Sexo al descubierto
El glande punzaba ante cada penetración y las venas empujaban la piel del niño para ensancharse más. Los testículos del hombre rebotaban de arriba hacia abajo en cada penetración..
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El glande punzaba ante cada penetración y las venas empujaban la piel del niño para ensancharse más. Los testículos del hombre rebotaban de arriba hacia abajo en cada penetración..
La punta del glande morado del adulto se presionó contra el agujero fruncido del niño antes de alejarse, el proceso se repitió varias veces. El pene parecía estar listo para entrar, pero retrocedía antes de dar el último empujón. —Por favor, tío, lo quiero..
El abdomen del hombre se ondulaba en cada golpe de piel y sus pectorales peludos brincaban en cada penetración, como si en cada arremetida usara todo su cuerpo para penetrarme. Los ojos del hombre estaban fijos en mí, en mi cara roja de niña, mi boca abierta, salivando y mis ojos llorosos..
—Adoro verte salivando cuando te ensarto mis 27 centímetros de una..
El hombre grande y musculoso estaba de pie sosteniendo con la fuerza de sus fornidas piernas y brazos el cuerpo de su hijo. Robert tenía levantando a su primogénito mientras apuntaba su gruesa polla al culo de su hijo..
Las embestidas se volvieron más fuertes mientras se podía ver finalmente como una polla gorda, con un glande ancho y en forma de hongo sobresalía en cada penetracion. El pene no era muy largo, tal vez medía cinco centímetros, pero el grosor era abismal. Cubierto de venas desde la base hasta la punta.
El niño de 8 años no pidio permiso y hundió su rostro en culo peludo de su padre de 35 años mientras este follaba la vagina de su hija de cinco años con su pene de ocho pulgadas como una bestia en celo..
Mi progenitor le dio su espacio y empezó a desnudarse. Comenzó por su camisa de tirantes sudada dejando expuesto el resto de su piel. Unos abdominales bien definidos, pectorales hinchados y brazos como troncos de árbol. Sus pezones erectos eran como ciruelos que tentaban a morderlos..
El bárbaro seguía follandome con aquella cadencia inhumana. Su nariz respiraba con fuerza y sus gemidos eran graves. El golpe de pieles era seco y duro. Mi culo ardía y estaba sensible ante la intrusión de la hombria de aquel hombre..
El bombeo en sus caderas solo aumentó y el sonido húmedo de nuestros cuerpos siguió creciendo. —Si me dejas meterte mi polla todos los días, muy pronto tu culito dejara de apestar y estará lleno de leche de hombre. Oleras a limpio y a mí —comentó con la voz ronca. Sus jadeos pasaron a resoplidos..
