Mi Padrastro y las Tres marcas
Un relato único, con el que anhelo conmover profundamente y reflejar el anhelo de tantos que enfrentan limitaciones sexuales en un mundo que no siempre los comprende..
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Un relato único, con el que anhelo conmover profundamente y reflejar el anhelo de tantos que enfrentan limitaciones sexuales en un mundo que no siempre los comprende..
En los vestidores, me puse una pantaloneta de jean sin ropa interior, sintiendo la tela áspera contra mi piel. Luego, salí y busqué a la chica que me había prestado la toalla. Al encontrarla, se la devolví con una sonrisa agradecida, acompañado de una disculpa sincera por las molestias que le había .
Bajo un cielo teñido de tonos amarillos, el día comenzaba de nuevo. Asher avanzó con paso firme, sintiendo en el aire lo desconocido. No era la primera vez despertaba de esta manera. Su pene aún goteaba semen cuando Asher exhaló con calma, observando los cuerpos dormidos a su alrededor. No sentía cu.
Siempre fui directo con las mujeres, sin rodeos ni dulzuras innecesarias. Mi rudeza nunca significó falta de educación; al contrario, mi manera de hablar, mi cultura y mi seguridad parecían despertar un interés especial en ellas. Supongo que mi físico también ayudaba..
Julián, un joven bogotano de 27 años, decide darle un giro a su vida. Luego de años trabajando en una oficina de contabilidad, siente que su rutina lo está agotando. Con los ahorros que ha acumulado, se inscribe en un diplomado de gastronomía, un sueño que ha tenido desde niño pero que siempre dejó.
Éramos una familia común, de esas que no llaman la atención. Nuestra vida transcurría en calma, entre la rutina del trabajo, las tareas del hogar y los momentos compartidos. Nunca imaginé que algo tan simple como la presencia de un vigilante en nuestro edificio pudiera cambiarlo todo. Pero lo hizo, .
Nunca imaginé que aquel acuerdo cambiaría mi vida. Todo comenzó una tarde de lluvia, cuando el sonido de las gotas golpeando el vidrio de mi oficina era interrumpido por el golpeteo insistente de unos nudillos en la puerta..
Papá y tía siempre discutían por cosas pequeñas, pero aquella tarde todo cambió. En la mesa del comedor, entre tazas de café frío y miradas tensas, un secreto largamente guardado salió a la luz..
Héctor conoció a Andrés en la universidad, durante su primer año de medicina. El primer día de clases, entre el bullicio de los nuevos estudiantes y el peso de los libros recién comprados.
El último día de la guerra amaneció con un cielo gris y denso. El eco de los bombardeos aún vibraba en las calles de Bogotá, ahora convertidas en ruinas. Entre los escombros, había un grupo de niños, asustados. Rodeados de piedras y su instinto de supervivencia..