Vida De Pueblo (Tercera Parte)
Un relato más sobre mis inicios en el vouyerismo y también como exhibicionista.
De nuevo contándoles una vez más mis experiencias en el pueblo. Como conté en mis relatos anteriores Vida De Pueblo. Ya estaba en la edad donde el morbo se apoderaba de mí y veía a la gente de manera morbosa. Los que leyeron mis historias saben que todo comenzó por la familia de mi mejor amigo. Al hermano mayor Alex lo había visto varias veces desnudo y me faltaba ver a Felipe y a Kari. Cosa que pronto iba a suceder. Aprovechando la libertad que me dieron mis abuelos, empecé a salir más y más. Fui un Domingo a casa de Felipe, era como medio día. Él se encontraba afuera jugando con unos juguetes, me ve llegar y me invitó a jugar. Su papá había ido con Alex a trabajar y su mamá se encontraba durmiendo. Mientras jugábamos, Kari salió al patio a saludar, llevaba un vestido rosado algo corto. Se acerco a nosotros y también se puso a jugar. Se acostó en el suelo y note que no llevaba ropa interior. Solo el puro vestido, podía ver un poco sus nalguitas. Mi corazón empezó a acelerarse, finalmente pude verle algo de lo que quería ver, pero obviamente quería ver más. No aguantaba las ganas de verle todo ahí abajo, así que le dije a Felipe que jugáramos a las escondidas, ella también quiso jugar. Pedí a Felipe contará primero hasta cien, mientras Kari y yo nos escondíamos. Le dije que me siguiera y corrimos hasta el monte que había cerca de su casa. Mi mente solo pensaba en alzar su vestido y ver sus partes. No quería verme como un enfermo y hacerlo así como así, por lo que le dije que un bicho caminaba por sus piernas, se puso nerviosa y me dijo que se lo quite. Sin más levante su vestido y ahí estaban esas bellas nalgas redonditas delante de mí. Esta vez me aventure a más y se las toque con el pretexto de quitarle el supuesto bicho. Al sentir como mi mano tocaban aquellas nalgas, la excitación en mí era inmensa. Aproveche más para voltearla y mirarle su parte intima delantera. Era bella, una pequeña vagina de aquella pequeña. No abuse más y le baje el vestido diciendo que ya se lo había quitado. Ella muy linda me dijo gracias y me dio un abrazo. No podía con mi pene que quería estallar en aquel momento. Ese día al llegar a casa me masturbe recordando a la pequeña Kari.
Ya había logrado mi objetivo de ver a Kari, solo faltaba Felipe. No entendí porque al ser mi mejor amigo se me complicaba tanto, ni siquiera lo había visto en ropa interior, como a sus hermanos. Me informo mi abuelo que volvería a la ciudad para estudiar la secundaría, así que me quedaban pocos meses para estar en el pueblo. Quería aprovechar ese tiempo para ver todo lo que pudiera. No podía irme sin ver a Felipe desnudo. Llegaron mis tíos de la ciudad junto con mi primo Abraham de catorce años. Él y yo nunca nos llevamos bien, era muy presumido y al tener esa edad se creía mucho más. Odiaba el pueblo y solo se la pasaba quejándose y pidiendo que ya se fueran lo más pronto posible. También llego mi prima Estefy. Tenía dieciocho años. Me gustaba mi prima cuando era un niño. Era la mujer más bella que había visto en mi niñez. Ellos se quedaron en la casa que tenía mi tío en el pueblo. Habían ido a remodelarla porque mi tío la quería rentar. Estefy entro a bañarse, porque no le gustaba bañarse en la casa de ellos, ya que no tenían aun baño. La primera vez que entro a hacerlo, no pude resistirme y la espíe. Tenía bello pubico en abundancia en su vagina y unos senos pequeños pero lindos que me dejaron anodadado al verles. Lamentablemente me hablaron aquella vez y no pude ver más. Pienso que mi abuelo se dio cuenta y cada vez que ella iba a la casa a bañarse, me ponía hacer alguna actividad. Le conté a mis compañeros de escuela sobre mi prima. Todos tenían ansías de verla. Felipe era uno de los más interesados en verla. Le inventé que la había visto masturbarse y que a ella le gustaba que la viera. Eso aumento más sus ganas. Invite a Felipe un día cuando la familia se reunió. Lo trataron normal, a excepción de Abraham quien ni se intereso en saludarle. Estefy era muy coqueta con él. Felipe se enamoro de mi prima. Yo nunca había pensado más allá de cosas con mi prima, hasta que mi mejor amigo me sugirió robar un calzón de ella. Me sorprendió saber que mi amigo el que parecía el más inexperto de los dos, tuviera esa iniciativa. Así que un día mientras todos convivían en la mesa, entre al baño, busque en la ropa sucia y tome un calzón de mi prima. Era rosado sin marcas ni nada. Un calzón de mujer y no de niña. Lo lleve a mi cara y olía delicioso. Imaginaba a Estefy con él puesto y me excitaba. Me masturbe varias veces oliendo aquel calzón.
Le dije a Felipe que tenía el calzón, y lo invite un día a mi casa para mostrárselo. Eran fiestas del pueblo en donde hacían novenas y rezos durante varios días seguidos. Me obligaban a ir, pero me las ingenie para faltar una tarde. Mis abuelos se iban siempre a la misma hora y demoraban como tres o cuatro horas en llegar. Ese día en la escuela, había quedado con Felipe que fuera a mi casa a la hora que mis abuelos se fueran. Cuando ellos se fueron, enseguida me desnude. Me gustaba estar desnudo al estar solo y la temporada de calor en el pueblo, era inmensa. Se me ocurrió que si Felipe me viera desnudo, tal vez el igual se anime a hacerlo. Me quede en la sala viendo televisión, esperando que llegará. Tenía muchas ansias de que me viera así. Cuando suena la puerta me puse nervioso. Con todo y mis nervios camine hasta la puerta y le abrí. Y ahí estaba yo, sin ninguna prenda frente a mi mejor amigo. Lo primero que hizo fue reírse y me pregunto si me iba a bañar. Le respondí que solo tenía calor. Lo invite a pasar y cerré la puerta para que los vecinos no vieran. Me pregunto si me iba a vestir y le dije que no. Me miraba con algo de pena, apuesto que nunca pensó verme así. Antes de mostrarle el calzón de Estefy le dije que también se desnudará para estar cómodo con tanto calor. Dijo que estaba bien así, pero le insistí y le dije que si no lo hacía, no sacaría el calzón de donde lo guardaba. Se veía algo apenado pero lo hizo, se desnudo completamente ante mí. Su pene era similar al mío, no tan grande. Los comparamos y ganaba por unas pulgadas. La pena se desvaneció enseguida, estábamos los dos desnudos en la casa. Fuimos a mi habitación, saque el calzón de mi prima y se lo di para que lo oliera, dijo «Que olía rico». Al igual que yo, se lo ponía en la cara y simulaba chuparlo. Nos reímos como tontos. Ambos disfrutamos de estar desnudos el uno con el otro. Jugamos y estuvimos hablando de nuestros cuerpos durante horas. Me mostró como se le ponía dura y yo le mostré mi pene erecto, también. Nos hicimos una chaqueta juntos y luego nos metimos a la pileta de agua para bañarnos juntos. Me divertí mucho con Felipe ese día, no hubo morbo, sino más bien una amistad pura. Me agrado compartir con él esa intimidad, que por vez primera me había masturbado delante de alguien. Cuando escuchamos a mis abuelos llegar, rápidamente nos vestimos. Nos causo vértigo que nos descubrieran desnudos. Se fue, no sin antes pedirme el calzón de Estefy como regalo. Le prometí robar otro y se lo daría. Resignado acepto y partió a su casa.
Yo había desarrollado una obsesión con mi prima. pensaba en ella diario desde que estuvo en el pueblo, tomaba su ropa interior y me la ponía en la cara para masturbarme. Las devolvía siempre al cesto de ropa sucia antes que alguien se enterará. Ella solo iba a la casa a bañarse y a almorzar, luego se retiraba a un estudio bíblico con mi abuela. Casi no se quejaba del pueblo como mi primo, pero se notaba incomoda en aquel lugar. Felipe y yo empezamos a hablar de como sería coger con ella. Fue la persona que nos hizo querer explorar las relaciones sexuales. Esos días eran muy calurosos, tan caliente como nuestras mentes pubertas. En la escuela estaba el apogeo de hormonas hablando de sexo entre los varones del grupo. Un día lleve los calzones de Estefy a la escuela y causo furor ese acto. Algunos chicos, Felipe y yo fuimos lejos de la escuela, a un monte para masturbarnos, mientras cada uno se pasaba el calzón y se venía en él. Fue mi primera paja grupal. De tanto éxtasis y el miedo de ser descubiertos al escuchar un ruido, dejamos el calzón y no lo volví a encontrar. Pero la experiencia que me hizo tener nunca la olvidaré.
Tuve que tomar otra prenda de ella para guardarla como «mi tesoro». Me anime a espiarla una vez más. Esa vez mi abuelo me atrapo espiándola y me metió una tunda como nunca me habían pegado en mi vida. No pude sentarme por días del dolor de las nalgadas que me dio mi abuelo. El castigo más grande fue que mi prima dejo de ir a bañarse a la casa. Nunca le comentaron nada ni a ella, ni a sus padres. Pero mi abuelo simplemente lo decidió así. Me había quitado mi mayor motivación hablando de lo sexual. Cosa que no le perdone mucho tiempo. Solo me quedaba el recuerdo del agua cayendo sobre sus senos y su vagina. Aun pienso en aquella imagen hasta la fecha y sigue excitándome como aquel día.
Por ahora dejaré hasta aquí. Ya el siguiente relato será sobre mis últimos días en el pueblo. Espero que les estén gustando mis vivencias, a mi me gusta demasiado contarles de ellas. Gracias por su lectura y el animarme a seguir escribiendo sobre esto.
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