciar mi vista, lo que se marcaba en su entrepierna. Esa tar??????[&?<R???????#de se notaba más marcada; de lado y gruesa. Mis ojos se iban solitos, ¿y cómo podía evitarlo? Tenía 13 años, los cambios en mi cuerpo era cada vez más fuerte. Sabia Freddy que yo era una mariconcita, << ¿le excitaba verme a mi excitado?>>.
Es empujada de nuevo la puerta, mamá había llegado. Por su expresión de alerta, imagine, que ella imaginaba, encontrarme ensartado, por otro muchacho.
¿Y qué hacían con la puerta cerrada?
Yo acabo de llegar — dice Freddy.
Mamá no dijo más nada, tan solo me ha matado la vista y luego pasa de largo. Cuando veo a la cara de Freddy, él estaba medio sonriendo. No es él, un blanco pálido, ni amarillo, es rosado, como si siempre tuviera insolado. Giño el ojo —mi corazón se detuvo— fue la primera vez, que lo empiezo a ver con otros ojos.
Siendo también una madre soltera, Betzaida salía a trabajar muy temprano y llegaba a la tarde. A diferencia de su hermana Yajaira, es que esta, tuvo una catajarria de muchacho. Yohalver es el mayor de los seis hijos. Ya en ese entonces, tenía 16 años, y se la pasaba en la calle, atracando y de vago. Juanito con 13 años, se iba a la casa de su tía, a veces juagaba con sus primas, pero ese día que salió para allá, no paso a la casa. Había otros muchachos, por ahí cerca, vecinos del ahí mismo del barrio.
Maikel es un joven de ahí mismo, estaba con el torso desnudo, y sus tés ébano la refugiaba del sol. El chico quizás, debía estar pensado en hacerse una paja, tenía la verga templada. Estaba él, agachado, sentado sobre un bloque rojo, no hace ratico, que ha jugado futbol con los muchachos, pero ahora se ha quedado solo. En eso ve, que viene Juanito, le sisea y el chico voltea.
¡Vení acá!
A los mejor se va burlar de él, pensaba Juanito, pero viendo que lo llamaba seriamente, se acerca a Maikel.
Acompáñame a subir el cerro —le dice Maikel.
¿Qué vamos hacer allá?
Buscar una pelota que la deje.
Detrás de ellos, estaba el cerro, no muy empinado, pero sí bastante enmontado. Juanito si debía tener miedo, Maikel es dos años mayor que él, y también es un muchacho vago, muy peligroso cuando quiere lograr algo.
Allá arriba, estaba un tubo de hormigón, que sobresalía de la tierra. Apenas llegaron al sitio, y Maikel, que anda con un short de poliéster, color rojo, la verga parada, formaba una carpa levantada. De una se saca la lemba e güevo, un morcillón moreno, grueso y cabezón.
¡Mámalo!
Dentro del tubo, Juanito se arrodilla y se mete la verga de Maikel en la boca. Se atraganta solito y chupa también las bolas. Pasa la lengua en el glande, “jojotea” el tronco y luego todita se la mete de nuevo.
Trágatela toda maricón
Le empuja la cabeza, empina su cadera y lo ahoga todo. Una vez, terminado de mamarle la verga, Juanito de pie, da la vuelta, levanta la cola y apoya las manos en la pared del tubo hormigón. Maikel se coloca detrás, veía a todos lados, y su impulso sexual, era un poco tosco y apurado. Apunta el miembro en el upite, se ensaliva la cabeza del güevo, luego lo mete sin cuidado. El chico se lleva la mano atrás, y tratando de guiar la penetración, sujeta el tronco, y suavemente va dejando que entre en su orto. Con todo el güevo metido hasta la patica, Juanito levanta más la cola, y Maikel comienza a clavarlo profundamente; le parte el culo, lo prensa completico y en cuestión de segundo, el muchacho se corre todo adentro.
Juanito no dejaba de apretar el culo, sentía como toda la leche se la vaciaban completa. Jadeando como un animal, Maikel todo sudado, recostaba la cabeza en la espalda de Juan. Como un par de perros, aun pegados. En eso llega al lugar, Yohalver.
Ah pues… par de bates quebrao —dice el primo.
Ta bien pues… el marico de tu primo, que quería güevo—diciendo Maikel, se sale de adentro de Juanito, y lo empuja como a un trapo viejo.
El chico asustado, sentía que el temor le palpitaba en la cara. Sube la mirada para ver a Yohalver, este lo queda viendo con los vista ausente. Se está tocando por encima del pantalón, luego dice.
¡Naw Maikel! Tú lo que eres, un matasurrero —
Yohalver se mete dentro del tubo, empuja a Juanito y le indica que se ponga en cuatro de nuevo. Este asustado, quiere negarse a hacerlo.
Ah ta bien pues ¿te la vas a dar de seria conmigo? —le dice Yohalver con ironía.
Al estar ensartado por su primo, este con una verga gruesa, se la metía hasta al fondo. Juanito excitado, deja el miedo, y se mete la mano dentro del short para sacarse su verga, y hacerse una paja, mientras el primo lo esté clavando. Yohalver si se aguanta mucho más, lo embiste con fuerza, y Maikel que no deja ver, se excita como sale ese güevo, del culo de Juanito.
¡Tú eres marico! Anda pa´ allá ¿o quiere que te coja a ti también? —espanta Yohalver, a Maikel.
Lo presó hacia adentro, y Juanito por dentro, de nuevo estaba siendo embarrado de semen caliente…
CUATRO
Entraba como una sombra a mi habitación. A cada paso, y se hacía más grande sobre mí. El perfume era lo que delataba su presencia. Iba tanteándome en la oscuridad. Tocaba mi erección apenas levantada, rápido daba la vuelta y dejaba que tocara mi culo; que metiera los dedos por encima de la ropa, dentro de mi raja. Luego con mucho cuidado, iba bajando mi short, mordía mis nalgas, besaba mi raja, escupía en mi culo, después se subía sobre mí. Levantaba mi cola, y al paso que iba subiendo él, la va metiendo lento y bien adentro. Solito me mataba, mis nalgas chocaban con su pelvi peluda, su estaca palpitaba dentro de mi culo. Susurraba a mi oído, besaba secamente mis labios, luego todo adentro me acababa.
Aquella noche, Freddy llego demasiado ebrio. Yajaira lo saca de su habitación, después de una acalorada discusión, la mujer da un portazo y cierra la puerta del cuarto. Esa misma noche, Juanito comenzaba a probarse, la primeras tangas. Eran de su primas, cuando iba a casa de su tía, se las había robado del tendedero.
Había oído todo, la discusión de su madre con Freddy. Medio abrió la puerta, y veía donde estaba acostado en el suelo, Freddy. Cerró la puerta y regreso a lo que estaba haciendo. Se coloca el acostumbrador —también de su prima—. Debajo de la cama, saca un cajón, de un huequito de la pared, saca una llavecita, abre el cajón, y de ahí saca unas pinturitas de niñas. Se pintó los labios, y medio pinto sus mejillas.
Acostada en la cama, imaginaba que Sergio le daba un beso, se inventaba sus telenovelas en la imaginación. Juanito, su color de piel es canela, y sus facciones son de mulato, pero sin ser grotesco. En la imaginación, su versión femenina; no solo cambiaba su sexo, también su color de piel. Siendo blanca y muy parecida a Elenaia.
Al finalizar de soñar, su corazón estaba como un tambor. No solo estaba excitada, tenía una emoción de alegría; estaba decidido, no ser más Juanito, ella iba ser una mujer.
Su sexo no dejaba de saltar, tenía la mano dentro y pensaba en hacerse una paja, pero se acordó de Freddy, y lo que Canelita había decidido esa noche, iba hacerlo desde ya. No quería ella, estar con otro chico, viéndose a ella como un chico, sino como a una mujer.
Bajo de la cama, y aun vestida con la ropa interior femenina, se acerca a la puerta, abre y en la oscuridad de la sala, ve a Freddy que sigue tirado en el piso. Temblando de solo pensarlo, está analizando la situación. Quizás debía ser el miedo, el motivo de echar todo atrás, pero más bien, fue lo que la impulsa hacerlo.
El perfume y el olor de su aliento, brotaba todo de su cuerpo. Estoy a su lado, el miedo de ser descubierta, es algo que me tiene muy excitada. Acerco mis labios a su oído izquierdo, le susurro su nombre, Freddy no hace nada. Atreviéndome, beso su oreja, chupo el lóbulo, luego raspo mi mejilla con los pelos de su barbilla. Ya cerquita de sus labios, le doy un beso, y sentir la boca de un macho como este, floreció la hembra que llevo por dentro.
Solamente besaba, no introducía la lengua, tan solo es un beso seco. Deslizo la mana, empezando por el pecho, luego desciendo por la barriga y a lo último que llego, suave y delicado, pongo mi mano en su güevo. Sutil lo aprieto, no está erecto, pero lo abultado cuenta. Y es suficiente, como para excitarme más aun, y subirme sobre él como una posesa.
Abrí mis piernas, y mi culito lo pongo en su paquete. Le doy un abrazo de oso, aspiro su olor de hombre, y rozo mi nariz en sus pelos del pecho. De repente despierta, balbuceando y ladeando la cabeza, coloca las manos en mi cadera, luego las baja a mis nalgas. Las aprieta suave y yo sintiéndome una nena, busco sus labios y le doy beso de lengua. Por un breve momento, también introdujo su lengua, en mi boca. Luego de nuevo, cae al suelo su cabeza. Balbucea y se queda dormido de nuevo. Afincando todo mi cuerpo sobre el de él, presiono mi entrepierna en la suya y luego acabo, y lleno toda mi tanga de pura esperma.
CINCO
Ya estaba a punto de oscurecer, cuando en eso llega una de mis primas, Yuridia. Al verla asomada afuera, le hago seña que pase adentro. Venia también a que le secara el cabello, pero antes de pedirlo, me hace la invitación que fuera esa noche a casa de mi tía.
Tienes que ir, Yohalver ha preguntado por mi tía, y por ti también.
<< No va ver preguntado por mí, si dos días antes de caer preso, había ido a mi habitación a cogerme >>
He trabajado hoy full, prima. Pero si yo puedo ir, yo me llego —le digo.
Ay chica ¡Anda! No seas pendeja—dice ella, y luego termina por decir— los hombres ya no son machista como antes— y se echa a reír, sin ninguna pizca de feminidad.
<< Que lo diga tu esposo, que también por mi culo ha pasado ¡pendeja! No me ha montado una barriga ¡porque Dios es grande! >> En mi mente le respondía, y no dejaba de reírme por dentro, por la ironía de la vida…
En el espejo, veía como me quedaba un vestido blanco y de florecitas rojas. No queda tan corto, pero tampoco me hace ver mojigata. Mi cabello que es todos rulos, lo alboroto un poco más, y luego me pongo los zancos altos. Ya casi lista, estoy viendo mi cuerpo en el espejo, y no solo me veo bella; soy más fémina que muchas mujeres. << Pal barrio ese donde me voy a meter, muy linda y delicada me veo, como para andar por ahí >> pero bueno, la ventaja es que hay machos buenísimos.
Cuando iba por la calle, donde vive mi tía, unos hombres estaban en la esquina. Apenas vieron que era una tranfor, empezaron vitorear con sarcasmo. Entre los hombres, había uno con la figura de su cuerpo un tanto obesa.
Hola preciosa ¿A dónde vas tan solita?
Al verle la cara y giñarle un ojo, el gordito es Sergio; el galán de mis telenovelas, cuando era chico.
<< Ay dios papi, la vida si te ha tratado mal >>
Había cambiado mucho, ya no era el joven apuesto de antes. En ese momento, recuerdo a Elenaia, tengo tiempo sin verla, me pregunto si habrá cambiando también, si seguirá siendo bella…
<< ¿Será que todavía vive en el barrio? >>
La casa de mi tía, retumbaba del sonido que tenían adentro. Sonaba un vallenato de eso colombianos, luego sonaba algo más de mi agrado; una salsa. Cuando entro a la casa, la primera en recibirme es mi tía. Definitivamente, se sentía un ambiente agradable en ese hogar. Muy risueña ella, me da una cerveza. Como si no le importara de ser una transfor, por un brazo me lleva hasta dentro y ahí al primero que veo es a Yohalver. Nos dimos un abrazo (casi que él susurraba en mi oído) y casi que yo le daba un beso —aunque un beso le di, pero en la mejilla—.
¡Bueno llego este marico! ¿Quién va a bailar conmigo esta noche? — en todo el medio del patio, toda altiva, y con mucha gracia le dije a todos los presentes, y sus risas fueron aplausos.
Claro, tenemos que hacer reír a los demás, para que nos toleren más. Esto lo aprendí desde que comencé a vestirme de mujer y andar por la calle. Tememos que ser comediantes para que nos acepten —aunque eso implique, reírnos de nosotros mismo—. En eso veo, que mi madre también estaba presente en el patio, apenas sonreía, pero tampoco estaba molesta. Era primera vez que yo actuaba así, delante de ella, también tengo tiempo sin verla y creo que estar viéndola ahora, hace sentir una ganas de irme, para no llorar delante de su presencia. Pero fue ella solita que se acercó.
Esta bonita
Tú también… hubieses ido a la peluquería, yo te hubiera secado el cabello
Para la próxima será— me responde.
Luego quedamos en un silencio más o menos largo; no era incomodo, pero si estaba urgiéndonos a que habláramos de algo.
¿Si perdonamos y celebramos la salida de ex un presidiario? Matón que ha hecho daño… ¿Cómo no voy aceptar, a mi hija por ser diferente? Si lo único, lo que hace es disfrutar de su culo, y daño a nadie hace con eso —sonríe, me ve a los ojos, y decía su mirada << ¡perdóname hijo mío! >>. La abrazo y luego le digo.
¡Tranquila mamá! Todos aprendemos en el camino.
Hay otra cosa, que he querido decirte desde hace mucho tiempo y darte gracias por ello…
¿Qué mamá? —le pregunto.
Mira a mis ojos, y con ello lo dice todo. Sus labios tiemblan, y cuando esta por decirlo, la interrumpo y le digo, que no es necesario recordar eso…
…Ella dice que en sus sueños
Aparezco antes que todo
Antes de cerrar los ojos
Oh da gracias a la vida
Que suerte
Él me dice que en sus sueños
Soy rocío que se esconde
Como la primera noche
Como el día que despierta
Y se duerme…
SEIS
Como perro por su casa, llega Freddy a la casa de Yajaira. No llamo a nadie, para saber si alguien estaba, sino que tan solo, empuja la puerta y luego ya adentro, la cierra. En la cocina, estaba Canelita, lavaba unos platos. Tenía ella 15 años, cuando la madre estaba en el trabajo, mientras hacia los que haceros de la casa, se vestía de nena, y como toda una hembrita limpiaba la casa. Esa tarde estaba vestida con una falda de licra y color verde. Freddy la veía, y la sorprende. Llega por detrás y metiendo las manos por debajo de la falda, pellizca las dos nalgas. Le susurra al oído y ella dando la vuelta, fueron dos cosas iguales, y en un momentico se estaba devorando las bocas.
Una vez, ya habiendo mamado el güevo de Freddy, ella da la espalda, y apoyando los brazos en el mesón, levanta el trasero, y Freddy lo que hace es levantarle la falda y ver el hilo que lleva puesto. El hombre se agacha, con las dos manos, masajea las nalgas; acariciando suavemente la piel delicada. Le abre, y luego se queda mirando fijo la raja. Con un dedo, le acaricia, se unta de saliva y luego le resbala afincado. Lo introduce completico, y siente lo calientico que esta por dentro su culito. Freddy se puso de pie, le talla el paquete, y le acaricia todo el cuerpo.
Bajando el cierre del pantalón, se saca el güevo templado. Se lo pajea un momento, luego se escupe en la mano y se ensaliva la cabeza. Lo apoya al culo, y dejando ir, ve como todos sus centímetros son tragados. Canelita no dejaba de apretar, y de sentir como pulsa esa verga adentro.
Entretenidos en un vaivén salvaje. El sonido del galope, se unía al aroma y quejido de ambos. Disfrutaba Freddy como clavaba y prensaba a Canelita. Ella se sentía toda una hembra, chillaba como una misma, y su culo se corría como una misma cuca…
¡Que bolas tienes tú! —los sorprende Yajaira.
Ambos quedaron inertes, rápido Canelita se acomoda la falda y Freddy aun con el güevo erecto, intenta en vano, guardarlo de nuevo en su calzón.
Yo sabía que te la estaba cogiendo ¡Que sádico eres! ¿Desde cuándo te la estás pegando? —era primera vez que Yajaira se dirigía a su hijo como una hija, luego la ve a ella y sigue hablando—
Que puta eres tú —lo dice con mucha serenidad— ¿Con el marido de tu propia madre? Y de paso en mi casa ¡que descaro de ambos!
Tranquila Yajaira por favor ¡no vayas a decir nada! —le dice Freddy.
¿Qué no diga qué? ¡Que tú eres marico también! ¡Coge marico!
Todo sucedió tan rápido, con esa serenidad engaño a ambos. Había un cuchillo en el mesón, —que antes no se había visto ahí—. Lo clava en el abdomen de Freddy, lo presiona hasta enterrarlo mucho más. El hombre cogido por sorpresa, tan solo espabila los ojos y se lleva la mano al pecho y luego cae al suelo. En el piso de la cocina se desangra, todo. Canelita asustada, se llevaba las manos a la cabeza y decía repetidamente; — ¡Que hiciste mamá! Que hiciste…
…Él dice que me quiere
(Ella dice que me quiere)
Que sin mi amor se muere
(Que sin mi amor se muere)
Oh oh cielo gracias a la vida por tenerte…
La misma expresión de miedo que tiene ahora misma, fue la que puso después de haber asesinado a Freddy. Le doy un abrazo fuerte y mis ojos se ponen aguados. Luego le digo…
Tranquila mamá. Yo jamás te hubiera denunciado, más aun habiéndote ya ayudado a sacarlo… tenemos que agradecer, ¿sabes a quién? —Nos separamos y nos vemos a los ojos—
¿A quién hija?
A la justicia de este país mamá… ¡Nunca ha servido! Ni el pasado, ni hoy tampoco.
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