Anécdota de una hermandad incestuosa
Mi hermano tenía los músculos tensos mientras bombeaba su verga con una mano, la otra la llevaba a sus pezones los cuales enrojecieron con cada pellizco que daba..
Mi hermano Rodrigo era un hombre alto de 25 años, su cabello largo en rulos y su forma sería de hablar era su mayor atractivo. Desde jóvenes fuimos cercanos, siempre cuidandonos entre nosotros, sin embargo cuando lo descubrí masturbándose en la cocina, nuestra relación tomó un giro inesperado.
Eran las 10 de la noche de un día sábado, mis padres ya estaban dormidos y yo tenía hambre, era costumbre que dejarán la comida de la cena en el refrigerador para recalentar en el desayuno, por tanto aproveche la hora para salir de mi cuarto a tomar un bocado.
Baje las escaleras y cruce el pasillo hacia la cocina, la cual tenía la luz encendida, era normal que estuviera así toda la noche, después de todo el unico baño estaba cruzando el lugar.
Me detuve en seco cuando escuche ruidos provenir de la cocina, sigilosamente me acerque viendo por la rendija entre la entrada y la puerta la curvatura del cuerpo de mi hermano estirarse, tenía los músculos tensos mientras bombeaba su verga con una mano, la otra la llevaba a sus pezones los cuales enrojecieron con cada pellizco que daba.
Sus ojos estaban cerrados y tenía la respiración entrecortada, mi boca se secó admirando como aquel cuerpo se estiraba, mi hermano dejo salir un suspiro antes de abrir los ojos, incapaz de esconderme a tiempo Rodrigo se dió la vuelta notando donde estaba.
«¿Qué haces aquí?» Preguntó molesto subiendose el short rápido, levanté mis manos temblorosas y sonreí forzado.
«Tenía hambre y acabo de llegar, juro que no vi nada» explique con la voz entrecortada, caminando hacia mi con su figura alta me intimido con su mirada, luego golpeó mi hombro pasando de largo de mi.
«Más te vale» gruñó subiendo las escaleras, cerré los ojos dejando escapar un suspiro de alivio.
Luego mi cuerpo se sintió febril mientras las imágenes de aquella verga larga y morcillosa cruzaban por mi mente, mi hombría se levantó provocando que sonriera.
«Es la primera vez que veo algo así, me gustaría volver a experimentarlo» susurré dándome la vuelta, el hambre había sido reemplazada por un deseo incontrolable.
Subí las escaleras en busca del cuarto de mi hermano, al entrar lo encontré acostado escuchando música con audífonos, me miró con una ceja levantada.
«¿Qué quieres?» Pregunto cortante.
Agarre valor y trate de no tartamudear al hablar.
«¿Puedo ver tu verga de nuevo?» Consulte nervioso, mi cuerpo temblaba mientras sus ojos inquisidores me vieron, un rastro de duda cruzó su iris.
«No ¿Porqué?» Cuestionó molesto.
«Me gusto, jamás había visto una verga como la tuya, por favor, prometo no decirle a nadie» insistí con el deseo cubriendo mi mirada.
Lo que dije había surtido efecto, se quedó en silencio un momento antes de asentir.
«Esta bien, pero vamos al baño, no quiero ensuciar mis sábanas» dijo quitándose los audífonos, antes de salir se quitó la camisa exponiendo su cuerpo tonificado.
Rápido llegamos al baño y cerramos la puerta, sin peros mi hermano se bajó el short sacando su pene dormido, le mire a los ojos mientras acercaba mi mano a su entrepierna.
«¿Puedo tocarla?»Consulte, el asintió masturbando un poco la carne, mis dedos envolvieron su hombría sintiendo el calor emanar de esta, acaricie la textura tersa antes de sentir el contorno de sus venas, estiré el prepucio exponiendo un glande rosado el cual iba creciendo por la acumulación de sangre.
Teniendo la verga erecta masturbe su hombría con una facinacion asfixiante, el deseo había secado mis labios, me costaba tragar y mi lengua palpitaba al imaginar a que sabría aquel pedazo de carne.
«Pruebalo» me dijo forzandole a agacharme, mi hermano sonrió agarrando mi cabeza y empujándola hacia su verga, me obligó a abrir la boca antes de meterme de una embestida su polla.
«Chupa y no soples» explicó acariciando mi cabello, hice lo pedido fácilmente.
«Esconde los dientes y apreta los labios» Demando gruñendo, seguí sus indicaciones disfrutando del contacto, el sabor de su prepucio era salado, mi lengua llegó hasta sus bolas lo cual me permitió percibir un leve toque agrio, como de sudor seco.
Mire hacia arriba notando el rostro de placer de mi hermano, sus ojos estaban cerrados, tenía los labios apretados y las cejas fruncidas, debido a la altura se veía como un titán sometiéndome, el rostro extasiado era tan estoico que provocó una palpitación dolorosa en mi erección, la cual apreté para relajarme.
Deje que sus manos experimentadas controlarán la velocidad de las penetraciones, mis labios se acostumbraron al roce de su carne y mi lengua había probado todo los distintos sabores escondidos en su verga.
Sus dedos apretaron mi cabeza antes de hundir toda su hombría en mi boca, sentí arcadas al tener su glande presionando contra mi garganta, trate de soltarme sin éxito, su fuerza era mayor que la mia y al parecer había terminado de estimular su prostata.
Respire hondo cuando me liberaron, la verga húmeda y goteante de mi hermano se mostró mientras mis labios rojos tenían manchas de su presemen, tome unos minutos para recuperar el aliento antes de notar que Rodrigo se había quitado el short quedando totalmente desnudo.
«Date la vuelta» ordenó con la mirada oscura, sus fosas nasales se habían ensanchado y estaba encorvado, su hombría pálpito vigorosamente mientras apuntaba hacia mi, hice lo pedido arrecostandome contra el lavado, sentí sus manos acariciar mis nalgas antes de separarlas con fuerza, acarició mi agujero con su dedo para después empujar su pelvis contra mi trasero.
Su verga erecta se alineó en medio de mis glúteos, hizo unos cuantos movimientos de cadera creando una fricción placentera, luego apunto su glande en mi ano, hizo una leve presión obligando a mis paredes a abrirse.
Evitando que gritara, mi hermano me tapo la boca con una mano, los ruidos de dolor fueron callados mientras sentía como su hombría perforaba mi carne con fuerza, cada cm más grande que el anterior.
Cerré los ojos tratando de ignorar la intrusión de su verga, con la mitad de su hombría adentro mi hermano se inclinó un poco con sus rodillas, luego golpeó con fuerza dejando entrar lo que faltaba, gemi alto al sentirme lleno, el calor que emanaba su polla quemaba la carne de mi ano.
Sin decir ninguna palabra empezó a follarme a ritmo lento, lo único que sé escuchaba en el baño era el sonido de nuestras pieles chocando, mis gemidos y los gruñidos de Rodrigo, su semblante era serio mientras se concentraba en arremeter con su herramienta.
Cada penetracion me sacaba un gemido de dolor, dejo de tapar mi boca y acarició mi espalda mientras aceleraba sus embestidas.
Toda su verga era sacada hasta la punta y luego volvía a introducirse con una cadencia tortuosa, sentirla en su esplendor palpitando era placentero, pero el roce era tal que mi próstata enviaba descargas por toda mi espalda hasta donde sus dedos descansaban.
Ignorando lo que me hacía sentir, mi hermano siguió aumentado la fuerza de sus penetraciones hasta llegar a un ritmo constante, su respiración se volvió pesada mientras nuestros cuerpos se movían al unísono, mi ano se había acostumbrado a ser follado logrando que el placer nublara mi juicio.
Pude captar cada sonido obsceno, desde el sudor chapoteando cuando nuestras pieles se separaban, el golpe de los talones de mi hermano contra el suelo para agarrar impulso, sus uñas arañando mi espalda, su voz grave gimiendo y la respiración forzada que se obligaba a mantener para continuar follandome.
Se detuvo con un impulso doloroso que me hizo pegar mi rostro contra el espejo, mire detrás mío notando el rostro de mi hermano contraerse en una mueca de placer antes de mirar hacia arriba, su cuello tenso se alineó con el resto del cuerpo el cual se contraía en un orgasmo certero, su pelvis vibro antes de sentir el semen inundar mis paredes anales como un bálsamo.
Ambos suspiramos al unísono sintiendo el placer del orgasmo, su semilla caliente cubría las laceraciones causadas por su verga haciendo que no ardieran tanto, además le sirvió como lubricante para sacar su hombría de golpe sin que mis paredes anales lo detuvieran.
Me dejó en el lavamanos mientras encendía la ducha, mojo la parte inferior de su cuerpo limpiando su verga con paciencia, luego tomó su short y salió del baño como si nada.
Consternado y satisfecho sonreí recordando lo que habíamos vivido, jamás imaginé que mi hermano podía tener esa cadencia en el sexo, ni menos que perdería mi virginidad con el, sin embargo quería repetirlo, lo necesitaba.
Continuará…
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