Mi perro y yo Segunda y ultima parte
Una ama de casa por curiosidad mantiene contacto sexual con su perro, al que se va volviendo adicta…
Pero como todo lo bueno se acaba, mi relación con mi perro terminó, y no fue por decisión mía o de él, sino por decisión de mi marido.
Como les dije, yo me había vuelto una adicta a su verga, y llegó el punto en que al principio de manera aislada me encantaba hacerlo en las noches sin luna, ya que mi marido tenía el sueño pesado, yo me levantaba con la excusa de ver a mi pequeño hijo si mi esposo se despertaba, lo que en parte era cierto.
Pero al salir de la habitación de mi nena, me iba corriendo al patio, y mantenía una corta pero ardiente sesión con mi amante de cuatro patas, una noche al regresar a la cama mi esposo se despertó, y para sorpresa mía quiso hacer el amor conmigo, yo me encontraba sudada, y toda pegajosa dentro de mi vulva ya que no había tenido tiempo de lavarme, pero él estaba tan excitado que accedí a su reclamo, que de paso fue de lo más divino, en tono de broma mientras me lo metía y sacaba me dijo que olía a perro, y que si le dejaba que me lamiera el coño, su intención era realmente que yo se lo mamase a él, pero por experiencias previas él sabía que para que hiciera eso él debía mamarme el coño a mí.
Cuando luego de un sabroso orgasmo, producido por la boca de mi marido mientras me chupaba mi clítoris de manera desesperada, me insinuó que, si me dejaba que él mediera por el culo, y francamente no tuve el valor de negarme.
Por lo que luego de ponerme algo de vaselina, mi marido me penetró sabrosamente, la diferencia con mi perro es que el de mi marido es mucho más grande, y que él me hundió sus dedos dentro de mi coño cosa que mi amante de cuatro patas desde luego no puede hacer.
Al terminar, me di una buena ducha, me aseé debidamente, y dormí como una reina. Esa noche no se dio cuenta de lo ocurrido, pero poco a poco ya yo no tenía control sobre mi necesidad de tener sexo con mi can, por lo que mis visitas nocturnas se fueron acortando, es decir ya no me satisfacía hacerlo una vez al mes de noche, sino que comencé a hacerlo una vez por semana, y luego casi a diario.
Por otra parte, la duración durante el acto yo procuraba irlas alargando, ya no me conformaba con una corta y ardiente sesión, sino que por lo contrario procuraba alargarla al máximo. Hasta que como era de esperar mi marido se dio cuenta de mi problema, sencillamente me agarró con las manos en la masa, para serles más descriptiva, me agarró completamente desnuda en medio del patio y con mi perro terminando de follarme sabrosamente.
Al verlo me sentí morir de vergüenza, su rostro reflejaba incredulidad de lo que sus ojos veían, cuando se retiró del patio, temí que fuera por su arma y lo matase, el pobre sencillamente no tenía la culpa de lo que pasaba.
Apenas me pude zafar de su verga, entré a la casa, donde mi esposo me espera sentado, su arma la tenía sobre la mesa, pero luego que entré me dijo, no vamos a discutir el perro se va, y tu ingresas a un Centro de Salud Mental, hasta que recuperes la cordura, debido a como me encontraba completamente desnuda, sudada, hedionda a perro y chorreando el semen chorreando entre mis piernas, no me atreví a decir ni una sola palabra.
Por lo menos me permitió que al día siguiente llamase al veterinario, y le pidiera que le buscase de manera urgente un nuevo hogar a mi perro.
Por cosas de la vida, se acuerdan de la señora gorda del chihuahua, según me comentó la ayudante del Doctor, al parecer la señora dormía con el pobre perrito, pero una noche lo aplastó, y no se dio cuenta hasta que lo encontró muerto bajo de ella, ese mismo día le entregué con todo el dolor de mi alma, lo único que le dije que era demasiado cariñoso, y confianzudo.
Ese mismo día, pero ya en la tarde me interné, por unas cuantas semanas en el Centro de Salud Mental al que mi esposo me llevó, ahí estuve hasta que mi ansiedad desapareció, claro que tuve que tomar mucha medicación, participar de terapias de grupo, como individuales.
Lo que en principio me costó demasiado, ya que la vergüenza de que se enterasen de que me acostaba con mi perro no me dejaba hablar, y por lo visto tampoco escuchar, ya que luego de varias sesiones me di cuenta de que no era la única persona con lo que denominan aberraciones sexuales.
Solo que estaba encerrada en mi mundo, y no los escuchaba, hasta que un día una linda jovencita, de cómo unos diecisiete o dieciocho años, le narró al grupo que se encontraba ingresada, porque le gustaba que su perro le lamiera el coño, cuando la escuché me di cuenta que no era la única, luego un hombre habló de sus relaciones con las cabras, y otra mujer de cómo treinta años describió claramente la relación que mantenía con su perro, hasta que a este lo atropelló un auto.
Hoy en día ocasionalmente, me comunicó con la señora gorda, por aquello de saber cómo se encuentra, y por lo alegre de su manera de hablar entiendo que lo quiere mucho, él sabe cómo ganarse el corazón de cualquier persona.
Mientras que yo aprendí con mis compañeros de terapia, que hay otras formas, menos arriesgadas, de pasar un buen rato.
Buen relato caliente. Me tuve que masturbar.