El Faro.
Sexo al fin del mundo.
En esos recónditos parajes del sur del planeta, donde solo se atreven los valientes, donde los huracanes son pan de cada día, donde gigantescas naves desafían las fuerzas desencadenadas de la madre naturaleza, donde la fuerza del mar remece los pequeños islotes y roqueríos adyacentes, allí mi esposa y yo habíamos sido destacados en un puesto de observación marítimo de la armada, funcionábamos también como puesto meteorológico con la dotación de equipos apropiados.
Lucía y yo, nos habíamos casado hacía seis meses, por lo tanto, nuestra luna de miel estaba todavía en curso, debido a las inclemencias del tiempo, pasábamos el día encerrados jugando cartas, jugando juegos de computador y follando en cada ocasión que se presentara, tres o cuatro veces en un día.
Llevábamos casi un mes de esta rutina y la pasión comenzaba a calar, conversando con respiro afanoso después de la enésima follada, Lucia dijo que deberíamos pensar en cosas que renueven nuestros deseos y fortalezcan nuestra relación, quizás algo pícaro y sucio que nos haga disfrutar a los dos, yo propuse que me diera su culito, redondito, hermosito, durito y que me hacía soñar, ella estuvo de acuerdo e iniciamos el coito anal, ella al principio sentía dolor y además, habíamos descuidado el aspecto aromático del asunto, el primero lo solucionamos con mayores caricias y lo segundo unos buenos enemas que ella aprendió a disfrutar, me dijo que el agua tibia dentro de sus intestinos le procuraba placer y meterse sus dedos o sentir los míos que la lubricaban también la hacían sentirse caliente y picarona.
Un espléndido día de primavera, con madre natura de buen genio, salimos a disfrutar del sol y la temperatura agradable, caminábamos de la mano por los alrededores de la postación, cuando vimos a nuestro perro “Coke” cerca del garaje del grupo de generadores, estaba echado sobre una tarima de madera, se estaba limpiando una verga que era casi el doble de la mía, note que Lucia juntaba sus muslos y se abrazaba a mí un tanto nerviosa, me estrechaba como con deseos, me giré y la tomé de la cintura, la atraje contra mi cuerpo y su pelvis rotó contra mi polla en erección.
¿Te gusta lo que ves? le dije mirando la polla de Coke … no seas tontito, me respondió … no ves que es un perro … ¡sí! pero mira que cosita tiene ahí … ella giró a mirar y se mordió el labio inferior … me dijo, vámonos a casa … me miraba coqueta y volvía su mirada hacia Coke una y otra vez.
Apenas cruzamos el umbral de nuestra casa, la agarré por detrás, desabroché sus jeans y se los bajé junto con sus calzoncitos a la rodilla, ella colaboraba ensimismada en sus placeres, me ubiqué detrás de ella y la hice doblarse hacia adelante, abrí sus estrechos glúteos e inicié a lamer su ano pequeñito, Lucía gemía y colocando sus manos en sus nalgas abría aún más su culito a mis lamidas, estaba dócil y totalmente entregada a mí, empujaba con fuerza su trasero hacia atrás y rotaba sus caderas, me levanté y liberé la bestia, mi glande comenzó a pasearse entre sus glúteos marmóreos, su esfínter henchido con la cabezota de mi miembro se rendía y daba acceso a su recto, la follé suavemente en un principio, cuando sentí que ella movía su culito contra mi pelvis, le dije … estamos a lo perrito … ¿te gustaría si fuera Coke que te lo metiera hasta el fondo? … ¡ay! Amorcito no digas payasadas … pero te fijaste que polla la de ese perro … ¡uy! Amorcito ya no sigas que me voy a correr … Coke estaría detrás de ti follándote con esa cosa enorme y brillosa … ¡ay! amorcito … ¡no! amorcito … dámelo todo … más fuerte … ahora soy Coke que te está dando con fuerza esa polla gigante, ¿te gusta? … ¡uy! Amorcito … ¡sí! amorcito … dámelo ¡sí! … ¡aaahhh! … dame esa polla gigante ¡sí! … mi esposa temblaba de pies a cabeza y sus nalgas se estrellaban con fuerza en mi pelvis, mi polla no tardó en explotar en sus vísceras que se contraían alrededor de mi pene.
Con un brazo alrededor de su vientre y otro envolviendo sus pechos, la jalaba hacia abajo descargando mi lechita caliente en su coño en ebullición, Lucia tocaba mis manos y gemía con ímpetu, rozaba su mejilla a la mía y movía su culito contra mi verga … ¿te gusto? le pregunté … ¡uy! Amorcito, estuvo muy rico … ¿y te gustaría si fuera Coke? … no seas así amorcito, él es un perro … nunca lo haría conmigo … no lo sabemos, amor, le dije … quizás si te huele aquí en tu chochito, agregué deslizando un dedo en su empapada vagina … ella apretó sus muslos y me dijo … ¡umh! podríamos probar, pero habría que bañarlo, amorcito … yo me encargaré de eso, no te preocupes … ella con voz animosa, me dijo … ¿y cuando mi amor, cuando? … hoy mismo, pero tú me ayudaras, porque afuera está muy frio, tenemos que bañarlo aquí al interior de la casa con agua temperada … Lucia me dio un beso intenso, luego arregló sus vestimentas y se fue al baño, yo hice los mismo y la seguí.
Lucia se encargó de los menesteres de la casa y yo me fui a desempeñar mi rutina diaria, controlé la caseta de la estación meteorológica, luego me fui a escudriñar las aguas entorno a la postación por si había alguna nave en las cercanías, luego me fui a supervisar el cambio de los generadores, esto se produce automáticamente, son tres generadores que funcionan 14 horas al día y se van relevando por un sistema computarizado cada tres días, todo funcionaba perfectamente, volví a la casa y Lucia había cambiado sus vestimentas, ahora vestía unos pantaloncitos de yoga incrustados en los cachetes de su trasero y viendo cómo se cimbraban sus pechos bajo ese polerón, adiviné que no estaba portando sujetador, vine detrás de ella y tomé sus apetitosos pechos en mis manos y mordisqueé su cuello, ella lanzo un gemido y movió sus glúteos en mi regazo.
Amorcito, le dije … después de almuerzo podríamos bañar a Coke ¿te parece? … ¡oh! si tesoro, por eso me cambié de ropa, te quiero cooperar … la besé y mordisqueé el lóbulo de su oreja y después me fui a escribir mí bitácora.
Almorzamos una comida exquisita, mi mujer es muy buena cocinera, hicimos un poco de sobremesa, nos servimos un poco de “limoncello” hecho por mi esposa, luego nos preparamos para lavar a nuestra mascota.
Salí de la casa y llamé a Coke, vino corriendo y meneando su cola, lo llevé dentro de la casa, Lucia se encontraba ya en el baño, me sorprendió un poco encontrarla completamente desnuda, era inclinada probando la temperatura del agua, sus opulentas tetas se balanceaban provocantes, tomé a Coke y lo metí en la bañera, trató de escapar porque al parecer nunca lo habían bañado, cosa que nos causó un ataque de risa a ambos, pero finalmente se rindió sintiendo el agua tibia sobre su pelaje negruzco, nos miraba muy contento, Coke es una mezcla de labrador, es muy amigable y excelente guardián, cada vez que hay alguna luz sobre el oleaje oceánico, Coke se desvive ladrando para avisar.
Me desvestí ahí mismo en el baño y me metí a la tina, Coke no resistía el estar mojado, así que se sacudía repetidamente mojando tanto a mí como a Lucia, el agua chorreaba de sus tetas colgantes, mis manos iban de Coke a ella y de ella a Coke, es tan linda mi mujer, Lucia me pasó la ducha teléfono y procedió a enjabonar con shampo el pelaje de ébano de nuestro perro, sus manos recorrían su lomo y esparcían espuma por todas partes, yo le dije que lavara sus flancos y su barriguita, el agua salía fangosa y sucia.
Las manos de mi mujer se perdieron bajo la panza de Coke y de pronto su boca y sus ojos se abrieron en sorpresa, divertida y excitada, mi esposa refregaba el miembro de Coke enérgicamente, primero para dejarlo limpio y segundo para satisfacer su deseo de tocar esa verga gigantesca, Lucia se versó más shampo en su mano y continuó a masajear la pija de Coke, mi pene estaba duro como el acero viendo a mi señora con una pija ajena en sus manos, me agaché para mirar y ¡oh! había una polla que colgaba de la barriga de Coke y la mano de Lucia la tenía aferrada con desenvoltura.
Lucia estaba en cuclillas, me acerqué a ella y metí mi mano entre sus nalgas y masajeé el pequeño orificio de su culo, ella se giró y me dio un beso, ya comenzaba a gemir bastante fuerte, su mirada era la de una niña picarona haciendo una maldad, me excitaba, logré insertar dos dedos en su culito, ella se agacho de rodillas y comenzó a lamer la pija roja de Coke, en esa posición me levanté y empujé mi glande contra su orificio, con cierta facilidad vencí la estrechez de su esfínter, Lucia arqueó sus espalda y emitió un grito agudo, comencé a introducir mi verga en su ajustado recto que me causaba un placer inaudito, Lucia gemía casi desesperada.
Teniéndola empalada en mi verga, Lucia se levantó, y yo aproveché de sentarme al borde de la bañera, Coke acerco su hocico al chocho de mi esposa que estaba con sus piernas abiertas, luego de olerlo comenzó a lamer sus intimidades con cierta timidez, cosa que luego de probar sus jugos vaginales, se acomodó para insertar su lengua al interno del coño de mi esposa que había enloquecido al sentir mi verga en lo profundo de su recto y la lengua resbalosa de Coke en lo más hondo de su chuchita.
Lucia se estremecía y daba pequeños brincos sentada con mi falo en lo más profundo de su culo, Coke incesantemente lamía su coño hirviente, ella gritaba y brincaba y movía sus caderas follando mi miembro con el anillo de su esfínter, estaba totalmente poseída por la lujuria del momento, ella bombeaba mi pene con su trasero incansable, separaba más sus muslos para permitir a Coke de lamerla por todas partes, de pronto con un grito lujurioso y lascivo ella se corrió y comenzó a convulsionar violentamente, agarraba sus nalgas y se ensartaba aún más en mi pene que resbalaba al interior de su intestino.
Con violencia inaudita, los chorros de semen comenzaron a ser expelidos por la ranura de mi glande causándome un placer casi doloroso, mis cojones hervían y mi lechita caliente llenaba su culo, Lucia gritaba como una perra en celo sintiendo los lengüetazos de Coke contra su chocho en medio de sus muslos abiertos de par en par, cada lengüetazo le producía un temblor, su cuerpo entero estaba entregado al paroxismo de mi pene en su trasero y al órgano lingual de Coke sobre sus labios mayores y su hinchado clítoris.
Se desvaneció como una muñeca de trapo en mis brazos, la sujeté del vientre mientras deslizaba mi flácido pene de entre sus posaderas, sus piernas se habían derrumbado dentro la bañera y en algún modo protegían su sexo palpitante, Coke intentaba alcanzar la fuente de sus deseos y lengüeteaba sus muslos, pero el chocho de mi esposa restaba fuera del alcance del hechizo de su lengua.
Coke desistió y en algún modo comprendió que debía dar una oportunidad de recuperarse a su ama Lucia, se sentó en el extremo de la vasca y miraba con una cara casi divertida el espectáculo de furia sexual que había desencadenado segundos antes, la mitad de su pija restaba fuera de su funda, Lucia yacía sentada en mi regazo, buscaba la protección de mis brazos, mis manos acariciaban sus pezones endurecidos por la actividad sexual, su respiración se mantenía afanosa, y su rostro estaba escondido en mi cuello, como no queriendo enfrentar la situación de haberse corrido con la lengua de Coke.
Amorcito, dijo ella … ha sido fantástico ¿verdad? … ¿te ha gustado? le pregunte … levanto su cara y me fijo con sus ojos verde mar … amorcito … lo quiero en mi chocho, me dijo … luego se dio vuelta hacia Coke, percatándose de la enorme pija que aún asomaba de su vaina peluda … apuntando con su dedito como una niña malcriada … eso … lo quiero todo dentro de mi … su dedo apuntaba a la rosada y azulina verga que había casi desaparecido en su estuche canino … la besé apasionadamente, ella me correspondió de la misma manera abriendo sus muslos y acariciando mi pene entre sus muslos.
Secamos con varias toallas a Coke y Lucia se lo llevo sobre la cama, sus senos bamboleaban en libertad desafiando la fuerza de gravedad, sus labios carnosos lucían seductores y frescos de lápiz labial, agachada secando las patas de Coke su culo a forma de corazón, llenaba de sensualidad toda la escena, sus pezones casi rozaban la cubierta del lecho, tan irresistible escenario hizo que mi polla se endureciera nuevamente.
Inclinada a secar a nuestra mascota, ella noto la puntita rosada de su pene y no dudo ni un instante en comenzar a dar golpecitos con su lengua a tan preciado órgano, Coke como un monarca que está siendo servido por su sierva, restaba sentado estoico con la mitad de su lengua afuera de su hocico y su respirar jadeante en espera de que su perra lo metiera al punto justo.
Poco a poco la verga salía y crecía, Lucia estaba emocionada ante el poder de su lengua y sus labios, su boca redonda se había cerrado alrededor de esa carne caliente y la chupaba con ardor, yo me había situado detrás de ella a lamer su coño rebosante de fluidos exquisitos, éramos tres seres provocándonos placer, sus redondos glúteos me fascinaban y separando sus nalgas inserté mi lengua en su orificio anal, después me arrodillé y ataque su chuchita desguarnecida, separé sus muslos para ahondar mi lengua en ese capullo en flor y abierto a mis embates, Lucia gemía y rotaba sus caderas en complacencia.
Coke se había alzado y follaba la mano de Lucia que mantenía férreamente su verga punzante, ella se giró a mirarme y subiendo a la cama beso mi rostro empapado de sus néctares vaginales, paso su lengua por mis mejillas saboreándose a si misma, Coke meneaba su cola y buscaba el chochito de ella, mi esposa se coloco arrodillada y apoyo sus codos en las toallas colocadas sobre la cama, los primeros largos y profundos lengüetazos de Coke la hicieron chillar y encorvar su espalda, mientras sus manos arañaban las toallas.
Coke giraba en torno a ella un poco despistado, esta era su primera perrita humana y no sabía cómo montarla, lo tomé de su collar y lo ubiqué en el lugar apropiado, luego lo hice montarla, de ahí en adelante madre natura se encargo de todo, el fuerte grito de Lucia me dio a entender de haber sido penetrada, me agaché detrás de Coke y vi el momento justo en que una bola blanca, mucho mas grande que un huevo, se deslizaba al interior de su vagina, ella grito otro par de veces, luego acepto toda su verga y comenzó a convulsionar como una loca, pero no intentaba escapar, empujaba con su chocho hacia atrás mientras Coke la martillaba velozmente con su arnés.
Lucia tenia sus ojos cerrados y sus manos agarraban las toallas con fuerza, había abierto sus rodillas para que esa polla enorme la perforase sin barreras, Coke detuvo su frenesí y se calmó, solo sus cuartos traseros se movían ligeramente bombeando semen dentro la vagina de mi esposa, ¡uuugghh! … ¡uuuhhgg! … eran los sonidos emitidos por mi mujer a cada chorro caliente de esperma que recibían sus paredes vaginales.
Me arrodillé frente a ella y acaricié sus cabellos húmedos, Lucia abrió sus ojos y se encontró con mi pija de frente, abrió su boca e inicio una mamada natural, Coke se giró pasando una pata sobre su culo y quedaron abotonados, trasero con trasero, no tardé mucho en acabar en su boca, la escena ante mis ojos era demasiado perturbadora y sexualmente caliente.
Lucia restaba pegada al perro, gemía y esperaba descansando con su rostro sobre la cama, a momento se alzaba gemía y convulsionaba en otro orgasmo más, cerca de veinte minutos pasaron antes que con un sonoro “floosch” el miembro de Coke resbalara fuera de su chocho, un caudal de líquido acuoso se versó sobre las toallas, ella comenzó a secar esa mezcla de semen y fluidos vaginales, pero debilitada sus fuerzas, se derrumbó con unas toallas entre sus muslos.
Me di cuenta de que estaba adormecida, así que la cubrí con un chal y unas mantas, Coke se había retirado a los pies de la cama a lengüetear su propio sexo, el hermoso rostro de Lucia resplandecía con una paz interior envidiable de mujer satisfecha.
Durmió casi dos horas en la misma posición, luego abrió sus ojos y quiso saber la hora, le dije lo que señaba el reloj de pared y dijo estoy sedienta, le serví una taza de café y ella lo agradeció con un beso en mis manos, me dijo … no te vayas a enojar, pero el mejor sexo de mi vida me lo acaba de dar ese animal … se giró buscando a Coke … pero la informé que lo había dejado salir … porque no estaba habituado a estar dentro la casa … prométeme que lo iras a buscar cada vez que yo te lo pida, me dijo … amorcito hermoso, no tengo nada que prometerte … también yo disfrute de todo … si quieres voy ahora mismo a buscártelo … ¡no! me dijo, ahora no, estoy exhausta y no resistiría otra follada de esas, la acompañe al baño y nos duchamos juntos.
Cenamos bastante tarde, Lucia abrió una lata de carne y llamó a Coke, le ofreció una escudilla llena de carne que él procedió a devorar mientras su ama acariciaba su cabeza, había un sentido de adoración y sumisión ante ese animal, mi esposa se estaba enamorando de ese perro y eso no me causaba ningún celo, es más me alegraba porque de seguro que tendríamos otras ocasiones para que ella nos hiciera disfrutar a mí y a él.
Me he pajeado con este relato