Escuela para aprender a follar V
El profesor Terry había metido sus huevos en mi culo junto a su verga, sonreí encantado besando el pezón izquierdo de mi hombre..
Fui abrazado por la oscuridad del cuarto del maestro Terry, este me llevo a su dormitorio como la vez pasada, estaba nervioso, después de dos días había logrado mi objetivo, Lee, el asiático me había revisado diciendo que estaba listo.
Apenas pude corrí en su búsqueda, estos días mi cuerpo no podía pensar en otra cosa que no fuera el, su físico, su manera de comportar, incluso aquellos gruñidos que soltaba eran placenteros de recordar.
Caí en su colchón sintiendo su cuerpo encima mío, como la vez pasada fue directo a mi cuello, respiro hondo causándome cosquillas, metí mis dedos en su cabello cerrando los párpados, sus labios besaron el contorno de mi piel, lamió la zona antes de sentir el filo de sus dientes, apreté los labios cuando encajo parte de su dentadura en mi, podía percibir comi la sangre se escurría, pero resistí las ganas de gritar.
Aparte de preparar mi culo había investigado todo lo que hacían los maestros de educación física durante el sexo, desde mordidas, movimientos bruscos, agarres fuertes, golpes, todo lo que podrían intentar conmigo lo había estudiado e incluso le pedí a Lee que me ayudara a entrenar.
Sn embargo las mordidas del asiático no eran nada comparadas a las de un adulto como Terry, saboreó la zona antes de mirarme a los ojos, notando mi actitud serena frunció el ceño, un gruñido surgió de su garganta hasta sus labios, parecía querer intimidarme, con una mirada comprensiva toque su rostro rasposo por la barba, observó el gesto un momento antes de levantar mis piernas, de pronto se detuvo.
«¿Te pusiste un plug pequeño?»Cuestióno con voz juguetona acariciando el objeto en mi ano, sonreí asintiendo, su iris hambriento se tornó salvaje, de un gesto saco el juguete tirándolo en la alfombra, luego agarró su verga erecta.
«Veo que no estabas bromeando, me gusta» murmuró en tono ronco, alineando su glande en mi ano supe que debía relajarme, respiré hondo cuando ensarto de una embestida toda su verga en mi, podía notar cada centímetro de esta acaricia mis paredes internas a gran velocidad, su vaivén era rápido mientras su pelvis golpeaba con fuerza mis glúteos.
«Lee tenía razón, después de usar ese plug dos días, no siento dolor» pensé, era capaz de saber que la verga del maestro Terry estaba golpeando mi abdomen, incluso a veces movía el tronco en circulos tratando de expandir mis paredes, algo imposible ya que estás habían sido preparadas antes.
Percatándose que no soltaba ningún grito y solo gemía, la fuerza de las embestidas fue mayor, lo primero que note fue como sus dedos se encajaron en mis caderas, sabía que dejaría moretones, suspiré cuando el calor de su cuerpo cubrió el mío, Terry inclino su cuerpo juntando sus músculos con mi piel, estando tan cerca de mi era sofocante de ver, pero me tome la libertad de tocar cada parte de su cuerpo, delinie sus pectorales hasta jugar con sus pezones, pellisque sus abdominales y metí mis manos en sus axilas, sudor se escurría de ellas con un olor agrio.
Tomándolo por sorpresa metí mi rostro debajo de su antebrazo, chupe los pelos púbicos que había ahí mientras me tragaba todo el líquido que su cuerpo espelia.
«¡Joder niño! ¡Que rico!» gruño el hombre martilleando su hombría en mi ano, mantuve mis labios en aquel lugar oloroso hasta que me quedé sin sudor, por lo que me pase a la otra axila para repetir el proceso.
El maestro Terry parecía una bestia, sus mordiscos se extendieron por todo mi cuerpo, las marcas de dientes eran notables, los moretones tardarían en sanar, incluso había roto mis pezones hasta volverlos sensibles, todo eso mientras disfrutaba de su líquido corporal el cual me ahogaba por la cantidad que sacaba.
Dejando escapar un suspiro mire al hombre corpulento encima mío bombear su verga en mi culo, cada músculo se había tornado rojo contrayéndose en perfecta sincronía para mi deleite, el sudor de sus poros me caía como una lluvia que me hizo delirar, cerré los párpados gimiendo.
«¡Maestro!» dije en voz alta apretando mis dedos alrededor de sus hombros, la bestia en su interior tomó forma, me dio la vuelta de golpe y empujó mi rostro en la almohada, después solo pude gritar de placer.
Desde la base del glande hasta los vellos de sus bolas su verga taladraba hasta lo más hondo de mi culo, cada roce hacia vibrar mis nalgas las cuales se encontraban rojas, líquido presiminal salía de mi ano en cada arremetida, el choque de nuestras pieles era notorio, a pesar de respirar con dificultad busque la manera de tener espacio para que el aire entrará y saliera mientras dejaba a merced del profesor Terry mi cuerpo.
Con cada follada su rostro se contraría, sus labios estaban apretados, sus cejas se juntaron en concentración, incluso su nariz inhalaba y exhalaba con fuerza, todo en el era erótico de ver, en cada gesto, en cada caricia.
Su fuerza física era admirable, podía saber que llevábamos más de una hora en la cama, pero seguía bombeando como al inicio, incluso a mitad de la hora tomó una botella de agua de su mesilla de noche, bebió la mitad de golpe ignorando la sed que tenía, sabía que no me daría, no me importaba, mi mente estaba sumida en el placer de su verga en mi culo.
El siguió penetrandome, marcando su verga en mi estómago, provocando que mis órganos se revolvieran por el movimiento de su pelvis, al principio fue incómodo, sentir como tú estómago se contraía, pero luego logré encontrarle el placer haciendo que cada vez que sucediera gimiera su nombre.
No supe cuántas veces me mordió durante esa hora, pero si podía sentir como las paredes de mi ano se tornaron sensibles, cada roce me sacaba un gemido, su líquido seminal era un oasis en aquella prisión de calor y carne, su cuerpo transpiraba tanto que me había bañado con su sudor, el olor de sus partes íntimas había impregnado tanto mi cuerpo como la cama, el aroma era ácido, agrio, salado y picoso, algo que incrementaba mi libido por el.
Varias veces metí mi cara en su axila solo para respirar mejor su aroma, algo que parecía gustarle, sin embargo durante la segunda hora le escuché murmurar molesto.
«Debo orinar» dijo con la voz ronca, tome su rostro haciendo que me mirara, la forma en que mi iris resplandecía en el calor del sexo pareció encantarle.
«Lleneme de usted maestro, lo quiero todo, incluso sus miados» solicite, su cuerpo se tenso ante mi declaración, pero luego escuche una risa ronca verberar en el cuarto.
«Como quieras pequeño» me dio la vuelta poniéndome bocarriba y sin problemas soltó toda su orina en mi interior, fue un lavado intestinal completo, podía sentir como recorría cada parte de mi ano hasta salir de el, gemi entre el líquido amarillo y el calor de su verga penetrandome aún.
«¿Te gusta mi orina en ti pequeño?» Preguntó morboso, asentí cerrando los párpados, el metió su rostro en mi cuello inhalando con fuerza, junto sus dedos con los míos apretandolos, mis piernas estaban alrededor de su cintura mientras bombeaba su gran calibre en mi, aquella herramienta seguía arremetiendo sin descanso.
Los músculos del adulto se contraían con fuerza, los glúteos parados se apretaban cuando aquellas piernas giraban para meter toda la pelvis en mi trasero, la cama rechinaba mientras sentía como la inercia me mantenía unido a la anatomía de mi hombre, el cual se deleitaba mordiendo mi cuello.
Mire hacia el techo sintiendo todo eso dentro de mi y sonreí, era más de lo que esperaba, el cuerpo de mi maestro encima mío dándome con todo, tener a mi disposición su olor y cualquier líquido que saliera de su cuerpo, la espera había valido la pena, era el indicado.
Cuando el profesor Terry se separó para verme junte mis labios con los suyos, el siguió el beso tomando el mando, metio su lengua hasta el fondo hurgando en mi hasta sacarme el aliento, cerré los párpados entregándome a su boca, mi respiración se tornó errática, pero me obligué a controlarme mientras dejaba que sus belfos se amoldaran con los míos.
Mirando aquel rostro varonil me di cuenta que no dejaba de observarme, parecía satisfecho, su iris hambriento tenía ciertos tintes de cariño, seguimos con el beso hasta que Terry se quedó sin aire, levantó la cabeza al cielo y pegó un grito de júbilo.
«¡Finalmente joder! ¡Esto me encanta pequeño!» vociferó con su voz grave, dejo salir varios gemidos roncos mientras su vaivén de caderas no se detenía, sonreí al espécimen masculino encima mío deleitándome con sus músculos danzantes.
Pronto el profesor volvio juntar sus labios con los míos, nunca dejo de bombear mi culo, parecía que incluso su deseo era mayor ya que las arremetidas se convirtieron en su glande golpeando mi abdomen repetidamente.
Mi piel estaba más roja que nunca, todo mi cuerpo mojado e incluso podía sentir mis extremidades resentidas, solo pude suspirar entendiendo con que bestia me había metido.
«Continua follandome con fuerza, es increíble este hombre» pensé notando sus expresiones, había dejado su cara sería para sonreír en cada arremetida, su nariz hurgaba en mi piel aspirando lo que podía, sus dientes parecían haber perdido filo por la cantidad de veces que me había mordido, sus dedos estaban tatuados en toda mi zona baja, pero a pesar de todo me sentía dichoso, ver su fisionomía dominante deleitarse con mi culo, forzar cada célula de su cuerpo para su disfrute fue lo mejor que pude observar.
«Lo quiero maestro Terry» susurré cerrando los párpados, un gruñido salió de sus labios acercando su rostro al mío.
«No tanto como mi verga te quiere a ti pequeño» comentó, gemi encantado sintiendo como el colchón se movía con mi cuerpo encima, siguiendo el ritmo de las penetraciones.
Escuche al maestro Terry maldecir antes de pegar su cuerpo con el mío en una estocada bestial, mi cara estaba en sus pectorales, la suya en mi cabello, mis piernas se habían enterrado en sus glúteos mientras las suyas se fusionaron con mi entrepierna, un cosquilleo en mi culo llamo mi atención, se sentían como pelos rozando el área.
- Con dificultad mire llevándome una gran sorpresa, el profesor de educación física había metido sus huevos en mi culo junto a su verga, sonreí encantado besando el pezón izquierdo de mi hombre.
Entendiendo su movimiento tosco pude percibir como desde los talones de sus pies hasta su cuero cabello temblaba, la verga en mi interior pálpito llenadose de más sangre y creciendo en grosor, el primer disparo de semen arremetió en mi culo, seguido de este fueron otros.
Pareciendo ametralladora la leche de Terry era disparada en potentes chorros, cada uno lubricando las paredes internas con ímpetu, por cada orgasmo mi maestro gemía, como si tal suceso le fuera doloroso.
«¡Maldita sea! ¡Que rico!» comentó entre gruñidos, me mantuve sereno disfrutando de aquella experiencia, respire su aroma y acaricie sus abdominales con mis dedos.
Sentía como parte de la semilla del hombre salía de mi culo en un recorrido blanco, pero lo ignore notando que en la parte baja de mi ano algo se expandía cada cierto tiempo, eran los testículos de mi maestro, cuando tiraba su leche estos se exprimian como una esponja.
La sola idea de saberlo me hizo gemir, pasado unos minutos sentí como aquella figura hérculea de gran cadencia sacaba su herramienta de golpe, su respiración errática era notable, parecía tener dificultades para hablar, en cambio yo le miraba con una sonrisa encantada.
Su iris hambriento había cambiado, se veía cansado, se acercó con su aliento golpeando mi rostro y me acomodo en la cama.
Pegados de cucharita cerró sus antebrazos en mi abdomen el cual se sentía abultado por la cantidad de semen dentro, pego su nariz a mi oreja y su verga morcillosa acariciaba mis glúteos.
«Duerme pequeño» murmuró con la voz rota, hice caso dejando que su calor me cubriera, pronto nos quedamos dormidos.
Continuará…
Gracias por haber leído hasta aquí.
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Hasta pronto.
wow, disfruté mucho leyéndote