Negros de buen corazón y buena verga VII
Tomándome con sus dos manos, empujó su pelvis hasta hacerme tragar toda su verga de golpe, mi garganta se estiró disfrutando del calor que impregnaba mi boca, miré con adoración el cuerpo tonificado de mi padre apretando mis labios en su polla, le escuché gemir de gusto.